Hasta donde mi limitado conocimiento alcanza el humano es el único ser capaz de dar un sentido al concepto de tiempo, medimos desde las primicias de la humanidad el paso del tiempo, primero con el devenir de días y noches, las estaciones y cambios climáticos, luego a partir de calendarios que culturas como la maya, la china y otras grandiosas civilizaciones que le manifestaron con exactitud celestial.
El tiempo ha sido la hoja en blanco donde el ser humano ha escrito su historia, de ahí su importancia y relevancia. ¿Qué sería de la historia sin el concepto de tiempo?¿qué sería del ser humano sin el concepto de historia? el tiempo ha sido el parámetro del registro humano, su paso por la tierra, la comparación de cambios realizados a través de la historia.
Y aún cuando la historia de la tierra se cuenta en eones, la de la vida en miles de millones de años, la historia de los homínidos en millones de años y las civilizaciones en miles de años, para el individuo común el registro de cada vida es igualmente importante pero en años, meses, días, incluso horas.
Para algunos la relevancia de el final de un año no tendrá mayor significado puesto que, con sobrada razón, el concepto de tiempo es relativo. Insignificante un año en comparación con la edad de la tierra, intrascendente el tiempo en comparación con la relatividad de los agujeros negros, condicionado el tiempo en cuanto a su relatividad con el espacio, etc.
El tiempo es el modo en el cual el ser humano gradúa su sentido de la existencia.
En el caso de otros seres vivos, el tiempo no tiene semejante importancia, su entendimiento es intercambiado por el instinto, la adaptación y la especialización, es decir la evolución natural.
Todo lo anterior viene a cuento por la importancia que se dispensa al termino de un año y el inicio de otro, incluyendo ese sentido de personalización en el cual los hombres disfrazan el paso de 365 días, ¡el año viejo como un anciano decrépito! o ¡el año nuevo como un tierno bebé!
Pero la importancia de este concepto de tiempo, un año, radica en los plazos que cada quien se marca o señala hacia otras personas, pero tanto se ha jugado con ese precepto de “año-caricaturización” como un ente vivo que se ha desvinculado totalmente del ejercicio humano y de la realidad, como resultado tenemos a quienes consideran que un año fue bueno o malo, terrible o memorable, como si de catar vinos se tratase.
Pero no, el tiempo es sólo una medida de registro humano, y los humanos únicamente escribanos del contenido de tal registro, al menos en lo concerniente a nuestra existencia, impacto y entendimiento.
Por ejemplo; cuando al termino de un año de gobierno de una camarilla de corruptos, cobijados por sátrapas del adoctrinamiento, no cosechamos las expectativas prometidas, consideramos que supuestamente fue un mal año, y nos encontramos relativizando, distrayendo y evadiendo inconscientemente responsabilidades.
Igualmente cuando por circunstancias personales, particulares, alcanzamos metas individuales, la mayoría de ellas egoístas y de índole hedonista, estúpidamente imaginamos que fue un buen año, aun cuando el hijo del vecino haya sido víctima de un cura pederasta.
Y en realidad la humanidad no ha tenido un buen año en mucho, mucho tiempo, porque hay pocos individuos que han logrado medrar, y de paso cumplir sus pantagruélicos pero mezquinos objetivos personales, a base de millones de individuos restantes que esperan y desean con estulticia que los plazos prometidos se cumplan.
Hoy, iniciando el año 2017, las expectativas y promesas se incrementarán, la esperanza y la fe se dispararán hasta el cielo, de donde como en la caja de Pandora jamás debieron salir, millones serán convencidos por saltimbanquis profesionales sobre un futuro de desarrollo o amor.
Y ya estarán colgados de esas promesas futuras, con esperanza y fe, mientras el presente se desmorona a sus pies, esos millones de obnubilados que viven al día pagando los abonos de un tiempo que aún no reconocen como propio.
Y ya estarán haciendo promesas, firmando ante notario, bosquejando y rasgándose las vestiduras por un mañana mejor para todos, esos pocos parásitos que viven de la miseria de quienes les escuchan y aguardan, con la certeza de que hasta el tiempo les ha sido entregado.
No podemos seguir regalándoles tiempo, ni consentirles promesas, ni entregarles el futuro nuestro, mucho menos el de nuestros hijos, ni permitirles que ellos sean quienes controlen el tiempo. Nuestro tiempo pasado, o año pasado, fue malo por que se los entregamos a cambio de falsas promesas y evidentemente lo desperdiciaron, nuestro tiempo futuro, o año próximo, será muchísimo peor porque millones desean continuar abonándoles todavía más tiempo a cambio de una vacua cornucopia.
Ya no les cedamos más tiempo…