Javier Peñalosa Castro
A poco más de una semana de los comicios para elegir gobernador en el Estado de México (claro, también en Nayarit y Coahuila), el panorama se parece cada vez más al que ha prevalecido en ocasiones como esta durante los casi 90 años que tiene de existencia el PRI.
De manera por demás evidente, funcionarios del más alto rango han estado en campaña en la tierra de Peña Nieto, inaugurando carreteras, hospitales y otras obras públicas y —dicho sea de paso— derrochando recursos a diestra y siniestra con la intención de allegarse el voto del mayor número de personas y asegurar con ello el triunfo a Alfredo del Mazo Maza, un candidato que no es totalmente del agrado de los mexiquenses, pero que ha sido insuflado artificialmente por medio de campañas publicitarias, “estrategias de imagen”, entrenamientos de manejo de medios y un interminable etcétera de recursos de mercadotecnia política para intentar el milagro de que se imponga en las elecciones del próximo 4 de junio.
Las maniobras de los priistas, por supuesto, incluyen la vieja táctica del “pleito ratero”, que consiste precisamente de acusar de despojo a quien se ha atracado. Así, el gris líder de ese partido y el delegado para los comicios, José Carlos Marín, acusan a Delfina Gómez, la candidata de Morena, que ha hecho una campaña austera, apoyada básicamente en el respaldo de Andrés Manuel López Obrador, de realizar gastos excesivos de campaña, mientras que el PRI reparte despensas, aparatos electrodomésticos, trafica con créditos y reparte tarjetas de débito en las que ofrece realizar depósitos una vez concluida la elección, y a condición de que los beneficiarios sufraguen por el candidato del tricolor.
Las maniobras desesperadas de los priistas incluyen la difusión de videos por demás sospechosos en los que supuestas almas caritativas ofrecen dinero a diestra y siniestra a personas supuestamente cercanas a López Obrador (y, por asociación, a Delfina) así, nada más, por ganas de “apoyar”.
Algo que caló muy hondo entre los priistas fue el comentario del yerno de Elba Esther Gordillo en el sentido de que —de acuerdo con el más puro sentido común— los maestros harían bien en votar por la maestra Delfina.
Otro de los recursos utilizados por el líder priista Enrique Ochoa Reza y su cohorte para intentar desprestigiar —y restar votos— a su más poderosa rival consistió en acusarla de haber dispuesto de parte de los salarios de algunos trabajadores municipales durante su gestión como presidenta municipal de Texcoco. Por supuesto, la acusación difícilmente prosperará, pero mientras tanto, ya sembró alguna duda sobre la honestidad de la candidata.
Los priistas también han recurrido a todas las instancias —INE, Fepade, etc.— para señalar supuestas irregularidades durante la campaña de la candidata de Morena. En algunos casos, el INE ha actuado con inaudita agilidad para sancionar presuntos actos anticipados de campaña de Morena y, que se sepa, ni siquiera ha amonestado a algún otro partido por irregularidades cometidas durante el proceso.
A esta estrategia hay que sumar —aun suponiendo que fuese de buena fe – el anuncio de que PAN y PRD podrían aliarse e impulsar a un candidato común para la elección presidencial del año próximo, y el empecinamiento del PRD en mantener a un candidato testimonial en la contienda por el estado de México, cuando con su declinación prácticamente amarraría un triunfo para la izquierdista Delfina Gómez.
Quien sí declinó, en una actitud plausible, aunque poco sumará a la causa, es el aspirante el PT a la gubernatura mexiquense, Óscar González Yáñez.
Por todos los elementos que tenemos a la vista, la del domingo 4 de junio será una elección plagada de recursos que suponíamos extintos, como el robo de urnas, la compra descarada de votos, el acarreo de votantes y otras lindezas características de la picaresca priista, que le dieron a ese partido muy buenos resultados en el pasado, cuando predominaba la población rural y las irregularidades podían ser tapadas por medios informativos a modo y por la desinformación.
Actualmente las redes sociales y las facilidades para registrar fotografías, videos y grabaciones de audio con la mayoría de los teléfonos celulares hará mucho más difícil que las trapacerías pasen inadvertidas.
Sin embargo, algo podemos tener por seguro: el PRI luchará con todos los recursos a su alcance por mantener el poder en este enclave fundamental que es la entidad federativa más poblada del País, y que si todos sus recursos son insuficientes para obtener la victoria, recurrirá a todo lo que esté a su alcance tratar de revertir el resultado. En contraste, si del Mazo llegara a lograr una victoria por el menor margen, o incluso si es derrotado por una diferencia igualmente justa, la defenderán con todo para intentar lograr que se siente en el palacio de gobierno de Toluca.
La próxima semana habrá que esperar un recrudecimiento de las campañas negras, y una lucha en la que quienes se sienten propietarios a perpetuidad de ese importante estado habrán de dejar el alma en el intento.