Joel Hernández Santiago
El colmo de la desvergüenza, del cinismo, de la insensibilidad y la voracidad, es la de los diputados federales de la LXIII Legislatura de la Cámara de Diputados. Uno a uno y casi sin excepción son insaciables consumidores de los recursos públicos de un país en crisis económica y en el que la mayoría de los representados viven en pobreza y pobreza extrema, que es una forma de decir miseria.
Así que los diputados que nos asestan leyes contrarias a la voluntad nacional, que deciden por ellos, y no por nosotros, lo que habrá de ser México según su criterio partidario y sus intereses individuales y ambiciones políticas, han decidido aprobarse un “bono secreto” por 150 mil pesos al término de este año.
Esto es que, al terminar 2016, en un solo mes habrán de recibir más de medio millón de pesos cada uno: eso: más de medio millón de pesos que son: 357 mil pesos por aguinaldo, dieta mensual y compensaciones. A esto hay que sumarle que, como quien no quiere la cosa, el 14 de diciembre se aprobaron la entrega a cada uno de 150 mil pesos para “asuntos legislativos”.
Durante años, meses, días cada uno de ellos luchan y persisten en conseguir una diputación para representar a la población mexicana de todo el país y para ser su voz frente a un Congreso que habrá de legislar para el bien de la nación, como si hacer el bien a la nación fuera el aprobarse más recursos y más beneficios personales…
Por supuesto, estos más de 500 mil pesos son la punta del iceberg, que se dice. Porque cada uno recibe beneficios, recursos, apoyos, ayudas, canonjías en cada uno de sus estados, en donde el ser representes significa poder hacer negocios, tráfico de influencias y plazas de trabajo y hasta placas de taxis, para luego aplastarse como robot electrónico que a la orden del amo –que es su partido- levantan el dedo o lo bajan, que es así el Congreso de marioneta que tenemos en este país.
Fueron diputados los que aprobaron una a una las famosas reformas estructurales del país que cada día más se desdibujan y no tienen nada que ver con la expectativa de nación y de soluciones que se necesitan aquí. Fueron ellos los que aprobaron un aumento de siete pesitos al salario mínimo de los trabajadores mexicanos.
Son 300 diputados electos según el principio de votación mayoritaria relativa, por el sistema de distritos electorales uninominales, y 200 diputados que son electos según el principio de representación proporcional, por el sistema de listas regionales, votadas en 5 circunscripciones plurinominales, los mismos que gozan de fuero y privilegios negados a sus representados y quienes se dicen representantes de los 120 millones de mexicanos al grito de guerra.
Digamos que algunos pudorosos han dicho que el famoso “bono secreto” lo donarán a alguna fundación necesitada de recursos. Naturalmente no dicen que esa fundación podría ser la de su casa y su familia y sus hijos y los perritos que ahí viven.
Y decíamos que esta es “la punta del iceberg” porque a estas cantidades estratosféricas que se habrán de entregar este fin de año a los legisladores federales y que rebasan los 250 millones de pesos mexicanos del cuño corriente en tiempos de “presupuesto austero para todos”, hay que sumar lo que recibirán los diputados locales en cada una de las entidades del país.
El gobierno federal no dice nada a esto porque es, en cierto modo, el pago que hace a los legisladores federales por su disciplina, su docilidad, sus incapacidad para decir no y a su pobreza de conocimientos y de espíritu e insensibles a la existencia de más de 60 millones de mexicanos en pobreza –mitad de la población nacional- y 15 millones de los cuales no tienen ni para hoy y mucho menos para mañana y que viven con el “¡Jesús!” en la boca.
Y no lo toman en cuenta porque al final de cuentas ellos no llegaron ahí por la elección de sus representados sino por la imposición de cada uno de sus partidos para que fueran ellos –como premio a su indignidad- los candidatos a ser diputados federales, primer paso para llegar al Senado o alguna secretaría federal o estatal y de ahí a la gubernatura de cada una de sus entidades, según sus ambiciones personales.
La complicidad entre los partidos políticos y sus candidatos-legisladores-funcionarios-gobierno, tiene un precio y es la de mantenerse firme y sin movimiento, para permanecer en la foto. Y es por cosas como esta que los mexicanos están hasta el copete de los partidos políticos y del sistema de partidos políticos en México…
Y es por cosas como estas que hay una gran decepción e indignación en contra de los políticos y la política nacional. Pero es así como están las cosas y es así como se manejan desde un sistema de gobierno de paga. Lo demás… bueno, ahí está: la crisis económica es cierta, la pobreza, el quebranto, el desempleo, el empleo informal, la delincuencia, la criminalidad, el desosiego y eso que se llama violencia incontrolada y que no es otra cosa que una forma de rebelión social. Eso es.
¿Quién tiene la culpa?