* El fondo de identidad es reemplazado por la globalización, lo fúnebre está en el número de muertes que crece día a día. Lo fútil es la idea que tienen de su propio poder. Un twitter trumpiano los amaga
Gregorio Ortega Molina
Los gobiernos se consumen en su debilidad y sus miedos. Nunca fue verídica la conjura comunista inventada para no reconocer el conflicto social, el atorón del desarrollo estabilizador, del milagro mexicano.
Luego se sirvieron de las analogías con las enfermedades: un catarrito en EEUU es gripa en México. Las autoridades gubernamentales responsabilizan a otros cuando se muestran incapaces de explicar las razones de sus fracasos, cuando saben que no tienen respuestas a las legítimas exigencias de los gobernados.
En respuesta a toda ocurrencia de Donald Trump sobre el muro y el TLC, la economía mexicana tiembla y en el Poder Ejecutivo muchos de los que lo integran se “apanican”.
Recuerdo los monólogos de los cronistas de box de mi adolescencia, y me regresa con todo su significado la palabra finta. Y luego la derivación útil lo mismo para el deporte que para la política, a fin de cuentas ambas actividades son ejercicios de poder: se fue con la finta.
El residente de la Casa Blanca trae a nuestros gobernantes como “pericos a twitazos”, no les deja respiro, porque sabe que para tenerlos donde él quiere, basta con que le tangan miedo.
La realidad, como me dijo Francisco Borrego cuando compartimos responsabilidades en Estocolmo, Suecia, es cruda, ruda y azarosa. Más que sujeta a los datos duros, los trae agarrados de las debilidades puras y duras e innegables. Cae una profunda desconfianza sobre quienes mangonean en este momento, porque la sociedad está consciente de que Trump no sabe gobernar, y nuestros políticos no han querido aprovechar esa ventaja.
La lógica de la tragedia que padece la nación es irrefutable. Para explicarla, E. M. Cioran dejó escrito -como su hubiese pasado por México apenas ayer- lo siguiente: “La existencia sólo posee legitimidad o valor si se es capaz de discernir, en el nivel mismo de lo ínfimo, la presencia de lo irremplazable. Quien no lo logra en absoluto reducirá el espectáculo del devenir a una serie de equivalencias y de simulacros, a un juego de apariencias sobre un fondo de identidad. Se creerá clarividente y lo será sin duda, pero la clarividencia que alcanzará, a fuerza de hacerle oscilar entre lo fútil y lo fúnebre, acabará hundiéndole en obsesiones infructuosas, en el abismo del sarcasmo y la complacencia de la retractación”.
El asunto es serio. El fondo de identidad es reemplazado por la globalización, lo fúnebre está en el número de muertes que crece día a día. Lo fútil es la idea que tienen de su propio poder. Un twitter trumpiano los amaga.
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