Por Aurelio Contreras Moreno
Hábil para la “tenebra” y la verborrea “mareadora”, el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán pretende deslindarse de responsabilidad en el tema de la compra y aplicación de medicamentos falsificados en los Servicios de Salud de Veracruz durante su gestión, bajo el argumento de que no firmó nada y que las “cadenas de mando” no lo alcanzan, por lo que si alguien debe responder por esos ilícitos, no es él.
A Herrera Beltrán le viene muy bien la manida frase de que se les acusa de ser corruptos, no de ser imbéciles. El cuenqueño ha sabido cubrirse las espaldas y borrar sus pasos de los caminos por donde ha pasado haciendo pingües negocios al amparo del poder. Sin embargo, siempre quedan huellas que permiten seguir esos pasos. Y en el caso del sector salud de Veracruz, parece que por ahí pasó Pie Grande.
En primer lugar, la familia Beceiro Delfín, dueña de las empresas que fungieron como presuntas proveedoras de los medicamentos clonados en los dos gobiernos anteriores, está íntimamente ligada a la “fidelidad”. El jefe del clan, Andrés Beceiro López, fue impuesto como dirigente del Consejo Coordinador Empresarial durante el sexenio de Fidel Herrera y era un defensor implacable de todas sus decisiones.
Además de que su hijo, Andrés Beceiro Delfín, es primo de uno de los operadores más cercanos del ex mandatario, el diputado federal por San Andrés Tuxtla, Jorge Carvallo Delfín.
Pero no es la única ramificación que revela los intereses de Herrera Beltrán en el sector salud en el estado. Un eslabón de esa relación sobre el que las actuales autoridades podrían jalar una hebra para investigar es René Guerra Parra, quien jugó un papel preponderante en el tema en distintos momentos.
De acuerdo con lo que aparece en el perfil público de René Guerra Parra en la red social Linkedin, de 2007 a 2008 fungió como director corporativo de Gestión Médica de Grupo Vitalmex, que a decir del columnista experto en economía Alberto Barranco, es un conglomerado que ofrece “múltiples caras” para “pelear por licitaciones que están ganadas de antemano”.
Una de esas caras de Vitalmex es su filial Finamed, a la que el 29 de enero de 2009 el gobierno de Fidel Herrera le otorgó un contrato por seis mil 382 millones de pesos para proveer de equipo y tecnología a once hospitales de los Servicios de Salud de Veracruz durante once años.
Esto luego de una licitación amañada, en la que primero participó directamente Vitalmex, pero que ante lo burdo de la maniobra que hizo el gobierno estatal para favorecerla, fue descalificada, entrando en su lugar, todavía más burdo, su filial Finamed, con la que años más tarde el gobierno de Javier Duarte inició un pleito legal, le rescindió el contrato, pero a fin de cuentas perdió en los juzgados.
Pues bien, después de ocupar el cargo antes mencionado en Grupo Vitalmex, René Guerra fue nombrado director de Atención Médica de la Secretaría de Salud y la Dirección General de los Servicios de Salud en Veracruz, puesto que desempeñó de 2008 a 2011, así como el de director de Planeación y Desarrollo, del 1 de diciembre de 2010 al 15 de junio de 2011. Posteriormente, regresó a Vitalmex, donde fungió como director general adjunto de Negocios del 16 de junio de 2011 al 30 de abril de 2012, y como director de Gestión Médica del 1 de mayo de 2012 a septiembre de 2015.
El conflicto de intereses es muy claro. René Guerra fue juez y parte, el enlace en una operación que representa otra de las transas en el sector salud de Veracruz que le han costado una millonada al erario estatal, y que habría favorecido directamente a Herrera Beltrán, pues Finamed, la filial de Vitalmex, ha sido ligada desde hace años a la familia de la esposa del ex mandatario, Rosa Borunda de Herrera.
Esos intereses son los que viene a “defender” Fidel Herrera en su “regreso” a Veracruz.
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