¿Alguna vez nos ponemos a pensar que todo lo que llevamos puesto y poseemos significa prácticamente miedo? Si, el teléfono celular, el automóvil, los zapatos, etc, son artículos muy útiles pero también son inconscientes defensas contra el miedo.
Es cierto, los zapatos nos protegen de heridas peligrosas, pero la mercantilización nos ha hecho no sólo dependientes de ellos, igualmente temerosos de no ir con cierto estilo de calzado o moda de temporada, lo mismo sucede con la ropa.
El teléfono es un artilugio más complejo, supuestamente sirve para estar en contacto con la gente pero en verdad nos aísla de quienes nos rodean, incluso ya esta comprobada una afección psicológica de temor ante la ausencia del teléfono celular, llamada nomofobia.
El vehículo es otro gran ejemplo, es primordial para muchas personas, pero hay gente a la cual le aterra pensar el privarse del propio.
La ropa, el reloj, aretes, un sweter, el maquillaje, un bolso, la cartera, las gafas, todo lo que usamos y vestimos conlleva un porcentaje de miedo al prescindir de ello, estamos tan temerosos que nos protegemos con una armadura de pura pretensión cosmética.
Bueno pues, una vez entendido lo anterior, entendamos ahora que muchas de las cosas que creemos, pensamos y sabemos son en gran medida un factor de autoprotección ante un miedo impuesto generalmente por otros, guardamos más temores que nunca, la soledad, la marginación, la amistad, el amor, el silencio, el infierno, el purgatorio, etc, etc.
Nos aterra perder lo que tanto trabajo nos ha costado ostentar y el entrenamiento al que hemos sido sujetos, y a veces resulta que sólo nos queda miedo acumulado.
Esto desde luego tiene mucho que ver con la educación y la formación, nos enseñan a prepararnos ante las dificultades, resolver problemas, enfrentar dilemas, durante la escuela experimentamos nuestros primeros desafíos sociales, cambiamos de bandos, hacemos amigos y enemigos, somos participes y ausentes según condiciones mucho más, más complicadas que el entorno familiar donde inicia nuestro periplo.
Poco a poco acumulamos experiencias que aumentan nuestro catalogo de miedos, y desde luego las supuestas medidas para afrontar tales temores crecen de la mano de nuestro expandible entorno.
Siempre habrá temores nuevos que enfrentar, una nueva meta profesional, un examen nuevo, un profesor gandalla, un novio peligroso, un jefe mezquino, una jefa prepotente, un compañero envidioso, el desempleo, en fin, cantidades de problemas que aparejan el miedo y la necesidad de apaciguarlo.
Ya no puedo tener miedo,
creo que ya no debo temer…
¿para qué, por qué?
nací seguramente sin miedo
pero crecí conociéndolo
me lo presentaron desde niño,
lo he cultivado y admirado
a razón de esperanzas lo he atesorado
ya no tengo más que esperar
su presencia es intrascendente
y su tiempo ha concluido
el miedo solo estorba
es un lastre que cansa y agobia
ya no quiero temer
ya no puedo temer
bienvenida seas, sin condición alguna,
sin el miedo que representas
te arropo como la única verdad
bienvenida libertad -Victor Roccas.
Los afectos, la familia, los amigos, los seres queridos son en su mayoría fuente de temor subconsciente, nos preocupa sus destinos, su presente, por ello el temor que arropa su presencia o ausencia. En ciertos casos, muy frecuentes, entre más posesiones materiales se tienen mayor es el temor, pero inequívocamente cuanto más consciencia acumulas el temor se desvanece proporcionalmente.
El miedo no es malo ni mucho menos, es el gatillo del instinto de conservación primigenio, pero mantenernos inmersos en ello implica evidentemente la esclavitud, la sumisión, y consecuentemente magnifica nuestros miedos convirtiéndolos incluso en terror.
Por ello me parece importante repetir la frase de Michele de Montaigne “La verdadera libertad consiste en el dominio absoluto de si mismo” incluidos nuestros temores.
Si queremos un futuro mejor para nuestros hijos construyamos un puente sobre nuestros propios temores, para que ellos, nuestros hijos, los atestigüen pero nunca los cobijen. Liberemos sus mentes de miedos cultivando su consciencia.
Desnudémonos inmediatamente de esos lastres que cobijan nuestros miedos.
-Victor Roccas