Por Magdalena García de León
Ahora más que nunca está vigente la frase de los ochentas de México y Estados Unidos son buenos vecinos, los mexicanos somos los buenos y los gringos solo vecinos.
Ya basta, hace unos pocos años los canadienses nos impusieron visas a los mexicanos, y nosotros nada, los gringos no solo nos exigen visas, endurecen las medidas o requisitos, sino que además nos amenazan con retirárnoslas si no le gustamos al vista o si está de mal humor el funcionario que nos interroga en el punto de migración.
Y nosotros no solo no les exigimos visas a ellos, los recibimos como buenos vecinos. La Secretaria de Relaciones Exteriores no sabe que para negociar se necesita tener elementos de presión y de intercambio. Todo es un toma y daca y nosotros solo estamos recibiendo las bofetadas, las patadas y ellos no son tocados ni con el pétalo de una rosa.
Y lo que recibimos son, no de todos, claro, pero sí de muchos, tratos prepotentes, insultos y menosprecio.
La marcha para demostrar que no estamos de acurdo con las políticas racistas, xenófobas y discriminatorias de Donald Trump no fue, ni con mucho lo esperado, pero por lo menos hubo movilizaciones y la gente protestando. Claro que el Presidente Trump jamás se enterará de las marchas, ni de todo aquello que no le gusta, que lo critica o que simplemente no está de acuerdo con él.
Lo bueno es que todo el mundo se está uniendo en contra de sus políticas, está logrando que todos vean la clase de ente que es, hasta personajes de la derecha ya están marcando una línea de separación.
Es cierto que el mundo está de cabeza, que la violencia está presente en todos lados, y Trump se da cuenta que ellos no son unos santos, aunque si olvida todo el daño que su país le ha hecho a todo el mundo con invasiones, guerras para promover la economía de guerra, su postura de “paladines de la democracia” o defensores de la libertad lo han usado en demasiadas ocasiones como para que creamos que son buenos y que tiene buenas intenciones.
No hablo de los ciudadanos en general, algunos no nos quieren por su gran incultura, pero no son mal intencionados, solo están siendo manipulados por los supremacistas.
Pero el principal problema es el nivel de mentiras que se manejan ambos gobiernos. Ellos filtran una información y nosotros lo negamos, ellos lo niegan y después de todo resulta con que siempre sí.
Que Trump si amenazó a Peña con enviar tropas a México, pero que no fue tan fuerte la amenaza, que fue más bien un ofrecimiento de ayuda.
Quieren terminar con el narcotráfico combatan a los cárteles en Estados Unidos, si lo narcotraficantes mexicanos las llevan para allá, pero ¿Quién las deja pasar? ¿Quién las distribuye? Y ¿Quiénes las consumen?
Mucha de la culpa la tienen ellos y como para bailar tango, también se necesitan dos.