CUENTO.
Había una vez un gigante, que vivía en un lugar llamado TODOS TENEMOS MUCHO MIEDO. Por lo tanto, todos los habitantes de este lugar, llamémoslo MÉXICO, eran un completos miediosos.
Cada cierto tiempo, ¡todo el tiempo!, sobre la tierra inútil y árida de este pueblo, surgían por montones y más montones unas hierbas malas, que los habitantes de TODOS TENEMOS MUCHO MIEDO llamaban políticos.
A éstas hierbas malas invasoras, nadie se atrevía a tocarlas, porque todos eran unos miedosos que tenían y sentían mucho terror DE TOCARLAS, O INCLUSO HASTA DE HABLARLES.
-¡Ay no! ¡Yo a ésa hierba mala no la toco!, porque le tengo mucho miedo -decían todos los habitantes de TODOS TENEMOS MUCHO MIEDO.
Como he dicho, TODOS EN TENEMOS MUCHO MIEDO eran unos miedosos, pero también eran unos ¡cobardes! Tan es así que, cuando las hierbas malas, o políticos, les empezaban a hacer daño con sus hojas, los habitantes de TODOS AQUÍ TENEMOS MUCHO MIEDO, en vez de ir y arrancarlas desde sus raíces, ¡hacían todo lo contrario! Iban y les echaban agua a las malditas hierbas malas, ¡para que éstas creciesen más! Y para acompletar sus miedos absurdos, para colmo de males, todos en TENEMOS MUCHO MIEDO tenían plena conciencia de que aquellas hierbas malas eran lo peor de lo peor. Muchas de éstas eran muy venenosas.
Un día, cuando el tiempo pasó, digamos que unos dos mil años, un gigante nació allí en ese pueblo de puros miedosos. Éste gigante había nacido de la nada, más o menos como las hierbas malas. Cuando nació ya era de por sí muy grande. Así que él, porque era nño, a diferencia de todos los demás que allí vivían, NO TENÍA MIEDO. Por lo tanto era alguien MUY RARO.
El gigante, a quien más adelante todos llamarían JUSTICIERO, a pesar de sólo ser un niño, era muy grande de cuerpo. Pero no sería hasta que alcansase la juventud, que él empezaría a arrancar y a quemar TODAS LAS HIERBAS MALAS que nadie nunca se habia atrevido a tocar, allí en ese pueblo de puros miedosos.
¿Cómo sucedió esto? Se los contaré.
El gigante justiciero vivía en una cueva, solo, sin más otra compañía que muchos libros. Sí, porque a él le gustaba leer mucho. Y solamente leyéndo aprendió muchas cosas que nadie más allí en TODOS TENEMOS MUCHO MIEDO sabrían jamás; ¡nunca!
Gracias a sus muchas lecturas, el gigante justiciero se volvió poderoso, ¡muy poderoso! Todo lo que él había leído lo había vuelto fuerte, valiente y, lo mejor de todo, ALGUIEN INDESTRUCTIBLE.
-Jo! -exclamaba el gigante justiciero. A mí nada ni nadie me hará sentir miedo jamás. Porque yo sí leo, ¡no como ellos!
El tiempo en TODOS TENEMOS MUCHO MIEDO fue pasando, y las hierbas malas se habían reproducido por montones. Tan es así que, cuando el gigante, una mañana, salió de su cueva, lo primero que vio en la puerta de ésta, fue una hierba mala. Entonces, como un rayo, todo él se llenó de indignación, y sintiéndose muy molesto, enseguida caminó muy rápido hacia la hierba, ¡Y LA ARRANCÓ!
-Podrás ser muy mala o muy venenosa, pero yo a ti ¡no te tengo miedo! -le dijo el gigante a la hierba, cuando la tuvo en sus manos.
Y este suceso, no se sabe cómo, se empezó a saber en todo el pueblo de TODOS TENEMOS MUCHO MIEDO.
-¡El gigante de la cueva lo hizo! -decían todos-. Hizo lo que nosotros nunca nos atreverémos a hacer. ¡Arrancó a las hierbas malas desde su raíz!
-¡Wow! -exclamaban todos-. ¡Qué valiente es!
-¡ES UN JUSTICIERO! -no se sabe quién gritó esto.
-Sí. ¡Éso! ¡Un justiciero! -replicó otro.
Y fue así como el gigante fue bautizado con este nombre: JUSTICIERO. El tiempo siguió pasando…
Las hierbas malas se habían reproducido más y más, como una maldición, pero a pesar de esto, todos allí en ese lugar les seguían temiendo. Después del gigante justiciero, nadie más se había atrevido a hacer lo que él, ¡porque eran unos miedosos!
Un día, el gigante, ahora llamado por todos el justiciero, que tanto sabía y conocía gracias a sus muchos libros, sentado sobre su cueva, empezó a hacer ALGO, que nadie más allí haría nunca, pero nunca jamás: EMPEZÓ A REFLEXIONAR. Y su primera reflexión fue: ¿POR QUÉ TODOS EN ESTE LUGAR TIENEN MUCHO MIEDO?
Después de pasar una hora así, MEDITANDO, el gigante justiciero, que toda su vida había sido muy fuerte y alegre, por primera vez, se sintió débil, ¡muy débil!, y también triste, ¡muy triste!
“¿POR QUÉ SON UNOS MIEDOSOS?” -volvió a reflexionar el gigante, que ahora casi ya no tenía fuerzas para sostener su cuerpo grande y pesado. Y sintiéndose MUY CANSADO, decidió irse a acostar.
El gigante se bajó de su cueva, y con pasos lentos y temblorosos, se metió. Se acostó, se durmió, y ya nunca más despertó. HABÍA MUERTO DE TRISTEZA E INDIGNACIÓN.
FIN.
ANTHONY SMART
Diciembre/01/2016 Thurs