Francisco Gómez Maza
• Empleo y el neoliberalismo pueblerino
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Hay tantas celebraciones cívicas en el año, que todas han perdido su significado, su identidad, su razón de ser. Su propia historia y han sido usadas por los gobiernos como medios de propaganda de las políticas laborales generalmente inspiradas en el liberalismo pueblerino y en el neoliberalismo de estado, que manipula a la clase trabajadora como carne de cañón o mano de puerco para abultar el capital a costa de salarios de miedo.
Sin embargo, pocos, muy pocos trabajadores saben la historia. Los patrones y los gobernantes no están interesados en que la sepan porque podrían rebelarse:
El Día Internacional de los Trabajadores o Primero de Mayo, de acuerdo con los registros de Wikipedia, es la fiesta por antonomasia del movimiento obrero mundial. Es una jornada que se ha utilizado habitualmente para realizar diferentes reivindicaciones sociales y laborales a favor de las clases trabajadoras por parte, fundamentalmente, de los movimientos socialistas, anarquistas y comunistas, entre otros.
Desde su establecimiento en la mayoría de países (aunque la consideración de día festivo fue en muchos casos tardía) por acuerdo del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en París en 1889, es una jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a los Mártires de Chicago. Estos sindicalistas anarquistas fueron ejecutados en Estados Unidos por participar en las jornadas de lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que tuvieron su origen en la huelga iniciada el 1 de mayo de 1886 y su punto álgido tres días más tarde, el 4 de mayo, en la Revuelta de Haymarket. A partir de entonces se convirtió en una jornada reivindicativa de los derechos de los trabajadores en sentido general, que es celebrada en mayor o menor medida en todo el mundo.
En Estados Unidos, Canadá y otros países no se celebra esta conmemoración. En su lugar se celebra el Labor Day el primer lunes de septiembre en un desfile realizado en Nueva York y organizado por la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo (Knights of Labor, en inglés). El presidente estadounidense Grover Cleveland auspició la celebración en septiembre por temor a que la fecha de mayo reforzase el movimiento socialista en los Estados Unidos desde 1882. Canadá se unió a conmemorar el primer lunes de septiembre en vez del primero de mayo a partir de 1894.
El gobierno mexicano es muy ambiguo cuando de darle sentido a la celebración se trata. Acepta que los trabajadores mexicanos están en muy malas condiciones de vida, que el empleo es muy mal pagado, que las grandes mayorías de la fuerza de trabajo y sus familias viven en condiciones de una perversa precariedad y que el empleo se precariza día con día gracias a políticas laborales adversas, pero no acepta que la causa de la precariedad sea la política económica aplicada por las autoridades encargadas de imaginar las políticas públicas entre ellas la laboral. Sin embargo, la reforma recién aprobada por el Congreso ha resultado ser más bien una política de control mercantilista del empleo, que ha generado una malvada tercerización laboral que crea pobres en vez de trabajadores justamente remunerados.
El Día Internacional del Trabajo de este año de 2017 ha traído además muy malas, pésimas, noticias para la economía mexicana. México va a perder un lugar en el ranking por tamaño del Producto Interno Bruto (PIB) y se quedará en el puesto 16 de 189 países este año, el peor sitio desde 1996. De acuerdo con los pronósticos del Fondo Monetario Internacional (FMI), publicados en abril, el valor de la economía mexicana, medido en dólares a precios actuales, disminuirá a 987 mil millones este año.
De confirmarse, el PIB de México valdrá menos de un billón de dólares por primera vez desde la recesión económica de 2009. En cambio, la economía de Indonesia ascenderá a un billón 21 mil millones de dólares este año, de manera que va a superar a México por primera vez en su historia, según las proyecciones del organismo internacional. Apenas en 2001, México presumía una economía cuatro veces más grande que el país asiático, de 725 mil millones de dólares contra 175 mil millones.
Desde que inició el siglo, México ha sido rebasado por Brasil, Rusia, India, España, Corea del Sur y Australia. El FMI expone que cada país reporta el PIB en su propia moneda, por lo que para poder compararlos, se vuelve necesario que sean convertidos en una divisa común, en este caso el dólar. México llegó a formar parte del top ten de economías más grandes del mundo a principios de este siglo, incluso alcanzó el noveno lugar entre 2000 y 2002, aunque también fue clasificado en el puesto 16 hace 21 años.
En la actualidad, el top ten está conformado por tres naciones americanas, tres asiáticas y cuatro europeas. Estados Unidos ha liderado el ranking global desde el siglo pasado y va a continuar en la cima por lo menos la siguiente década, según la institución que dirige Christine Lagarde. El PIB de China sigue en el segundo peldaño desde 2010, después de ocupar el sexto a inicios de este siglo, mientras India va a ocupar ese lugar en 2017, tras ubicarse en el sitio 13 en 2000.
El economista senior de Banorte, Alejandro Cervantes, opinó que México va a perder un lugar en el ranking este año, en parte, por la depreciación del peso ante el dólar que prevé el FMI. Comentó que la economía nacional ha tenido un crecimiento bajo durante la última década, porque la productividad total de los factores se expandió menos que en otros países. En otras palabras, México necesita producir más tras usar maquinaria y equipo, el trabajo de habitantes, materias primas, la energía y los servicios.
Sin embargo, Cervantes prevé que la economía mexicana regrese al top ten en los próximos 10 años, debido a las reformas estructurales, las cuales van a modificar su crecimiento potencial. De seguir la relación comercial con Estados Unidos, la industria manufacturera va a crecer a mayor velocidad, pues México ofrece los segundos salarios más bajos del sector entre países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
“El país tiene una población joven y va a continuar teniéndola durante los próximos 20 o 30 años, lo que también va a permitir un mayor crecimiento económico”, agregó Cervantes. Anticipa que la mano de obra competitiva en el país genere un crecimiento acelerado de la producción manufacturera que luego se traducirá en mayor consumo privado. “México debería incentivar más inversiones en la industria manufacturera y requiere de cambios estructurales para elevar el capital humano de los trabajadores”, recomendó.
Expuso que la mano de obra barata en China estimuló los flujos de inversión en el país y eventualmente se tradujo en mejores salarios, además de que su entrada a la Organización Mundial de Comercio generó un crecimiento extraordinario de su economía. Explicó que India se benefició de los costos baratos de su mano de obra en servicios y del alto capital humano, mientras Brasil aprovechó su mayor población y la apreciación del real para mejorar en el ranking por tamaño del PIB en dólares. El PIB es el mejor barómetro de la actividad económica, pues mide el valor de todos los bienes y servicios producidos en un país o región.
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