Moisés Sánchez Limón
Las causas esgrimidas por el senador Armando Ríos Piter –cuya aspiración es ser Presidente de México– para renunciar a su corta militancia de diez años en el Partido de la Revolución Democrática no se diferencian de las aludidas por otros prohombres de la izquierda que se ha negado a congeniar para lograr el poder en México. Y ese poder no es otro que la Presidencia de la República.
Por supuesto, Armando como Miguel Barbosa y Alejandro Encinas o Benjamín Robles Montoya se fueron del PRD hartos del centralismo que acusan, en el control del liderazgo, en manos de Los Chuchos; por eso la severa crítica y descalificación que de ellos ha hecho Jesús Zambrano Grijalva, quien saboreó las mieles del poder como presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, al arranque de la LXIII Legislatura.
Dice Ríos Piter que no se irá a otro partido y que encabezara a su movimiento denominado Jaguar o Proyecto Ola 360, dizque para privilegiar la política y despojarse de los malsanos lastre como las millonarias prerrogativas. Es un tanto el sonsonete priista y panista que en el preámbulo de disputarse tres gubernaturas y luego apurar el paso en la sucesión presidencial invocan en el ánimo de curarse en salud.
¿Usted les cree que de pronto son bien demócratas y hasta filántropos del voto y de la tarea política cuanto más dispuestos a renunciar a las plurinominales en el Congreso de la Unión? ¡Bah! Más de lo mismo en la demagogia sucesoria, porque cuanto más aparezcan desenfadados aspirantes a los dineros públicos, creen que el elector los arropará porque son desvalidos.
Asegura Armando que los partidos políticos, se han convertido “en un grupo de comerciantes del dinero público, que se dedica a la administración de las influencias”. Tiene toda la razón, pero, ¿por qué hasta ahora, estimado Armando, le encontraste las debilidades a estas organizaciones que han arropado y encumbrado a cientos de prohombres que se convirtieron en gobernadores, alcaldes, servidores públicos y hasta presidentes que negaron en los hechos lo que en la campaña combatieron.
Ríos Piter, y le deseo suerte, anunció al “Movimiento Jaguar” como esa plataforma que presidirá y la desteta. Sostiene que éste y Ola 360 son ajenos a cualquier fuerza política.
¡Ah!, asegura que se apoyará en tres pilares, que tienen aroma de demagogia, s saber: gasto mínimo de dinero para que los partidos promuevan “campañas con costo mínimo”; “espíritu colectivo”, porque dice que no les interesan los demagogos ni los líderes mesiánicos –la pedrada bien colocada– y acción disruptiva que consistirá “en aspirar a lo imposible, a lo no previsto (¿?)”.
Bien por Armando que es el octavo senador que renuncia al PRD pero no abandona a la bancada. ¡Qué interesante!
La bancada del PRD arrancó la LXII Legislatura con 22 senadores y, cuando ha arribado a los seis meses de la LXIII, acusa la dimisión de ocho legisladores.
Cada quien tiene sus causas; cada quien atisba a su futuro inmediato. Hay quienes quieren ser gobernadores, como Miguel Barbosa y Benjamín Robles, pero el PRD le cerró el paso al segundo y, el primero, acusa malquerencias que no abonan en su carrera por la candidatura al gobierno de Puebla.
Benjamín se peleó y rompió con su amigo Gabino Cué Monteagudo, quien entregó la estafeta al priista Alejandro Murat Hinojosa. Gabino dejó en la orfandad a Benjamín, quien se echó a los brazos del PT y desde ahí hace pinitos para después de 2018.
En fin. La renuncia de Armando y las causas que lo llevaron a esa decisión, evidencian el grado de descomposición que existe en la izquierda mexicana, cuyos daños colaterales arrastran a Morena; el elector no se sustrae de la vinculación de las huestes del partido que preside Andrés Manuel López Obrador con el perredismo que tiene el poder en la Ciudad de México y otras entidades en las que aplica como partido gozne. Su alianza con el PAN es básica.
¿Por qué abandonan los prohombres que crecieron en el PRD? La elección en tres entidades, a la vuelta de la esquina y la composición de las alianzas rumbo a 2018, mostrarán con claridad los motivos de estos personajes que hoy se visten con mantos de demócratas y reniegan de los mecanismos que les dieron vida, buena vida. Conste.
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