La idea es por demás inocente y en grado superlativo una estulticia, no vivimos en nuestro país, residimos en un país alquilado.
Las vestiduras cínicas e hipócritas se rasgan al grito de ¡patria mía!, y lagrimas de decepción e impotencia se perfilan en los rostros muertos de los héroes silentes que alguna vez lucharon por una.
No tenemos patria, la dejamos morir en un sinfín de actos vacuos, irreflexivos y farandulescos de amor fingido, respeto obligado y memoria injertada por una minoría que, con nuestra monstruosa anuencia y obnubilación, entregaron un país entero.
Y se escuchan los ridículos tambores de indignación patriótica, y el pueblo embrutecido, endeudado hasta la muerte, azuzado por liderazgos de manipulación cruel y distractora que les hunden cada vez mas la cerviz entre las rodillas del pacifismo timorato.
La cabeza de turco exigen los oportunistas, los detractores y los ignorantes, y el sacrifico del más pendejo, el pendejo nacional, se antoja casi remedio milagroso.
Y de pronto, desde los sótanos de la psicosis, los mismos indignados claman con incongruencia, ¡apoyemos al gobernante, al adalid de la representación institucional y soberanía nacional, acompañemos su trance al enfrentar al émulo de Atila el azote de Dios!.. y olvidemos, como hermanos, el daño, la traición, la mentira, la rapacidad y sobre todo, perdonemos que el pobre pendejo nacional es sólo un mísero títere de la oligarquía autóctona causante de nuestra debacle.
Cuanta estupidez, cuanta ignorancia, cuanta indolencia inyectada por años y años, generación tras generación de adoctrinamiento y servilismo.
Nosotros votamos por Trump, nuestros padres votaron por Trump, nuestros abuelos votaron por Trump… Trump es la consecuencia, no la causa, de avalar este sistema de gobierno gangsteril en México.
Entregamos nuestra alma al diablo, ni al menos la vendimos, y en el colmo de la abyección supina estamos dispuestos a continuar defendiendo el malsano trato, bajo los argumentos de siempre, emanados de las mismas lenguas viperinas y de los mismas mentes retorcidas.
Por décadas resignados patriotas han buscado el sueño americano, lo han anhelado y millones han salido en su búsqueda sacrificando todo, hasta la vida, entretanto un puñado de apátridas se han enquistado en la profundidad de la voluntad nacional, quebrantándola, corrompiéndola, manipulándola descaradamente, cobijados por los sueños de opio social.
La zanahoria fue siempre la inversión empresarial, misma que aceleró la corrupción y desigualdad de una sociedad totalmente entregada al método neoliberal, una sociedad distraída por cantos de sirenas democratizadoras y verdaderas intenciones parasitarias.
Todavía se escuchan con fuerza los delirios de quienes en su imbecilidad anhelan a Chinos y Rusos invirtiendo en México, para demostrar al padrote del Norte nuestro despecho enfermizo, nuestra vocación de putas, ¡abandóname mi vida, te odio, ya habrá quien me desprecie y golpeé tanto como tú!..
Porque en eso se a convertido esta sociedad, en triste prostituta del lenón empresarial, de las promesas de un cabrón que le desprecia, le asquea, le avergüenza, una sociedad que a cambio le mantiene, le paga sus vicios y le defiende.
No, no es el pendejo nacional el problema, ni el cacarizo escolápio, ni el copete anaranjado, el problema es la inconsciencia de nuestra sociedad, la falta de iniciativa para despertar, nuestra patológica tendencia a seguir a cualquiera que nos habla bonito al oído.
Hace falta redefinirnos como ciudadanos, como sociedad, como pueblo y como nación.
No tenemos un presidente, tenemos un gerente de plaza a las ordenes de el CEO de la oligarquía internacional.
El del rostro garapiñado no invitó a Trump, la oligarquía les impuso la visita del nuevo Presidente corporativo.
El pendejo nacional no le canceló la reunión, Trump le aplicó autoridad y le dejó en la sala de castigo hasta que reflexione, si puede, que pendejada hizo ahora.
No tenemos la más mínima oportunidad en contra de cualquier política agresiva económica en contra de México, sino pregunten a los cubanos, al menos ellos aprendieron a ser autosuficientes.
Los multimillonarios empresarios mexicanos primero se cortan un huevo y la mitad del otro antes que permitir un boicot comercial, ¿qué nos van a vender si a sí fuera? ¿ cerámica de Oaxaca? ¿cobijas de Chiconcuac?.. si como país no producimos nada propio ¿qué porquerías nos van a vender? que no sean productos de manufactura china, tailandesa o coreana.
¿Vamos a acudir a instancias internacionales como la ONU? cualquier pendejo que crea que la Organización de las Naciones Unidas es autónoma merece que le cuelguen de los testículos por ignorante, por charlatán o por manipulador. Sólo hace falta observar el caso de Palestina para darse cuenta de ello.
¿Con qué les vamos a amenazar?, ¿con salirnos del Northcom?, ¿con dejar de comprarles gasolina?, ¿con dejar de comprarles maiz?, ¿con ya no mandarles migrantes desesperados por la hambruna y el desempleo?, ¿con enviarles a un emisario papal para que reconsideren su posición?, ¿con no pagarles el muro que ya existe? ¿ con memez y frases chuscas? ¿con levantarnos en armas?.. ¡Por favor!
Sería más fácil dejar de pagar el FOBAPROA, ahora IPAB, que dejarles de pagar el muro que ya existe.
Cambiar al títere y los demás títeres no cambiará nada en México ni en la relación con el mundo, ni las votaciones, ni las instancias internacionales, ni la intervención diplomática extranjera, nada cambiará por que somos sus putas y no queremos dejar de serlo.
Dejemos de lado patriotería barata y reflexionemos nuestra realidad. Aislar a cualquiera que haya emanado del sistema político mexicano es la primera acción, boicot a productos foráneos y consumo de productos locales la consecuente, pero sobre todo y ante todo luchar por una democracia participativa, la evolución de gobiernos asamblearios y la eliminación del sistema electoral y de partidos como existe hoy.
No habrá resultados inmediatos, la conscientización es arduo esfuerzo y llevará generaciones enderezar lo que generaciones torcieron, pero por algún lugar tenemos que empezar y empezar desde cero.
-Victor Roccas