Hacia adentro, los toluquitas en el efímero poder, roban, destruyen y reprimen a mansalva, confiados en que, al menos en los próximos 700 días, no habrá quién los confisque, audite, reproche o encarcele. Es, según ellos, un acto consentido de la sociedad mexicana y de la opinión pública pagada –los textoservidores en acción, pues–, y le dan vuelo al magín, viendo todo lo que esté mal acomodado… para sustraerlo.
No irradian una sola luz, un solo ejemplo, un correctivo. Todo lo contrario, se cierran en su círculo reptiliano para saquear al país a gusto, sin un sólo mirón que los observe o los señale. Han olvidado la capacidad de liderazgo y operación de millones de mexicanos, para ungir con los cargos públicos sólo a los coterráneos de su pandilla.
Al interior, esa actitud es segregante, secesionista y discriminatoria. Constituye una bofetada al sentido común de los líderes empresariales, sociales y políticos honestos de esta tierra, que podrían brindarles un gramo de legitimidad, gobernanza y sobre todo, credibilidad ante todos.
Generan desestabilización permanente, señales inequívocas de que todo va mal, y como decía Porfirio Díaz, siempre puede ir peor. Los sinónimos de la confianza sobre las decisiones, el control de las riendas del Estado, la paz social que brindan la estabilidad política, económica y social, están socavados desde sus raíces. Sólo importan sus bolsillos.
Han perdido los tres sentidos básicos del mandatario, la disciplina, la lealtad… y la proporción. Montan al corcel hasta desbocarlo, no son capaces de ponerle una cobijita o carona a la silla del caballo, y ya le mataron el lomo. Lo dejaron inservible para cualquiera que aspire jinetearlo.
Tienen un miedo incontrolable al juicio ajeno
Hacia afuera son de pena ajena. Están poseídos de un síndrome de la psicosis, que se denomina pánico escénico. El llamado Presidente sólo acude a los eventos internacionales para refugiarse de su pésima imagen ante la sociedad mexicana, de las rechiflas y los recordatorios familiares. Y cuando se aparece en los templetes extranjeros, es un vergonzoso guiñapo, indigno de representarnos.
En los funerales multitudinarios de Fidel Castro, Peñita exhibió el tamaño de su insignificancia, de su pequeñez inevitable. Era un mentecato perdido en una tribuna para oradores de postín, aquéllos que siquiera saben lo que significa el poder, aunque hayan llegado por caminos variopintos, ellos sí sabían de qué se trataba. El atracomulca, no.
Tienen un miedo incontrolable, ingobernable en sumo grado, al juicio ajeno. Está científicamente comprobado que la ignorancia y el desconocimiento a lo que se dice, afloja de cuajo las débiles agarraderas de la voluntad. Es algo contra lo que nadie de esa condición puede. Es superior a su estructura mental.
Hasta Carstens huye de la quema, de la que es cómplice indudable. Se repatinga en el fastuoso banco de bancos de Basilea, arropado impunemente por quienes han sido sus patrones de siempre. Es un simple gato modorro y bodeguero de los financieros internacionales, ante quienes siempre ha volteado el sombrero.
Alcaldes decidieron, sin estorbos protocolarios
Poseídos de sus miedos enconados, presas del terror político de los dirigentes externos a Cuautitlán, los toluquitas son bandidos de callejón. En este andurrial es el único lugar en el que creen que valen. Se puede caer el mundo y a ellos sigue sin interesarles, y sin entenderlo.
En días pasados se dieron cita en la Ciudad de México, la tercera urbe más grande del planeta, los 82 alcaldes de las metrópolis más pobladas e importantes del mundo. Debatieron y concluyeron grandes decisiones, afortunadamente sin estorbos protocolarios. Y Peñita prefirió hacer mutis, antes que presentarse ante ellos.
En un evento sin paralelo, los alcaldes que forman el prestigiado Grupo C40, un bastión imprescindible en lucha contra los efectos del cambio climático, fijaron el rumbo del mundo sobre el transporte limpio, la habitabildad, la equidad social, la energía limpia y los apoyos financieros a los proyectos sustentables y a los combustibles higiénicos.
Y el gobiernito federal mexicano dio la nota. Actuó como siempre, como quien ve llover. Se ausentó miserablemente del escenario, esperando pase el vendaval para poder dedicarse a lo suyo. Los mandatarios internacionales electos, se quedaron boquiabiertos ante la falta de pericia y la búsqueda de protección indispensable. El ridículo total. Y creen que ya nos tienen acostumbrados.
No hay pa’ dónde hacerse, ni con quién remar
En su fuero interno, los responsables de las finanzas, la comercialización, los nervios de la producción, el control político de masas, el mantenimiento de la exigua seguridad nacional desde el fuero castrense, los trasegadores con licencia, los mandos eclesiásticos, los políticos profesionales, saben que éste es un barco naufragado, sin brújula, ni bandera.
Todo aquél que piensa y lucha por el país está avergonzado y engarrotado. No encuentra una sola señal de ritmo, rumbo y lucidez. Sabe que mandan los bandidos complicitados con el fuero público y que más temprano que inmediatamente el juicio popular dará un veredicto inapelable de lesa traición a la patria y sus principios fundamentales.
No hay pa’ dónde hacerse, ni con quién remar. Se desquitan en las encuestas a modo, dando un pavoroso tres por ciento de aprobación al felón atracomulca y su pandilla de protervos y prevaricadores. Aunque en una de esas, el dato está inflado, por aquello de quién y sobre todo cuándo pagará el ejercicio demoscópico.
Transporte público anticontaminante de última tecnología
Mientras la tolucopachucracia estuvo en Babia, los 82 Alcaldes del Grupo C40 tomaron decisiones fundamentales, y de consuno aprobaron insertar su agenda y representación en un sitial del Consejo de Seguridad de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, algo que por su fuerza, será casi imposible de negar.
Decidieron que en breve se retiren de la circulación los automotores a diésel, en París, Madrid y la Ciudad de México, la anfitriona, así como la adopción de transporte público anticontaminante de última tecnología. Aprobaron medidas para la gobernanza metropolitana en sus regiones, y una estrategia de energía limpia que beneficia a todos.
Reducir las emisiones de gases con efecto invernadero, creación de estructuras públicas de resiliencia y construcción de ciudades con bajas emisiones de carbono, así como la adopción de veinte mil acciones para combatir la contaminación y sanear el ambiente que todos respiramos. Mecanismos conjuntos para arribar al concepto unánime de ciudades interconectadas, transparentes y ahorradoras de recursos naturales perecederos.
Adoptarán programas sociales de la CDMX
Premiaron jubilosos a los alcaldes que han logrado en las ciudades más habitables del mundo importantes avances en la adaptación de sustentabilidad, transporte limpio, tratamiento de residuos sólidos y aguas residuales, desarrollo financiero, eficiencia energética y acción climática. Desde Melbourne y Yokohama hasta Portland.
Muchos de ellos adoptarán próximamente la implementación de ambiciosos programas sociales en favor de las franjas vulnerables de la población, como los que ejecuta la Ciudad de México a través de servidores públicos, pasantes y estudiantes de un centenar de universidades, tecnológicos y politécnicos. El éxito de los mismos ha sido comprobado por la opinión pública internacional en todos los continentes. Aquí, los toluquitas, envidiosos y avergonzados, pugnan por su desaparición presupuestal.
Atracomulcas se han ganado a pulso la reprobación popular
Es grotesco el comportamiento público y privado de la pandilla atracomulca. Se han ganado a pulso la reprobación de la opinión pública nacional y extranjera. Aunque, con esa cara y ese cuajo… ¿pa’ dónde van?
¡Qué bueno que tengamos todavía gente que piense diferente a ellos! Sería preocupante que no los hubiera.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Al aparente propietario de la Constructora Presidencial Higa, Juan Armando Hinojosa, y a su familia –la esposa, Teresita; las hijas, y hasta el novio, hoy esposo de una de ellas– nunca se les va a olvidar como fue que, hace dos veranos, se encontraron casualmente con la señora Angélica Rivera, conocida como La Gaviota, en el bar del Grand Hotel Tremezzo, en la bellísima rivera del Lago de Como, al norte de Italia. Iba ella con una enorme comitiva de familiares, amigos y personal del Estado Mayor Presidencial. Y es que, en lo que podría llamarse “la conspiración de la conspiración”, algo pasadita de copas, la actriz y Primera Dama tuvo fuertes reclamos hacia el contratista del gobierno de EPN, porque –como se dice coloquialmente– “la echaron en medio” en el feo asunto de la llamada Casa Blanca de Lomas de Chapultepec. Que no hay ni un solo documento que acredite que ella era la propietaria de la mansión que hoy prácticamente está en ruinas. Que fue un acto de cobardes escudarse tras una mujer. Que… Y es que, efectivamente, como publicó Sabina Berman en un muy bien escrito reportaje para la revista Vanity Fair, “al octavo día de iniciado el escándalo”, La Gaviota “bajó por la escalera monumental de mármol al piso de oficinas de la Casa Alemán –la residencia presidencial–, llevando en la mano dos hojas escritas en su letra, y entró al salón donde la esperaban el presidente, el secretario de Gobernación y un cortejo de hombres de trajes oscuros y corbatas azules y rojas. Una hora después, cuando salió de aquella junta, llevaba en la mano otras hojas, escritas a máquina”, que fueron las que leyó ante una cámara de televisión. “Empezó oteándolas de frase en frase al iniciar su explicación sobre la Casa Blanca, pero muy pronto le estorbó su texto árido, repleto de números y nombres propios, era probablemente el peor libreto en la historia, un libreto que ninguna actriz del planeta hubiera podido insuflar de emoción e intimidad”. En el “cortejo de hombres de trajes oscuros y corbatas azules y rojas” se encontraba Juan Armando Hinojosa, lo mismo que el consejero jurídico –¡ya no lo aconsejes, compadre!– Humberto Castillejos Cervantes. Por eso, al aparente dueño de Higa nunca se le va a olvidar ese encuentro fortuito con La Gaviota… ni los reclamos que le hiciera a él y a los demás asistentes a la conspiración de la conspiración a quienes tachó de cobardes, por haberla “echado en medio”. + + + Escribe don Alfredo Álvarez Barrón: “Estoy plenamente convencido: los únicos que tienen derecho a juzgar a Fidel Castro son los propios habitantes de la isla caribeña y nadie más; ni el Premio Nobel de Literatura, meretriz del olvido que sin pudor, como dice una cosa dice otra; ni los dos ex presidentes panistas, que desde un país convertido en gigantesca fosa clandestina, aún se atreven a disertar sobre derechos humanos; ni los exiliados de La Pequeña Habana, que de una manera vil y repugnante, salieron a celebrar la muerte del líder cubano; ni el periodista de dudosa reputación que sin rubor alguno comparó a Cuba con un campo de concentración; bueno, es justo y necesario admitir que dentro de su pendejismo tenía algo de razón: en la Base Militar de Guantánamo, administrada por los Estados Unidos desde 1903 gracias a la Enmienda Platt, funciona un centro de detención donde los derechos humanos y constitucionales de los prisioneros son prácticamente inexistentes, tal vez a ello se refería el ingenuo columnista. Pero más allá de opiniones adversas y sin esperar el juicio de la Historia, el heroico pueblo cubano ha exonerado, por aplastante mayoría, a su eterno guía. Y hay indicios alentadores: parece que después de tantos años de sacrificios y privaciones, los vientos de cambio hoy soplan a su favor. Que así sea.” Y El Poeta del Nopal rima al respecto: “Son fuertes, más sin embargo, / aún priva el desasosiego / y dando palos de ciego / apuran el trago amargo; / alegaría en su descargo / que siguen en rebeldía, / mientras que su eterno guía / con dulce acento cubano, / hoy se pasea puro en mano / por Calle Melancolía.”
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