Francisco Gómez Maza
• Democracia, palabra para dominar a los pueblos
• El gobierno del pueblo y para el pueblo, una falacia
Las elecciones, todo proceso electoral en el que compiten partidos políticos, son la simulación de la simulación. El hacer como que se le entrega el poder gubernamental a la mayoría, cuando sabemos que lo que se impone en las urnas de votación es el fraude electoral, la compra de dignidades, en el caso de México, de parte de esa dictadura perfecta electoral llamada PRI.
No podemos confiar en que el voto de los ciudadanos sea libre porque la mayoría de los partidos afines al PRI se encargan de corromper el proceso que ellos llaman democrático. Y las autoridades encargadas de administrar estos procesos, como el Instituto Nacional Electoral y sus adláteres estatales, fingen otorgarle al pueblo el poder de gobernarse. Y sabemos que esto es una mentira.
Que quien gobierna no es el pueblo sino los dueños del poder económico y del poder político y lo mismo ocurre con los partidos de derecha, de izquierda y del inexistente centro izquierda, centro derecha o centro democrático. Por más que alguna izquierda “decente” se esmere en crear estructuras de poder popular, llega el momento en que se convierten en dictaduras, como ha ocurrido en la Ciudad de México con un partido que prometía democracia y libertades llamado PRD.
Y al final del día otro tanto ocurrirá con Morena, como está ocurriendo ya con ese partido en delegaciones políticas como Cuauhtémoc, en donde el delegado Ricardo Monreal hace y deshace a su arbitrio y tiene abandonados a muchos sectores de la población de esa amplísima concentración urbana. Y tal autoridad salió del Movimiento de Regeneración Nacional. El objetivo de Monreal es llegar a ser jefe de gobierno de la ciudad y no se ve que le importe mucho el bienestar de los ciudadanos de la delegación que para la cual fue electo.
Del PRI ya ni hay que hablar. Tenemos muestras de que el gobierno de Enrique Peña Nieto está dedicado a los negocios, muchos de ellos sucios. Y le importa un comino la marcha de la economía nacional, el desempleo, el empleo muy mal remunerado de quienes tienen trabajo, la salud, la educación, la pobreza y la miseria de la gente. Otro tanto ocurre con el jefe de gobierno de la ciudad de México, Miguel Mancera Espinosa, puesto ahí por el PRD.
Así, la palabra democracia se vuelve un mito, una palabra hueca, con un sentido tonto, que sólo sirve para manipular a los pueblos que en realidad creen la mentirota de que la democracia les otorga el poder de gobernarse. Mentira. Jamás ha sido así, Ni cuando mi pariente Juan José Arévalo Bermejo fue votado como “el primer presidente democrático” de Guatemala. Bueno, ni siquiera en los tiempos de los griegos, presuntamente inventores de la democracia, se practicaba como el gobierno del pueblo y para el pueblo. Los únicos “demócratas” eran los de las clases poderosas, los dueños, los magnates, los filósofos, los amos.
Esto siempre ha pasado en México y más actualmente. La política mexicana es un gran juego de simulaciones. Yo simulo, tú simulas, nosotros simulamos, vosotros simuláis, ellos simulan. Y Todo el mundo dice creer en algo increíble: la democracia que sólo en su raíz griega (Demos y Kratos) significa el gobierno del pueblo.
Pero bueno. Sea lo que fuere. Los mexicanos aspiran a un cambio. La mayoría está cansada del PRI y concretamente del actual presidente. Hoy se está simulando la democracia.
Hablando sólo del Estado de México, que es el lugar más emblemático porque ahí se juega el poder del cacicazgo heredado por el profesor Carlos Hank González, esta noche debe conocerse si se mantiene lo que AMLO llama “la mafia en el poder”, o ésta es doblegada por una mujer de pueblo, una maestra de escuela que podría significar un cambio profundo en las relaciones de la sociedad mexiquense con el poder gubernamental.
Y marcar un nuevo rumbo, llamémosle democrático, a la nación. Los mexicanos tienen derecho a soñar.