* ¿Tienen la estatura para comprometer a todos los partidos en la reforma del Estado, o insistirán en ser presidente de la República, cuando la institución presidencial fue vaciada de su esencia y poder de manera paulatina, al menos desde 1988, y por sus propios responsables?
Gregorio Ortega Molina
¿Debe permitirse la reelección de Felipe Calderón? Es la menor de las interrogantes formulada por los analistas ante la posibilidad de que Margarita Zavala se haga con la candidatura. Ya se la ganó su marido a Vicente Fox, incapaz de coordinar su sucesión dentro del PAN.
Amigos sepultan mi opinión política favorable sobre Margarita Zavala. Sostienen, afirman, que su familia es débil ante el dinero, es proclive a una enorme corrupción. Quizá María Scherer Ibarra pudiera ilustrar al respecto, si piensa como Julio Scherer García, de lo contrario se sumará al silencio cómplice.
Creo que la función de la señora Zavala es convertirse en la piedra en el zapato de Andrés Manuel López Obrador, porque éste aparenta cabalgar en caballo ganador, por lo que los electores debemos preguntarnos, con toda seriedad, ¿cuál es el proyecto que ofrece el tabasqueño? ¿La honestidad valiente? ¿Llevar a referéndum las reformas estructurales? ¿Abanderar una guerra comercial con EEUU y fomentar el nacionalismo ramplón?
Seamos sensatos y preguntémonos, también, ¿tiene la estatura para comprometer a todos los partidos en la reforma del Estado, o insistirá en ser presidente de la República, cuando la institución presidencial fue vaciada de su esencia y poder de manera paulatina, al menos desde 1988, y por sus propios responsables? ¿Puede el presidencialismo funcionar sin la existencia de Pemex y otros activos del Estado, sin el corporativismo sindical, sin los maestros al cuidado de las elecciones? Son preguntas que, por el momento, nadie quiere asumir la responsabilidad de responder.
También me pregunto si ambos tienen la habilidad y autoridad suficientes entre sus opositores, para convocar a un gobierno de coalición, formarlo y con interés en un México mejor, construir un gabinete donde prevalezca la equidad y no la componenda.
No veo a ninguno de los dos, en el contexto del presidencialismo encabezando un gobierno de coalición, con secretarios del despacho de Gobernación y Hacienda ajenos a sus afinidades ideológicas y partidistas. Ambos, lo han manifestado al formar equipos, son sectarios.
El país ha sido colocado por sus gobernantes en la peor encrucijada de su historia, por lo que considero que ninguno de los dos cedería para tener alianza electoral o gobierno de coalición, porque ambos poseen características mesiánicas que los hace verse como seres humanos especiales, hechos a mano, destinados, como Prometeo, a dar a los mexicanos la luz de la vida y la sabiduría, aunque no estén dispuestos a ofrecer sus entrañas al águila, y además por la eternidad.
Mañana algunas consideraciones sobre Miguel Ángel Mancera y Miguel Osorio Chong.
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