Al margen de análisis más profundos sobre la leyenda o mito del judío errante, a mi parecer tal personaje es la personificación del ser carente de empatía hacia el prójimo sobre todo al vulnerable, inicia así está disertación.
A últimas fechas el llamado despectivamente populacho o prole, es decir el pueblo se ha dejado manipular por el razonamiento de que Enrique Peña Nieto es el padre de todos los males que agobian al país, sin embargo se ha intentado ocultar, sin éxito, la responsabilidad de la doctrina base sobre la cual presidentes han gobernado nuestros destinos como país.
La cuestión, debe recordarse, se inicia en la presidencia de Miguel de la Madrid con quien la teoría del neoliberalismo y su esencia, el libre mercado (MIlton Friedman, hijo de inmigrante judíos) aterriza suelo mexicano, sus consecuencias han sido experimentadas por todos los mexicanos, incluso será resentidas aún por generaciones futuras. Aunado a esta corriente del capitalismo, el empoderamiento de un grupo muy selecto, élite de empresarios, que al amparo de la teoría neoliberal y su ejecución (el mercado des-regulado por el estado) les ha redituado no solo un enriquecimiento exorbitante, sino también imponer cada día de manera más excesiva sus condiciones e intereses (corrupción) particulares en demérito del bienestar común.
No es grato caer en el juego de la discriminación, el odio racial, y los prejuicios, pero es menester indicar que existe un grupo legendario de origen judío que a nivel mundial y por generaciones ha participado y posicionado sus prerrogativas financieras por encima de los intereses públicos de muchos estados, incluyendo y sobre todo estados poderosos que se han jactado siempre de virtudes democráticas y humanistas, basta solo mencionar apellidos como Rothschild, Rockefeller, Astor, Rhodes, en la historia contemporánea, y desde luego en el México moderno con empresarios pertenecientes al lobby judío mexicano (edificio Omega y grupo San Angel) que ostentan evidentemente ligas con otros judíos poderosos en otras latitudes como György Schwartz (George Soros) y esferas financieras dictatoriales como Wall street y la City, muy a pesar de sus intentos por mantenerse fuera del escrutinio público, o al menos ocultar sus orígenes e intereses, principalmente en el llamado sionismo.
Y no es, repito, que se estigmatice a judíos, sionistas, sefaradíes, askenazis, jázaros o como se guste llamarles por esa sola condición o definición, sino porque a la sazón algunos de ellos han llegado a ser auténticos “hijos de la gran puta”, además de mantenerse fuertemente agrupados.
Tenemos representantes de estos individuos en las más altas esferas del poder táctico nacional e internacional, finanzas, radio, televisión, diarios, revistas, redes sociales, cine, empresas, seguridad, política y gobierno, no sorprende encontrarlos cada vez con más frecuencia entonando y disponiendo nuestras vidas mediante el ejercicio de su influencia, dinero y poder, y reitero no quiero parecer racista ni xenófobo pero francamente es muy difícil encontrar un punto de medianía entre crítica y prejuicios, prejuicios que ellos mismos han generado a partir de un historial de sufrimiento, persecución, intolerancia, violencia y exterminio padecido como supuesto pueblo elegido por dios.
Tanto así se han auto-publicitado que el actual genocidio y expansión como estado judío sobre el pueblo palestino es con frecuencia noticia menor u omisión nacional e internacional, el estado judío o Israel es hoy día el país con más ayuda económica y militar por parte de USA y su criminal expansión sobre Palestina avalado en su totalidad por el establishment USA-Sionista (constituido por el llamado lobby judío) que aún se resguarda en la justificación del pueblo elegido y en la rememoración machacona de la shoah, el tercer Reich, los campos de concentración y muerte de 6 millones de judíos.
De esta manera todos somos sujetos e impedidos “moralmente” de expresar nuestra opinión contra cualquier judío desgraciado (que no desgraciado judío) so pena de ser señalado como antisemita, xenófobo, racista, etc, ya que se desarma de inicio la crítica al proceder ambicioso, impositivo, conveniente, inescrupuloso y criminal de sujetos que para desgracia de una comunidad, en general respetable como la judía, terminan actuando al amparo y justificación de una historia como pueblo, violando todo aquello y aquellos que se interpongan a sus ambiciones de expansión, poder y dominio.
Manipulan, engañan, omiten, desvían, ocultan todo lo que consideran de interés y beneficio social, por que ellos mismos pertenecen a una comunidad cerrada, racista, xenófoba y discriminatoria (por que así es la comunica judía para bien o mal), y no lo he sacado de My Kampf de Adolfo Hitler, que de hecho debería ser lectura obligada para cualquiera que intente ser crítico e imparcial con el antisemitismo, judaísmo o sionismo y entender como se generan los procesos de odio racial.
Cualquiera abrirá los ojos como platos de asombro y desaprobación ante lo escrito aquí pero nadie siquiera reflexiona que somos diariamente sujetos a mensajes pro-judíos y pro-sionistas en noticias, películas, series televisivas, caricaturas, comerciales, internet, etc.
Sugerir que un adolescente lea My Kampf es impensable para cualquier padre de familia o maestro de escuela, sin embargo los niños desde tierna edad admiran a Supermán (representación caricaturesca de un Moises moderno) o adolescentes que han visto 3 o más veces la lista de Schindler, de Steven Spielberg, lo cual no implica nada malo pero parcializa totalmente cualquier crítica a la imagen del miserable judío sufrido que todos debemos arropar y justificar por esa humanidad y solidaridad inculcada pero que algunos, propios judíos, evaden olímpicamente hacia pueblos, comunidades e individuos ajenos.
Yo en lo personal conocí y trabajé muy brevemente para uno de estos parasitos, Andres Holtzer, un judío “hijo de perra” narcisista y prepotente, mi experiencia fue reveladora y por ello escribo esto, por que la comunidad judía, como tantas otras comunidades albergan personajes tan detestables como un Holtzer, un Jorge Castañeda Gutman, un Jacobo Zabludowski, junto con tantos otros y no soslayo que en otras comunidades y países hayan existido o existan un Adolfo Hitler, un Donald Trump, una Hillary Clinton, un Enrique Peña Nieto, un Vicente Fox, un Marcial Maciel y otros tantos más.
Lo que ha enseñado la historia es que esas sociedades y comunidades que generan y protegen a estos psicópatas son culpables por criarlos y cobijarlos al amparo de una identidad que como la judía ha evidenciado tanto lo bueno como lo malo en sus filas, pero a su vez enmudecen ante la perversidad emergida de sus entrañas.
Por ello la figura del judío errante es una leyenda que debe ser reconocida tanto por su implicación racial como por su antigüedad y sobre todo por el mensaje de carencia y empatía, no solo de una comunidad, también de un estado y desde luego de cada uno de nosotros hacia los extraños.
Desafortunadamente todos conocemos o, peor aún, albergamos un “judío errante” en nuestras comunidades sean católicas, protestantes, ricas o influyentes, laborales, académicas, políticas o empresariales pero no nos atrevemos o somos incapaces de señalarlos por que su falta de empatía los hace poderosos, temibles, despiadados, por ello es importante, como apunta Bertrand Russell, liberar el pensamiento, liberarlo de prejuicios, miedos y dogmas, aun cuando francamente parece ser una tarea titánica.
-Victor Roccas