* Si quienes aspiran a hacerse con la Presidencia de la República no han diseñado una estrategia que les permita obtener más del 50 por ciento del sufragio y una cómoda mayoría en el Congreso, y se conforman con su 30 por ciento, o menos, y con ese porcentaje cruzarse la banda presidencial al pecho, estamos jodidos
A Severo López Mestre
Gregorio Ortega Molina
Los analistas en temas electorales, sustentados en los números arrojados por las encuestas y en la irritación social como respuesta al engaño político, dan por hecho que en 2018 volverá a hacerse con el poder un presidente minoritario, con un Congreso de primera minoría.
Frente a ese escenario abrieron legalmente la creación de los gobiernos de coalición, lo que, a mi juicio, dejó de ser respuesta y herramienta idónea para la gobernabilidad, debido al encono favorecido por el discurso político, pero sobre todo a las consecuencias económicas y sociales arrojadas por los resultados de las reformas estructurales.
¿Es gobernable -para un presidente minoritario, con instituciones desacreditadas- un país profundamente dividido, atravesado por la irritación social, lacerado por la violencia sin fin, acosado por el hambre y la insidia racial y genocida promovida desde EEUU?
¿Puede construirse un gobierno de coalición, cuando ninguno de los líderes que aparentan encabezar las preferencias electorales, lleva en la agenda un auténtico proyecto de nación?
Me reclaman los lectores, me tildan de parcial y acusan de no haber leído el proyecto de gobierno de AMLO, de no considerar la revocación de mandato, la desaparición del fuero, entre otras ofertas electorales, como nuez de su proyecto de República.
¿Es suficiente para cambiar al país y transformar los escenarios políticos?
Seamos sensatos. Si el resultado electoral de 2018 es como los analistas lo han previsto, con un presidente cuyo apoyo real es menor al 30 por ciento del voto, y el Congreso se compone de minorías en constante disputa y atentas sólo a la transa, o con una primera minoría frágil, lo único que puede anticiparse como futuro es la prolongación de la agonía de la República, y el jaloneo internacional por la riqueza de México.
Si quienes aspiran a hacerse con la Presidencia de la República no han diseñado todavía una estrategia que les permita obtener más del 50 por ciento del sufragio, tener además una cómoda mayoría en el Congreso, y se conforman con hacerse con su 30 por ciento, o menos, y con ese porcentaje cruzarse la banda presidencial al pecho, difícilmente podrán concretar sus buenos deseos de liderar a los mexicanos en la construcción de un mejor futuro.
Lo que ahora resulta urgente es construir la reconciliación nacional y llamar a construir el Frente Democrático Nacional del siglo XXI, y encontrar al líder político adecuado para que lo encabece, marche al frente de ese nuevo proyecto de nación que debe ser su oferta de campaña, con el combate y castigo a los corruptos y los corruptores como símbolo inequívoco del cambio.
Pero no sucederá, ni con AHORA O NUNCA o Emilio Álvarez Icaza. Tienen pavor, confían en la impunidad.
Del Demonio de Sócrates: Del entorno del señor Manlio Fabio Beltrones Rivera me avisan, con cierta ironía, que me ando haciendo “pis” fuera de la “nica”, pues el expresidente del PRI dista mucho de estar sumado a algún proselitismo político con miras a la elección presidencial; tampoco piensa en él mismo como precandidato, sino que, como es natural, está dedicado a arreglar sus asuntos personales, pues cuando se ha vivido intensamente en el quehacer político, lo de casa casi siempre se descuida.
Me indican que debo seleccionar a mis fuentes, o escuchar con atención lo que me dicen, no sea que me preste al rumor, o a la insidia.
Nada de eso.
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