Javier Peñalosa Castro
Estamos a poco más de un año de los comicios en los que elegiremos Presidente de la República, diputados, senadores, jefe de gobierno, alcaldes y diputados locales de la Ciudad de México. Si hoy fueran las votaciones, la elección la ganaría Andrés Manuel López Obrador y el gobierno de la ciudad de México, por primera vez en 20 años, podría recaer en un partido distinto del PRD, que desde la llegada de Cuauhtémoc Cárdenas hasta ahora ha ganado de todas, todas.
En el PRI no se ve quién pueda competir decorosamente contra López Obrador, en tanto que en el PAN aparentemente será la pareja Calderón Zavala la que busque con denuedo —y previsiblemente sin fortuna— un boleto para pasar otros seis años en Los Pinos.
En el PRD, el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles ya hizo públicas sus aspiraciones de competir por la Presidencia el año próximo. También Graco Ramírez siente que sería un candidato competitivo, luego de haber sido el líder de los gobernadores agrupados bajo el membrete de la Conago y a ellos dos seguramente se sumará algún otro suspirante.
Por supuesto, las campañas negras, por el momento alentadas sólo un grupo de textoservidores ya han iniciado, y aunque muchos de ellos resulten por demás burdos, la labor de zapa que llevan a cabo, sumada a las “geniales” —y onerosas— estrategias de propagandistas extranjeros, sin duda, a la larga contribuirán a erosionar la popularidad de quien resulte su blanco, como podrá atestiguar AMLO de cuando le endilgaron el sambenito de que era un peligro para México, lo caracterizaron como el vivo retrato de Hugo Chávez y un populista irredento.
De lo que se ve en el panorama, López Obrador sigue pareciendo la opción que más convence. Sin embargo, empiezan a barajarse otras alternativas “ciudadanas”.
Está el gobernador de Nuevo León, el llamado Bronco, que de independiente nada tiene, pues aún mantiene evidentes rasgos de su muy reciente pasado priista, que ha quedado a deber mucho de los prometido en campaña a sus paisanos y que a la menor oportunidad buscará alianzas inconfesables con tal de ampliar su esfera de poder.
También como “independientes” se perfilan el jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera y el exrector de la UNAM, José Narro Robles. En estos dos casos, el PRD y el PRI, respectivamente, acarician la idea de postularlos.
Y sigue la mata dando… También el ex jefe de la diplomacia de Vicente Fox, Jorge Castañeda, coquetea con la idea de competir como “independiente” en 2018, aunque prácticamente no tiene la menor oportunidad de hacer un papel decoroso en una eventual contienda. Peor aún está Pedro Ferriz de Con, que ha hecho a un lado temporalmente su campaña anticipada, pero que, sin duda —y sin razón—, siente que tiene méritos para llegar a la Presidencia.
Académicos como Denise Dresser y Sergio Aguayo también han manifestado su voluntad de participar, aunque no parecen decididos a acometer una aventura de este tamaño.
Incluso se ha llegado a hablar de postular a Carlos Slim, y aunque él ha declinado y desmentido que tenga la menor intención de ser presidente, los cantos de las sirenas suelen ser más que convincentes.
Lamentablemente Cuauhtémoc Cárdenas es ya un hombre de más de 80 años, y aunque tiene una lucidez a toda prueba y una excelente salud, proyecta la imagen de político de la vieja guardia. Él sería un excelente candidato y mejor presidente, pero por varias razones ya no tendría el arrastre necesario para emprender una campaña de amplio alcance popular.
De toda esta baraja, sin duda, la mejor carta es Emilio Álvarez Icaza, quien acaba de manifestar su decisión de buscar la candidatura a la Presidencia y que, a diferencia de Cárdenas tiene poco más de cincuenta años.
Además, Álvarez Icaza destaca por su sobresaliente trayectoria como defensor de los derechos humanos y hombre de principios, y si bien ha tenido un arranque de poco lucimiento en su aventura por la presidencia, tiene los atributos y la fuerza necesarios para convertirse en un excelente candidato.
En él se da el balance perfecto de experiencia y juventud que se requiere para ganar esta elección pero, sobre todo, para emprender un largo camino de reconstrucción nacional, de replanteamiento de las instituciones fundamentales de la República y de justicia económica y social que demandan con urgencia millones de mexicanos a los que la Revolución jamás hizo justicia.