* Lo que se requiere, ya, es la conceptualización de la reforma del Estado y oficiar las exequias del presidencialismo, enfermo de tan terrible corrupción, que únicamente desaparecerá cuando se modifique la manera de gobernarnos
Gregorio Ortega Molina
Hasta el momento de escribir estas líneas la única propuesta válida y certera para fomentar el nacionalismo, es la hecha por Lorenzo Meyer. Es necesario reconstruir, pero ¿qué?
Así lo dijo a www.sinembargo.mx: ““Lo importante es que se puede hacer de la necesidad una virtud, para lo cual se requiere liderazgo. Hay que convencer a la sociedad de que toda esta etapa de conseguir mediana independencia va a contemplar sacrificios. En ese proceso de recomponer la economía, va a pasar como cuando se firmó el TLC: hubo que matar a un montón de industrias pequeñas, medianas, que no daban para la competencia. Los fuertes como Carlos Slim vivieron. Ahora también va a ocurrir así. Pero si hay un líder que recupere el nacionalismo mexicano, los sacrificios se aceptarán”.
La ruta es clara, ahora es necesario encontrar al líder político, señalarlo, convencerlo de aceptar el poder para reconstruir el proyecto de nación, pues una vez desechado el de la Revolución, los gobernantes y los políticos se autoconvencieron y vendieron a la sociedad la idea de que el cambio de modelo económico modificaría al país para beneficio de todos, pero ocurrió lo contrario, la concentración de la riqueza quedó en muy pocas manos; creyeron habernos convencido de que era el camino para recuperar a la patria y cobijarnos bajo un nuevo orden político.
Lo que se requiere, ya, es la conceptualización de la reforma del Estado y oficiar las exequias del presidencialismo, enfermo de tan terrible corrupción, que únicamente desaparecerá cuando se modifique la manera de gobernarnos.
Pero, ¿dónde está el líder que tenga absolutamente claro y trazado el camino para disminuir la corrupción sin temor a la historia ni miedo a romper las complicidades, terminar con la impunidad, facilitar el crecimiento del mercado interno para crear más empleos? ¿O desentrañar el misterio de por qué la reforma educativa se pasmó, la transición cedió su lugar a la alternancia, la reforma energética le salió cara a la sociedad, la laboral no se respeta, la reforma constitucional penal está atorada, y los integrantes del Poder Judicial (federal y local) se transformaron en élite salarial y en garantes de la permanencia de la pudrición?
Los anteriores son sólo algunos de los problemas que el inencontrable líder habrá de resolver, pero para hacerlo habrá de sacudirse a esa partidocracia lesiva que va contra el ejercicio pleno de los derechos políticos. Son familias las que quieren adueñarse del poder, de la silla del águila. Son emblemáticos los Calderón, los del Mazo, los Murat.
Envolverse en la bandera sólo fomentará un nacionalismo ramplón, que en lugar de facilitar las soluciones creará mayores problemas. Así los venezolanos regresaron a Carlos Andrés Pérez al poder, y vean dónde terminaron.
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