Jorge A. Barrientos
Según Tomas de Aquino, la alienación es la posesión del hombre por el demonio; seguramente ese es el concepto de la palabra que usan las autoridades cuando clasifican de manera tan ligera una de las crisis que vive nuestro país, al decir “se matan entre ellos”, ellos, como quien habla de seres salidos del inframundo y no mexicanos que como todos los nacidos en este país, que algún día debieron tener los derechos básicos de cada ciudadano, para evitar ser víctimas o victimarios en este momento tan sangriento que estamos viviendo, pero que políticos corruptos e indiferentes a las necesidades del país les negaron.
De manera que como si se tratara de hombres poseídos por el demonio, hablan de narcos, de víctimas o victimarios con un desprendimiento que espanta, sin tomar la responsabilidad, nadie, de que esos seres poseídos, son parte de este país nuestro de cada día.
Hoy día la palabra alienar se refiere a la perdida de la identidad, algo que es bastante común, cada vez las personas parecen más maniquíes producidos en masa, listos para mostrar en algún aparador de las miles de plazas, que seres individuales y auténticos, el hablar, el vestir, el razonamiento, todo parece producirse al mayoreo. Esto no tendría mucho de preocupante de no ser que los modelos en los que se moldean estos clones, no son hechos con el mejor de los moldes, no vemos jóvenes imitando a científicos, filósofos, artistas (de los de verdad), trabajadores sociales, sino que vemos a jóvenes copiando al cantante de moda que no sabe ni escribir, esperando ser político porque el dinero cae fácil o copiando el modelo de los narcos de moda.
Claro que en esto llevamos culpa todos, pues somos una sociedad apática y materialista que lo más fácil es dejar a nuestros hijos en una plaza comercial o en el cine, antes que llevarlos a un parque o hacer actividades, junto con ellos, que les fomenten el ser personas de bien.
De manera que esa alienación es culpa tanto de ellos como de nosotros, de ellos porque les importamos un bledo y de nosotros, por lo mismo.
De manera que la próxima vez que oigas eso de, “se matan entre ellos” piensa, si ellos antes, no fueron nosotros.
Y a los extraterrestres recuerden, primero infórmense, después opinen.