“No hay chile que les embone, si no los agarramos, porque no los agarramos; y si los agarramos, porque los agarramos…” -Enrique Peña Nieto.
Así es señoras y señores, a los mexicanos no hay chile que les embone, y no lo hay porque les han metido tantos chiles que ya no hay satisfacción alguna con otras variedades, tenemos una larga historia de hijos de la chingada metiéndole el chile al pueblo de México, y ante la demanda y costumbre se siguen ofertando más chiles para probar, esto lo sabe quique, su primo, la maestra, la del reboso, el briago, la cebra (el burro que se fue rayado), doña marta, la gaviota, el peje, el orejón, los adversarios y toda la pléyade que conforma la maravillosa kakistocracia y califato de déspotas, consortes, vástagos y séquito palaciego, acompañados de un ejercito de lame escrotos pletórico de heraldos orgánicos, bufones y milicia que les sirve, alaba y protege.
Es tal el gusto popular hacia el arte de catar chiles que los vecinos del norte le han surtido abundante producto al pueblo de México con regularidad y a mansalva, y aún así hay quienes claman ser beneficiarios de tan sádico dispendio.
Si, chiles de diferentes tamaños y sabores, laicos o religiosos, tricolores, celestes, verdes, amarillos y rojos, chiles por la derecha, por la izquierda y por el centro, ahora hasta tenemos una nueva variedad muy de moda que aglutina todo en uno, pero finalmente con el mismo resultado… no son suficiente, no embonan pues.
Porque a estas alturas ya el pueblo debería haberse dado cuenta que cada candidato, partido, elección, propuestas, pactos y acciones son otro chile que no embonará, sin embargo el pueblo pide a gritos que le muestren un chile nuevo cada tanto se siente ardido con el chile anterior, y variedades, repito, hay para todo gusto, pues hasta chiles independientes existen, chiles en el nombre de dios, chiles financieros, chiles militarizados nacionales y extranjeros, pero la finalidad siempre es la misma encontrar aquel chile que confirme de una vez por todas que el pueblo de México está curtido.
Y hay que ver con que facilidad, hasta gusto, se tolera semejante glotonería, es cierto hay que reconocerlo, la vulgar frase fue extendida por una de las mentes más limitadas de México quien, sin saberlo todavía, ha confirmado la base ideológica de nuestro sistema de dominio social y masivo…
“Métanles el chile, esperen a que les arda y ya no aguanten, después permítanles creer que ellos escogen otro chile que nosotros les preparamos y ellos mismos sean quienes se lo claven nuevamente”… la cuestión es que siempre serán chiles, ni al menos camotes, plátanos, pepinos o berenjenas, no, siempre será chiles, sus chiles.
Y lo peor de toda esta majadera estrategia es que el chile se suministra por la misma vía… la electoral, no se alarme el recatado lector, y aunque la vía fuera la que mentes pécoras imaginan, el resultado es siempre el mismo; una cogida digna del mal llamado “arte de la tauromaquia”.
Ah, porque hay que ver cuanto amor le tiene el mexicano moderno al chile, parece una droga, un adicción masoquista, tan así que no importa si el chile es puro, o puro chile, o incluso injerto de varios chiles, lo importante es que el chile sea siempre inserto con total auto-convencimiento.
En otras latitudes, pueblos han decidido ya no seguir experimentando con sus cultivos endémicos y recurrentemente fallidos, han desterrado tales, en otros lares ya ni al menos se introducen algo por semejante vía comprobadamente violatoria, y otros pocos han decidido que no hay porque dejar que un individuo o grupito escoja qué introducirles sorpresivamente a los demás.
Pero no aquí en México, no señoras y señores, en México el pueblo es muy macho, y como buenos machos pero temerosos de dios están dispuestos a aguantar chile hasta que la virgen, tata dios, el cura de la parroquia o un oligofrénico en las noticias indiquen lo contrario.
Así los machos mexicanos siguen trabajando como esclavos en la cornucopia del consumismo para ser ellos mismos futuros franquiciatarios en el mercado del chile, o continúan con la fe empeñada en el despertar al mítico México bronco, en la sorpresiva epifanía racial de los juanes del Ejercito, o el nacimiento de un líder que como el sol de Jerusalem derrame la luz de amor y perdón sobre el agobio del pecado, la pobreza y la desigualdad.
Oh, pero alerta mexicanos, el chile que están por escoger sigue siendo chile, y no embonará, no importa si es añejo tricolor, azul en conserva, un chile injerto moreno o uno de cepa independiente.
Lamentablemente los mexicanos están tan embebidos en la fantasía de su libertad de elección que se disponen a jugar a la búsqueda del chile que les ajustará.
De tal forma que la esperanza de un pueblo se cierne sobre la posibilidad de que el próximo chile que “resulte ganador” sea uno que no cause tanto dolor, irritación, ardor e insatisfacción como los anteriores tipos de chile, por ello nuevos chiles se promocionan como el chipotle, un chile mora azucarado con el piloncillo de la fe y esperanza e igualmente preparado con el vinagre del empresariado voraz, ahumado en las cenizas de otros chiles multicolores.
¡Porqué me lleva la chingada, seguirán tragando chile, seguirán aceptando chile, y continuarán quejándose del chile con la única cabrona opción como dogma de cambiar un chile por otro!..
Sólo espero que algún día los mexicanos se den cuenta que se puede vivir sin necesidad de que alguien les indique o recuerde que el único chile que hay no les embona. Un día en el cual ya no sean chiles las opciones de una república.
Victor Roccas