Es lamentable, muy lamentable y además desalentador, atestiguar y experimentar como el sistema neoliberal ha minado la esencia de una sociedad, su niñez.
La educación es la base del desarrollo de una sociedad, sin esta la soberanía de un pueblo se extingue ante dogmas, doctrinas… demagogia.
Porque el sistema neoliberal ha logrado vulnerar a la sociedad fragmentándola y reduciendola aún más, si es posible, en la vorágine del libre mercado y la krematistica superlativa del capitalismo salvaje.
Para todos es reconocido el rezago educativo, rezago que tiene décadas, y por si fuera poco, resultado de un programa bien estructurado de privatización que no ha hecho sino acrecentar tal retraso. Es inquietante y absurdo como las proyecciones del desarrollo educativo en México se rijan por entes como la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), que condiciona el bienestar “social” ante el comercio internacional.
El sistema neoliberal ha magnificado los grandes avances financieros especulativos de las mentes más ambiciosas y egoístas de la sociedad moderna, pero entre otras muchas cosas ha condicionado la ignorancia y desprestigio de la educación pública en México, porque esa es la clave de este modelo económico y político, la fragilidad social.
Hoy día, ya no es secreto que las escuelas particulares son un negocio muy lucrativo, que sus instalaciones y servicios, en muchos casos, son mejores comparados con los de cualquier escuela pública.
Desde la educación básica la selección de una escuela para nuestros hijos es más influenciada por la opinión de personas obnubiladas por la mercadotecnia que por una real evaluación de cada institución o, más importante, que valores aportará verdaderamente a nuestros hijos.
Así, como individuos embebidos en una sociedad de consumo, los objetivos de un centro de enseñanza privado se ciñen más al acondicionamiento y formación de indolencia, sumisión y activación del individuo en el engranaje del hedonismo, disfrazando con lujos y facilidades la realidad social lacerante.
Por su parte quienes no tienen la oportunidad de costear o acceder a educación privada son más de la mitad de la población en México, es decir un 53,3 % de pobreza de la población total como indica en su informe 2015 la Cepal (Comisión Económica para América Latina).
Y si hablamos exclusivamente de niños y adolescentes, hay 21,4 millones de marginados de entre 40 millones de habitantes menores a los 17 años de edad, según un informe para el 2015 emitido por la Unicef y Coneval (Consejo Nacional de la política de desarrollo social), evidentemente enfrentamos un grave problema en educación.
No solo basta pretender que existe una obligatoriedad educativa como responsabilidad del estado, se trata de posibilitar una educación de calidad, justa y completamente gratuita para que cualquier individuo logre desarrollarse plenamente como ciudadano sin importar su condición socioeconómica.
Empero, “aterrizados” en la realidad, nada de lo ofrecido u obligado se cumple, la verdad es muy cruda, profesores que dedican su esfuerzo y convicción para dar clases en un remoto paraje de alguna sierra o selva son el ejemplo de esta dura realidad.
La mayoría de los maestros se han resuelto por una supervivencia taciturna, ambulatoria, cómoda, pasiva y servil al margen tan solo de sus obligaciones laborales, sin ningún aliciente para ejercer más que lo exigido por un sindicato entregado a los intereses empresariales. Y quienes aún conservan la vocación de enseñanza se enfrentan a algo mucho peor que las malas “políticas” educativas del estado, el desinterés inconsciente, coaccionado por un sistema de competencia social despiadado, de muchos padres por el desarrollo académico de sus hijos.
“Siento que hay que estar más atentos al ambiente familiar de los jóvenes, definitivamente, que hace falta mucho apoyo de parte del colegio en cuanto a la motivación y herramientas para que los alumnos se desarrollen mejor, pero puedo decir que he constatado que la familia influye mucho, muchísimo en el desarrollo académico de los jóvenes tanto para bien como para mal.”
-Elisa Riquelme Odi, Profesora de educación media superior privada.
Muchos padres de familia tienen ese malsano y egoísta concepto de libertad dispensada/adquirida por los hijos que inician sus estudios medio superiores cuando en realidad les están abandonando irresponsablemente en una de las fases más complicadas del desarrollo humano.
Lo anterior facilita enormemente la intencionalidad del grupo oligárquico por el desmantelamiento de la educación publica para tomar el control integral de la sociedad en México.
El primer paso de esta estrategia ya se ha logrado, dar a la educación pública una fama deplorable, la segunda fase está en curso, el control de lo que queda de la educación pública para integrarla poco a poco a un sistema de privatización disfrazado, base real de la reforma (administrativa) educativa. El tercer paso ya se está implementando; la discriminación de la enseñanza, el elitismo académico, la educación “clasista” que impone a quienes nos gobiernan por un factor de status social.
“Los jóvenes de clase media baja son más respetuosos, los de clase alta sienten que siempre tienen la razón, los primeros son más compartidos, mejores compañeros, apoyan más a sus amigos.” -Elisa Riquelme Odi, Profesora.
Los maestros de educación pública son en su gran mayoría personajes que viven de glorias pasadas, en su megalomanía conjunta permitieron que los “chamaquearan” y les dieran el tiro de gracia sin oponer mayor resistencia que unas marchas, gritos y plantones de algunos valientes. Y como niños “berrinchudos” han tomado desquite con los más vulnerables, los alumnos y padres.
Y a pesar de la admirable presencia de algunos excelentes maestros, a mi en lo personal me ha tocado ver, escuchar y poner un alto a un par de maestros “caprichudos” que, envueltos en una soberbia de sapiencia y respeto auto adjudicado, han pretendido imponerme con estulticia, condiciones y razonamientos absurdos e injustos. Pero en su mayoría muchas personas no tienen la capacidad académica, o peor aún consciencia, para refutarles a estos mezquinos glorificados un sólo reproche.
El mexicano pobre, humilde, aún piensa que la educación gratuita no es un derecho y que muchas escuelas públicas les hacen ¡un favor excepcional por aceptar matricular a su hijos!, en su ignorancia agradecen casi besando la mano del maestro tal displicencia.
Y es que actualmente el respeto es como un traje de moda, cualquiera lo puede comprar y usar sin distinción alguna.
¡Qué difícil tarea será para las próximas generaciones desechar los fantasmas del paternalismo y el sometimiento inserto en la psique del mexicano por el sistema de castas, triste legado de nuestra historia que asombrosamente nos sigue azotando!
Importantísimo en la educación es plantar la noción de reconocimiento del ser humano, es decir reconocer en los otros a iguales en un sentido empático, empero está noción es ignorada entre las altas esferas acomodadas de la sociedad.
Una sistema educativo que no promueve empatía es un sistema fracasado. No hay ethos (hábito, costumbre) sin pathos (emoción sentimiento), es decir la necesidad de hacer el bien no existe sin un fundamento emotivo, de empatía.
Y desde luego no estoy refiriéndome a ese bien que se promueve con tanto empeño por los adalides del conservadurismo, la iglesia & Co., sino ese bien o bienestar que es aceptado por todos e integrado en conformidad por la declaración universal de los derechos humanos. Porque tampoco se trata de poner la otra mejilla, se trata de no permitir que alguien golpeé la mejilla de otro, para lo cual es necesario un criterio. Cuando nacemos ya contamos con un temperamento pero es mediante la educación que se forja el carácter en el cual se sustenta ese criterio necesario para la consciencia.
Finalmente estamos sujetos a la mercantilización de la educación, al clasismo académico, nos hemos alejado fatalmente de la educación de calidad e integral para todos, y en ello nada ganamos y si mucho ya perdimos como sociedad.
Victor Roccas
en colaboración con Elisa Riquelme Odi.