La clase media es hoy día un grupo en vías de extinción en México, se ha mantenido a flote porque simplemente se han salpicado de lo que la casta dorada no puede digerir, es decir literalmente de lo que excretan.
Aun así la clase media siempre ha sido una parte esencial de las sociedades, un estado que procura el bienestar a una clase media abundante es un estado fuerte, aun por encima de consideraciones como pobreza, racismo, tiranía, corrupción, etc.
La clase media es el vinculo de esperanza y supuesto logro que los gobiernos necesitan para mantener un orden psicológico sobre el resto del pueblo. Tal condición fue perfectamente entendida por gobiernos como el de USA y países europeos quienes han tratado de mantener una clase media relativamente asegurada hasta hace poco.
La clase media es en pocas palabras el mejor medio publicitario de gobiernos e ideologías, son literalmente los enganchadores de la fe.
¿Qué sería de un gobierno corrupto sin la clase media? por ejemplo, sin esa fe es obvio que ningún jodido aspiraría a ser un multimillonario en México, a menos que este dispuesto a matar a su propia madre y prostituir a su hermana. Por ello la clase media representa el primer escalón honesto de un anhelo imposible, un escalón que representa lo mejor de dos extremos; la honradez, el pundonor, la perseverancia, la solidaridad, la empatía y la paciencia que definen la pobreza, junto con la ambición, la competitividad, la frivolidad, el desapego, la conveniencia que definen la riqueza.
La esperanza, que como la fe, se dice mueve montañas, también mueve a millones de pendejos.
De esta mezcla surge la mejor arma de los sistemas de gobierno corruptos, sectores sociales que les defienden y promueven en total inconsciencia ante sectores vulnerados y lastimados por la rapacidad y corrupción, sectores miserables que a pesar de ser mucho más numerosos son enganchados por esos representantes de la clase media qué, con una supuesta vida digna, se pavonean con orgullo ostentando sus vacuos logros materiales ante las miradas necesitadas de ellos, los humildes, menesterosos y necesitados.
Está clase media que tiende a desaparecer a manos de sus mezquinos mecenas, en una absurda estulticia estratégica, que dicho sea de paso evidencia el grado decadente de la casta dorada, sigue siendo en sus últimos estertores fiel cancerbero de sus amos.
La clase media cree que con su trabajo, su fe, su optimismo y sumisión será participe de los privilegios de la oligarquía, y piensan de esa manera por que así los han educado.
En la historia de la humanidad este patrón se ha repetido no pocas veces, basta mencionar los esclavos en la Roma antigua llamados domésticos, y que eran tratados con atenciones, cuidados, incluso cariño por parte de las familia libres que los compraban, así estos esclavos debieron padecer los síntomas del moderno síndrome de Estocolmo, difícilmente dejarían de ser esclavos pero eran felices de servir a sus amos y soñar algún día lograr la manumición o libertad. Irónicamente muchos esclavos emancipados preferían seguir trabajando para sus amos.
Otro ejemplo es el de los esclavos negros en Estados Unidos de América, había esclavos que trabajan en la casa del amo y la relación con la familia del patrón era muy similar al caso romano.
Y finalmente otro ejemplo sucedió aquí mismo, en México, donde los grandes hacendados y sus relaciones con la servidumbre de la casa grande es fiel testimonio de esa relación entre esclavo-patrón que repite una y otra vez en la historia humana.
La clase media moderna son por lo tanto aquellos esclavos tratados con más familiaridad por sus amos, haciéndoles creer que son parte de una posibilidad, y a su vez haciendo creer a la clase pobre que esa posibilidad es real, ¡cuánta crueldad encierra la retorcida mente del ser humano!
Por ello es de entender que el increíble descuido de la oligarquía por mantener en relativa comodidad a su clase media resulte en un alud de críticas y señalamientos hacia los amos y señores, la clase media ha comenzado a entender lo que significa la verdadera pobreza, la incertidumbre, el hambre, el descobijo, la violencia, la injusticia, pero sobre todo la desesperanza. La comodidad de la clase media se traduce en la esperanza de millones por alcanzar lo imposible, la tan ansiada riqueza de unos cuantos selectos que aparenta ser idílica y posible para cualquiera.
Sin embargo esa tan agónica clase media se crece al castigo, son cada día menos pero rehusan abrir los ojos, no quieren aceptar que viven en una ilusión, que sus amos les han fallado, que el sentido de sus vidas solamente sirve para mantener la vida parásita y palaciega de sus dueños. No han caído en la cuenta de que no significan más que carne de cañón para los gerifaltes del poder, que son tan sacrificables como los jodidos, los “nadies” como acertadamente les llama Eduardo Galeano.
Esa clase media carcomida por la egolatría, la soberbia, la ambición, la vanidad, la futilidad, el hedonismo, la ignorancia y la inconsciencia. Esa clase media que se cree mejor por que sus esfuerzos y su trabajo les han redituado una vida más cómoda, sin considerar su suerte y sin detenerse a pensar que son parte de un plan preestablecido, que el trabajo y esfuerzo de los pobres es muchísimo mayor y mínimos sus beneficios.
Porque esa clase media es peor que la oligarquía que defienden, que idolatran, que los tiene arrodillados como siervos felices de su esclavitud.
Porque les da miedo pensar que sus amos no los quieren, como a los creyentes de Dios temen su desamor e indiferencia.
“Perra flaca”, así se define, de donde yo vengo, a quienes andan tras un tipo ojete, aguantando malos tratos y denigrándose en espera de una señal de aprobación y un pequeñísimo beneficio económico.
Actualmente eso parece ser la clase media, “perras flacas” que esperan que sus abyectos dueños les concedan una pequeña oportunidad.
-Victor Roccas