Mucho se ha hablado de la sociedades piramidales, de los gobiernos corruptos, de las oligarquías voraces y de las ideologías desfondadas.
Pero hoy he caído una vez más en la cuenta de que hay un factor siempre presente y vulnerable en todos los anteriores problema y muchos otros más, es el factor del liderazgo.
Cuando una sociedad se sujeta a un liderazgo tiene las mismas oportunidades de avanzar que de retroceder, porque a los liderazgos los convertimos en absolutos y de ello surgen los problemas.
Tomaré un simple ejemplo de una entrañable amiga, Teresa Villanueva. Para Teresa el cambio de horario es un problema debido a las condiciones de poca iluminación que prevalecen en su comunidad, acompañar a su hija a la escuela por las mañanas es una acto de riesgo, caminar por calles oscuras, solitarias y sin iluminación artificial, vigilancia y seguridad, parece más un acto de valor suicida que uno de amor materno.
Por ello Teresa tuvo a bien entender que la solución era retrasar el horario de entrada al colegio y decidió, antes de hablar con el director, hacer un escrito con las firmas de las personas afectadas;
“Me guié por la naturaleza burocrática, ya que para que algo surta efecto son muchos los que deberían estar inconformes y no una sola persona” -Teresa Villanueva
Teresa entonces decidió hacer lo consecuente, pararse a las puertas de la escuela y hablar con cada padre que llegaba acompañando a sus hijos, desdén, incertidumbre, sorpresa y poca empatía encontró Teresa en los consultados a quienes expuso su inquietud, y una libreta para recabar firmas.
Logró Teresa por iniciativa propia lo que antes se antojaba imposible institucionalmente, las firmas entregadas convencieron o forzaron el retraso de entrada por una hora para seguridad de los niños, ¿parece un triunfo del poder de la sociedad, de la mayoría, verdad? pues no, no lo fue y Teresa lo entendió, como lo entiendo yo de igual manera.
Seguimos educados y felices como ganado, no movemos un dedo si no lo hace alguien primero, no decimos nada si alguien no lo hace primero y no pensamos nada si antes alguien no demuestra que lo pensó primero y no murió debido a ello, estamos educados para ser sumisos, esclavos, seguidores, ganado que necesita una mano para dirigirnos.
Tenemos una necesidad patológica por seguir a un líder, tanto que no importa si el líder es un psicópata, un vil gandalla, un pederasta o el pendejo nacional, la cuestión es esperar que alguien accione un primer paso para que los demás se atrevan temerosos a seguirle. Si Teresa no hubiera tomado la iniciativa, ella y muchos otros padres seguirían padeciendo la inseguridad que el estado nos brinda tan espléndidamente.
Alguien me increpaba ¡necesitamos un liderazgo! ¡alguien a quien seguir!.. ¿porqué?, ¿no somos capaces de formarnos nuestras propias opiniones? ¿acaso no somos la gran mayoría individuos plenos en cuerpo y mente?
Sería mejor ser conscientes y no esperar que consciencias ajenas y tal vez incompletas o, peor aún, inconsciencias nos rijan con toda nuestra supina anuencia.
Sería mejor no seguir a nadie, sino a nuestras convicciones arropadas en una consciencia bien establecida o en camino a serlo.
No necesitamos indignaciones prestadas, ni consciencias prestadas, nos hace falta reconocer las nuestras.
No necesitamos liderazgos, ni seguidores, requerimos abrir los ojos y mirar a nuestro alrededor, más allá de lo aparente, de lo cosmético, de lo intrascendente.
No necesitamos que nos lleven de la mano, necesitamos tomarnos de las manos juntos.
Si aún no hemos dado cuenta de que ningún liderazgo nos ha salvado del retraso que por décadas hemos sufrido, es por que somos demasiado sumisos y pendejos como para ser algo más que simple ganado.
No dejemos que nadie hable por nosotros, la indignación prestada es inservible.
No dejemos que nadie piense y actué por nosotros, la consciencia prestada es una aberración.
Nadie puede acceder a la conciencia de otros, tan sólo indicar el camino.
Seamos nuestros propios líderes y dejemos de perseguir liderazgos demagógicos como los perros que se persiguen el rabo, dando vueltas en el mismo mismo sitio una y otra vez a lo pendejo.
-Victor Roccas.
en colaboración con Teresa Villanueva.