Haciendo una pausa en el camino –empedrado de podredumbre– que hoy transitamos los mexicanos, la celebración del proverbial movimiento obrero del 1o.de mayo nos obliga a tomar una bocanada de oxígeno y preguntarnos sobre el estado actual de la solidaridad proletaria. Es importante la reflexión, para saber en qué mundo estamos habitando.
Las principales casas editoriales europeas se abocan a recordar, en el cuadragésimo aniversario de su muerte, la memoria de Fernand Braudel, el gran estructuralista creador del concepto de historia total. Antes reducida a contar las gestas de los grandes hombres que constituían las épocas, Braudel, junto con Pirenne, Baran y Toynbee, entre otros, cambiaron de raíz nuestra manera de pensar la historia.
Braudel cambió el enfoque. Sustituyó el tiempo rápido del acontecimiento para contar una historia que ya no sólo recurre a los testimonios, sino a la geografía, la economía política y la sociología, imprimiendo la variedad de los colores, tonos y ritmos para conocer el pasado y proyectar el futuro. La historia total, no la que reseñan los textos oportunos y baratos. El aporte de Fernand Braudel es universal.
¿Cuál es la situación proletaria en el mundo actual?
Y es que durante los años sesentas en que apareció el boom del enfoque estructural en las ciencias sociales, André Gunder Frank, Paul Baran, Arghiri Emmanuel y Salir Amin, a la cabeza, retomaron la discusión sobre lo que hoy está sobre el tapete: la cuestión proletaria en el nuevo mundo. Saber realmente dónde estamos parados.
Habiendo desaparecido el modelo leninista de la solidaridad proletaria, estaba el objetivo real de saber si las actitudes de los trabajadores organizados en las grandes firmas sindicalistas internacionales se integraron o no a una sistema de explotación sin fronteras. No en la búsqueda del ilusorio gobierno mundial, sino en el aislacionismo de cada país, donde cada quien ve para su santo.
Todos coinciden en señalar que la tasa de ganancias es igual en todo el mundo, simple y sencillamente porque el capital, un animal miedoso por naturaleza, se desplaza hacia donde los beneficios son mayores. Los viejos imperialistas industriales Rothschild, mecenas de Karl Marx en Berlín, se lo habían comprobado al mismísimo autor de El Capital.
El neoliberalismo se ceba sobre los trabajadores mexicanos
En cuanto a los salarios reales, éstos estaban determinados por razones sociológicas e históricas, lo que permitió establecer el supuesto de que el valor de la fuerza de trabajo se mantiene al nivel de precarias subsistencias en los países dependientes, mientras se multiplicaba por cien veces o más en los centros imperiales.
Del abismo que se registraba entre los salarios, surgió el término de “intercambio desigual”, pues la competencia imperfecta en los mercados alteraba las relaciones de equilibrio entre regiones y las tasas de explotación se imponen a la igualdad formal competitiva del liberalismo económico. Es decir, son radicalmente diferentes.
Las mercancías producidas en el territorio explotado, con bajo valor de salarios, se intercambian por debajo de su precio, y las que se producen en los países hegemónicos, con salarios altos, se intercambian por encima de su realidad. Aun así, el neoliberalismo económico y político dictado por Córdoba Montoya y ejecutado a mansalva por Carlos Salinas de Gortari, se ceba en los obreros mexicanos.
Coyotes desclasados, alentados desde el sexenio salinista
En concreto: las plusvalías salen de sus fronteras a través de los “vasos comunicantes” del comercio internacional. La férrea división internacional del trabajo corresponde a la económica y política. Aunque esto se entendió hace más de cien años, el neoliberalismo lo proclama como inexistente en México, forzado a firmar tratados de libre comercio que sólo benefician a un grupo transnacional ensamblador de automóviles…
… y a grupitos de coyotes desclasados, alentados por el salinismo que pontifica en Harvard, después de que el autonombrado Carlos de México se graduara ahí de “Doctor” con una tesis hechiza –“supervisada” por John Womack– sobre Emiliano Zapata, en una severa contradicción, por decir lo menos. De risa o de indignación, como usted lo quiera tomar. Es más lógica la segunda actitud.
Proletarios de países ricos, explotan a los de países pobres
Lo que sucede en la industria ensambladora automotriz, donde la soberanía nacional ni aparece, se regalan los terrenos, se financia fiscalmente a las transnacionales, se subsidia la infraestructura y los servicios, y se sacrifica a la clase obrera, sucede también en aquellas ramas sujetas a los tratados internacionales…
… como las empresas supuestamente nacionales que en realidad son manejadas por el Imperio japonés, como la bochornosa productora de sal, en Guerrero Negro, donde otros esbirros salinistas como Herminio Blanco, Jaime Serra Puche y el pupilo de éstos, Ildefonso Guajardo, operan como palafreneros y entreguistas de la soberanía, a cambio de salarios completamente fuera de su realidad, pero por debajo de su poca estofa.
También, es cierto, para vergüenza de los traidores de petate, que el proletariado de los países privilegiados participa en la explotación del que es de los países pobres. Esto constituye un obstáculo objetivo al internacionalismo sindical que pregonan la AFL-CIO y las Federaciones Sindicales Mundiales. Es una lápida a la solidaridad proletaria.
Transnacionales, copiaron el modelo: compran a líderes charros
Tiene mucho tiempo, desde finales de la Segunda Guerra, que las empresas transnacionales manejan a su antojo las posiciones de las dirigencias obreras de ese tipo de representaciones internacionales que hoy son realmente una carcajada al servicio de los intereses industriales y financieros, previo moche a los dirigentes nativos de cada país.
En el pasado reciente, esta posición incómoda se salvaba gracias al concepto de “aristocracia obrera”. Esto es, que las ganancias obtenidas por las transnacionales compraban a una delgada capa de domadores proletarios de los países atrasados. Desde luego, aquí la torta se reparte entre esbirros salinistas y peñanietistas y ciertas capas de obreros privilegiados y consentidos por el sistema.
Obviamente, las negociaciones con grupos de presión, sectores empresariales y franjas burocráticas ubican los centros decisorios fuera del alcance –como casi todo– de un aparato gubernamental podrido, empequeñecido y absolutamente corrupto desde sus bases. Hasta que se digne aparecer la solidaridad proletaria y caigan cabezas.
Aislacionismo mental y falta de solidaridad con la raza humana
En un mundo donde todos somos migrantes, donde todos los grupos raciales han transitado, expulsados por las miserables condiciones de sus terruños, de un país a otro desde que se tiene memoria, todavía aparecen expresiones racistas e intolerantes que quieren dar reversa a la historia, cuando ésta circula a velocidad turbo. Es imposible.
No se trata del Brexit inglés o del Frexit francés, no. Esas posiciones salvajes y comodinas de un liberalismo ranchero, no expresan sino aislacionismo mental, falta de solidaridad con la raza humana. Incluso, falta de conciencia con la necesidad que tienen los avejentados países europeos por permitir el ingreso de migrantes que refrescarán su economía y alivianaran sus pensiones. Lo que pregonan en sus campañas políticas los conservadores europeos es suicida.
Todos van a acabar como Trump, que empezó haciendo promesas a los trabajadores automotrices de su país, y acabó proponiendo una reforma fiscal para beneficiar a los más ricos de entre los ricos. Más desnudo que un teporocho durmiendo en cualquier barrial.
Befa de los salinistas y peñanietistas sobre la lucha obrera
Porque los intereses obreros, base de cualquier gobernabilidad, no pueden ser morralla de cambio, como han sido utilizados por los traidores mexicanos. La befa de los salinistas y peñanietistas sobre la lucha obrera tendrá más temprano que tarde un cobro desmesurado en la tranquilidad de la convivencia pacífica. Cuando se haga realidad el enfoque de la historia total y se descubran sus oscuras intenciones.
Y ya no falta casi nada.
¿Usted qué haría?, pregunta el esquirol que se refugia en Los Pinos.
Índice Flamígero: La protección que el PRI –Peña Nieto, en realidad– ofrece a quien fuera uno de los tesoreros del fallido y corrupto gobierno de Javier Duarte, el actual diputado federal Tarek Abdala, mueve a confirmar las sospechas de que en el descarado robo de los recursos públicos de Veracruz participó el actual ocupante de Los Pinos. El legislador, al que se niegan a desaforar, debe haber amenazado con “cantar”… y no, precisamente, “Camello negro azabache”, ¿no cree usted? + + + Sobre la nota publicada hace unos días en el diario La Jornada (“Apoyará el Comando Sur (gringo) vigilancia en la frontera México-Guatemala”), don Rubén Mújica Vélez envía un breve y lapidario comentario que, estoy cierto, muchos compartimos: “¡Yankees, go home!” + + + Apenas el 27 de abril el Senado confirmó a Edgar Elías Azar –cuestionado ex presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México– como embajador de EPN en los Países Bajos, pero desde un día antes, en un artículo publicado en un diario de anuncios clasificados, él ya se firmaba como “embajador”. Su aprobación en el cargo, por lo demás, es cuestionable, pues además de carecer de experiencia diplomática, contraviene a la Ley del Servicio Exterior que fija los 65 años como edad límite… y él tiene 71 años. + + + Y a propósito de aprendices, ¿cómo está eso que en su más reciente comparecencia ante el Legislativo dijo Luis Vi(rey)garay sobre cobrar un impuesto de ingreso al país a los turistas estadounidenses? ¡De verdad que quieren acabarse al país! Y, de paso, robarse también esos recursos.
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