Norberto Amaya A. //// Ciudad de México a 10 de enero de 2017.
@Amaya5M
Tal parece que el tiempo pasa y los gobiernos se alternan, pero siguen las mismas reglas del juego, es como si Miguel de la Madrid Hurtado hubiese convocado, otra vez, al Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento Económico, pero ahora en voz del actual presidente, Enrique Peña Nieto, se le denomina: Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y Protección de la Economía Familiar. Es un juego de palabras que se traduce en lo mismo y para beneficio de los de siempre. La política económica de los “chicago boys” está más presente que nunca.
Aquí el problema es que la firma de acuerdos en 1982 por lo menos garantizaba cierta fortaleza y control corporativo de quienes en su momento abordaron el asunto del “cambio estructural” y el estado mantenía influencia en vastos sectores sociales, sobre todo en el campo y los asalariados, hoy no sucede eso, pues al contrario, las llamadas “reformas estructurales” se impusieron de distintas maneras y en base a la firma del famoso Pacto por México, del cual, varios actores y políticos intentan deslindarse. El problema de quienes avalaron las reformas en las cámaras es que lo hicieron a oscuras y de espaldas a la sociedad, a pesar de que se advirtió de las consecuencias y la caída de la economía mexicana. Hoy algunos quieren hacerse a un lado, pero no pueden, pues entregaron cuerpo y alma, por decir lo menos, en esos acuerdos.
La declaración y el discurso presidencial parecen una filmación del pasado, pero con rostros nuevos y las mismas siglas, escuchar a los representantes del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Congreso del Trabajo (CT) o a los supuestos representantes campesinos (CNC), además de otros actores allí presentes obliga a revisar profundamente lo que está pasando en México y entonces dilucidar que no entienden ni escuchan las voces de la sociedad. Todo lo que se expresa en dicho acuerdo está al margen de una realidad que en verdad horroriza a quienes la vivimos de manera cotidiana. Tan falsas son las palabras, como los compromisos y los acuerdos.
Cuando se habla de productividad, competencia, estabilidad o modernidad, todo ello sin sustento, la cúpula gobernante piensa que la gente no piensa y no siente, a ello se suma que los señores: Juan Pablo Castañon; Carlos Aceves del Olmo; Manuel Cota Jiménez y; Enrique Solana Sentíes, entre otros, se representan a sí mismos o en todo caso a sus cercanos grupos de interés, pero ya no representan al conjunto de los sectores que según ellos aprueban el tal Acuerdo para el Fortalecimiento Económico. La soledad del ejecutivo y su rostro adusto y autoritario es evidente, pues el sabe que quienes le acompañan a esa firma son únicamente “testigos de honor”en un matrimonio previamente aplicado. No hay entonces respaldo social y tampoco respuestas positivas, al contrario, el enojo es grande y creciente.
Enunciar las propuestas y medidas sería largo y tedioso, vale la pena señalar que todo se concentra en la continuidad de las mismas formulas que nos han llevado al fracaso. Por citar algunos aspectos: estabilidad de la economía familiar; protección al empleo; estabilidad económica; competencia y libre comercio y; banca de desarrollo, entre otros, mueven a risa cuando por medio del gasolinazo y el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) , que es un impuesto y cobro disfrazado avalado con la aprobación de la reforma fiscal, se echa por tierra todo lo que se firma. Nos quieren ver la cara, pero ya no pueden.
Por otro lado, no se asume un verdadero programa de austeridad, no se reducen los grandes salarios de funcionarios, diputados y senadores o los gastos superfluos y los lujos y comodidades de la clase política, tampoco se toca el gasto irresponsable de otros poderes como el judicial o del Instituto Nacional Electoral (INE), mucho menos se abordó la reducción de partidas presupuestales asignadas a los partidos políticos o el dispendio y la corrupción de los gobernadores de los estados y sus funcionarios. Por lo menos un 50 por ciento de reducción de gastos y salarios de los funcionarios y representantes “electos” hubiera generado cierta esperanza. No fue así, la clase política salió protegida.
Reflexiones. Un gobierno que no escucha y que mantiene a los ineptos que no saben administrar, planificar o definir rutas de diálogo con otros actores y sectores, es un gobierno destinado a seguir la misma ruta del fracaso. Debe entenderse que los actores del PRI y el PAN , junto a otros autonombrados opositores de izquierda o derecha, ya no sirven para nada. Que debe haber una renovación total y recurrir a la experiencia y al compromiso ético y moral con un proyecto de rescate y reconstrucción nacional. Ojalá lo entiendan y lo escuchen todos. Nos vemos.
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