PARIS, FRANCIA, 9 de mayo (AlmomentoMX).- El presidente más joven de la historia de la democracia francesa, se llama Emmanuel Macron, tiene 39 años y una trayectoria política como una obra de ficción narrada por Balzac.
Su vida como una novela “coming of age”, donde el personaje va superando iniciaciones, el enamoramiento, la entrada en el mundo de la política, el enfrentamiento con el inmovilismo del estatu quo, la vida como una pendiente de quien se sabe portador de una promesa desde edad temprana.
Una existencia que también recuerda la trama de una de las obras de la literatura francesa más reconocidas, Le Petit Prince, de Antoine de Saint-Exupery.
El Principito viaja entre universos con un mensaje simple, profundo, trascendental, la pureza de su espíritu como espada, ante la superficialidad, la arrogancia, la ignorancia, aquello que alimenta los extremismos.
Así Macron, con un bagaje cultural y educativo sólido, emprende el viaje a partir de que se enamora siendo menor de edad de su maestra de secundaria, quien se convertiría años después en su esposa, desafiando todos los convencionalismos.
Macron el aprendiz de rey se gradúa de las escuelas de élite francesas, a lo largo de una época que no conoció la guerra, siendo parte de una generación que transitó entre el siglo XX y el XXI, de lo análogo a lo digital, formándose en una Europa sin fronteras, con intercambios estudiantiles internacionales a la carta, construyendo realidades por medio de mensajes de texto.
Su gran conquista, la jefatura del estado francés, llega en un momento clave en la evolución de la vida política y social francesa. Un momentum vacío de tomadores de decisión, llenado por discursos rayanos en la charlatanería, simulación de política para consumo de los desheredados de la globalización.
Macron se presenta como catalizador de una sociedad mega diversa, que dejó de reconocer los límites de la izquierda o la derecha, que demanda una reestructuración del gobierno, inclusiva, comprensiva, profesional, abarcadora, con altura de miras hacia el futuro de la República y de Europa.
Si no hubiera existido, Michel Houellebecq, el novelista “posmoderno”, habría inventado el personaje de Emmanuel Macron. En Soumission anticipa una elección en la que el candidato de origen tunesino de un partido que representa los intereses del Islam, gana la elección presidencial. Hiperboliza una tendencia que parece irreversible, que tiene que ver con la relativización del laicismo en Francia, frente al fenómeno del encuentro de culturas y religiones en las calles de las principales ciudades de Francia, pero sobre todo en sus suburbios. Como supuesto negado, imaginemos qué papel habría jugado Macron como personaje de ficción en una novela de Houellebecq, cuando que hasta el empresario multimillonario Carlos Slim, en La Carte et le Territoire, aparece caracterizado como coleccionista de arte conceptual.
AM.MX/fm
Pero más allá de la ficción, o más acá en la realidad, la elección de Macron a la presidencia de la quinta potencia mundial, abre más preguntas que ofrece respuestas. Como sabemos las campañas no necesariamente reflejan las realidades de la política, del equilibrio de poderes, del sistema partidista. Sin una conclusión clara, absteniéndome de cualquier predicción, termino por imaginar al personaje Macron enfrentando una prueba iniciática más, como en el Cantar de Roldán, quien tendrá que reencontrar su naturaleza, la madera con la que está hecho, para poder cabalgar en pleno siglo XXI.
AM.MX/fm
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