* ¿Debe el caso ser llevado a la ONU? ¿Necesitan los lingüistas y sociólogos proponer una modificación al concepto de refugiado? ¿Cómo lograr que las mismas organizaciones estadounidenses de derechos humanos que hostigan al gobierno mexicano por sus fallas en ese ámbito, alerten el mundo por el caos que puede provocar Donald Trump?
Gregorio Ortega Molina
Hay convulsión, efervescencia social manifestada en el lenguaje. Las palabras dejan de usarse o adquieren un significado diferente al que tuvieron para nuestros abuelos, e incluso para nosotros mismos hace apenas una década. Aparecen otras nuevas, traídas a la moda por las redes y el “texteo”.
De una u otra manera los movimientos migratorios llevan con ellos transformaciones culturales: los hábitos se modifican, incluso allí donde “los usos y costumbres” parecieran inamovibles por su arraigo secular.
Los movimientos migratorios históricos sirvieron para buscar refugio, pero también han sido usados para aniquilar. Las caminatas obligatorias durante el Holocausto son el ejemplo más reciente.
¿Cuántos millones de habitantes poblaron el mundo en el transcurso del ascenso y la caída del Tercer Reich? ¿Cómo era la comunicación? ¿Cuál era la formación humanista de los políticos e industriales que decidieron complacer a Adolfo Hitler, en lugar de combatirlo, en la creencia de que aseguraban la paz?
Hoy algunos miles de haitianos se aglomeran en Tijuana. Desconozco su situación migratoria en México, pero si fuese legal no vivirían como viven, ni serían explotados como lo son. El anhelo de ser los motiva a realizar cualquier tarea, a sufrir no importa cuál vejación. Lo importante para ellos es comer, y vivir el día de hoy para asegurar el de mañana.
El drama es múltiple, diverso, y puede transformarse en tragedia, porque esos migrantes -¿o merecen ya la calidad de refugiados?- no desean permanecer en México, quieren ir a Estados Unidos, lo que pronto verán como imposible.
El lugar donde se hacinan ¿debe sufrir el destino que tuvo el refugio (La Jungla) de Calais, Francia? O dado el próximo referente ideológico geoestratégico de seguridad regional estadounidense, ¿debe diseñarse un plan económico y social para recibir a estos haitianos y a la cantidad de deportados que pronto pueden regresar?
¿Debe el caso ser llevado a la ONU? ¿Necesitan los lingüistas y sociólogos proponer una modificación al concepto de refugiado? ¿Cómo lograr que las mismas organizaciones estadounidenses de derechos humanos que hostigan al gobierno mexicano por sus fallas en ese ámbito, alerten el mundo por el caos que puede provocar Donald Trump?
Encuentro cita que Arnold J. Toynbee hace de David Hume: “El Imperio de Roma fue fielmente establecido gracias a la singular y perfecta coalición de sus miembros. Las naciones súbditas, renunciando a la esperanza y aun al deseo de independencia, se plegaron al carácter de los ciudadanos romanos…”.
Me pregunto: ¿Se parecen los supremacistas blancos a los ciudadanos romanos?