Ramsés Ancira
Entrar a un Sanborns y hojear las revistas mientras esperamos a la novia o cualquier otra cita es una práctica urbana que lleva décadas; pero si no está usted vestido más o menos formal y entra al Sanborns en Texcoco, una situación como esta le puede llevar a pagar una extorsión mucho más cara que los cinco pesos que cobran por usar los sanitarios. 22 mil pesos, es lo que le costó a Pedro, si quiere más detalles.
Tiene estudios de postgrado, ronda los 30 años, vive por la zona y acostumbra jugar futbol. Así que ese fin de semana, tras el partido se dirigió a Sanborns donde se citó con su hermano. Típico, se sintió atraído por las costosas revistas de historietas y se enfrascó en la lectura. Mientras averiguaba si Batman atrapaba o no al Guasón, majaderamente fue jaloneado y acusado de participar en un robo.
– Tú le dijiste a los ladrones que no había elementos de seguridad y que aprovecharan para llevarse lo que pudieran.
Pedro lo negó. Él no había hablado con nadie, su cita no había llegado y en todo caso las cámaras de seguridad podían comprobar que sólo llegó y sólo se encontraba.
En la comandancia fue interrogado por un amable agente del Ministerio Público quien le comentó que no se preocupara, que más o menos cada mes llegaban los agentes de seguridad con un nuevo detenido en ese mismo Sanborns, acusado de algo similar y que el problema era llegar a Barrientos, donde pasaría al menos seis meses mientras averiguaban.
20 mil pesos después lo liberaron de los separos, pero más tarde lo fueron a buscar a su domicilio para decirle que la gente de Sanborns se había inconformado con su liberación y tuvo que dar dos mil pesos más.
Vivir en la periferia, en particular en los suburbios del Estado de México y gobierne el PRI, el PAN o el PRD en cualquiera de sus municipios, multiplica los riesgos de convertirse en un presunto culpable.
En varias entregas de este diario y en el libro Reportero Encubierto hemos narrado el caso de Víctor Manuel Cervantes, indígena mixe quien un lunes, proveniente de Ciudad Nezahualcóyotl utilizaba la línea 9 del metro, que abordó en Pantitlán, y cuando transbordaba en Centro Médico para dirigirse a su destino final en Balderas, le acusaron falsamente de haber robado unos teléfonos celulares.
Cervantes, quien solo tiene el apellido de su madre porque padre no tuvo, está por cumplir un año en el Reclusorio Oriente. Parece que finalmente las notas en índice Político, Los Ángeles Press y el portal de José Cárdenas han impulsado a la Comisión Nacional de Pueblos Indígenas a prestarle el apoyo debido y tramitarle un amparo, sea para que le fijen una fianza razonable o lo liberen inmediatamente ante la evidencia de la injusticia cometida en su contra.
Tal vez este beneficio también alcance a otras 39 personas, no sabemos si tan inocentes como creemos que es Víctor Manuel, pero es muy probable que ese sea el caso si nos atenemos a la experiencia de más de 500 años de impartición de “justicia” en México en donde echarle la culpa al indio es negocio ancestral, lo mismo en el virreinato que en el mirreynato prianista que tan justamente ha descrito Ricardo Raphael.
Y es que hay que recordar quien era presidente cuando Jacinta, Alberta y Teresa iniciaron su condena de ocho años de prisión por el supuesto secuestro de agentes federales.
A propósito ¿alguien recuerda qué dijeron al respecto Josefina Vázquez Mota o Cecilia Romero? Es que este diarista tiene una memoria muy selectiva y lo único que le llega a la mente cuando se trata de la ex secretaria general del PAN es que ella estaba a cargo del Instituto Nacional Indigenista cuando fueron asesinados docenas de indígenas centroamericanos en las masacres de Tamaulipas, mientras que la receta de Vázquez Mota para abatir los feminicidios en el Estado de México que hoy quiere gobernar, era orar “Dios Mío hazme viuda por favor”.