CUENTO
Chico Avispa nació en el año 2017 d.C., o sea después de la Colmena. Años después, cuando creció y se convirtió en hombre, se volvió mujeriego. Le gustaba picar a muchas mujeres -de aquí el porqué de su nombre-. Un día, una de las tantas a las que había picado quiso vengarse de él, porque la había engañado diciéndole que ella era la única. Así que una tarde lo llamó, y él, que se creía muy guapo, sexy e inolvidable, aceptó.
Ding, dong… Chico Avispa escuchó sonar el timbre por más de un minuto, hasta que por fin ella vino a abrirle la puerta.
-¡Bienvenido seas otra vez a mi casa, Chico Guapo! Espero que todavía la recuerdes.
-¡Desde luego! -contestó él-. ¡Cómo podría olvidarla, si aquí tú y yo… nos la pasamos muy bien!
La mujer lo condujo al comedor, y le dijo:
-Quería recordar los viejos tiempos, cuando tú y yo, ya sabes, después de ir al cine veníamos aquí a… cenar. Así que esta noche te he preparado una cena muy exquisita… ¿Comemos?…
Esa noche, cuando Chico Avispa regresó a su pent-house, o sea a su departamento de soltero, no pudo dormir para nada. Se levantaba, se acostaba y enseguida se volvía a levantar. Corría al baño agarrándose su estómago, porque le dolía muchísimo.
“¡Este vez sí no llego!”, pensaba, mientras bajaba corriendo las escaleras. Su casa era de dos pisos, pero sólo tenía un baño, y este estaba en la planta baja.
-¿Qué habré comido? -se preguntó, mientras escuchaba salir por décima vez aquel chorrillo de su orificio. -Chico Avispa tenía diarrea.
Después de regresar a su cama siguió tratando de recordar todo lo que había comido durante el día, hasta que por fin se dio cuenta de que su estómago le había empezado a doler justo después de haber regresado de su cita. Chico Avispa no sabía que la mujer, para hacerle pagar por su engaño, le había echado laxante a su sopa de coditos.
Ella se llamaba Kevina Acereto. Esa misma noche, como todavía eran las once, Chico Avispa decidió regresar a buscarla para reclamarle, pero cuando llegó y derribó la puerta de una patada, se llevó una gran sorpresa. Kevina estaba acompañada por otro hombre.
-¿Qué hace éste hombre aquí? -preguntó Chico Avispa, furioso.
-¡Es mi esposo! -le respondió ella…
Su esposo se llamaba Dancas, y era un mutante que tenía el poder de volar; también tenía una fuerza insuperable, pero Chico Avispa no lo sabía. Esa noche, por cierto, no pudo darle su merecido a la mujer, pero esperaría…
Después de unos días, cuando él regresó a buscarla, no pasaba nadie cerca de donde vivía. “Mejor. Así nadie me verá entrar”, pensó. Porque lo que planeaba hacerle a la mujer era algo muy feo.
Dancas, el marido de Kevina, se encontraba trabajando, así que ella estaba sola. Chico Avispa, esta vez decidió ser un poco más sofisticado; no derribaría la puerta, como la otra noche, sino que solo forzaría la cerradura…
Cuando Kevina lo vio, gritó. Chico Avispa corrió hacia ella y la ultrajó, más bien trató de ultrajarla, porque Chico Araña, amigo de Dancas, se lo impidió. Chico Araña se encontraba trepado en un árbol, cuando vio llegar a Chico Avispa a la casa de su amigo. Dancas le había encargado que viniera a cuidar a su esposa, porque estaba seguro de que Chico Avispa regresaría.
Chico Araña, que también tenía una fuerza descomunal, había salvado a Kevina de algo muy atroz. Después de someter al agresor, le amarró todo su cuerpo con unas sogas y lo aventó al suelo muy fuertemente. -Chico Avispa dijo “¡auch!” cuando su cabeza se estrelló contra la pared-. Luego marcó el celular de su amigo, y éste vino volando, entonces entre los dos empezaron a golpear a Chico Avispa. Como éste estaba indefenso, casi lo mataron…
Él se volvió viejo, y ya nadie lo quiso. Porque desde que sucedió aquel incidente se volvió “famoso”. Su intento de querer violar a Kevina había sido publicado por todos los periódicos. Cuando lo veían en la calle todos decían-: “¡Cuidado! ¡Ahí viene el acosador!” Y él se molestaba mucho. Con todos quería pelearse, lo cual hacía, pero siempre perdía.
Un día, mientras se peleaba, su oponente le dio un mal golpe en el ojo, lo cual lo dejó visco. Ahora todos le hacían maldad, se burlaban de esto. Cuando lo veían siempre le decían-: “¡Ahí viene visco man!” Ya nadie lo conocía como Chico Avispa.
Los años pasaron, y un día Chico avispa volvió a sentir dolor en su vientre.
-¿Acaso será diarrea otra vez? -se preguntó-. ¡Pero si hace años que no pico a ninguna mujer…!
Cuando fue al médico, éste le dijo-: “¡Está usted embarazado!”, a lo que él le respondió: -Pero ¡cómo! Si hoy hombre, ¡Nunca he hecho nada de nada…!
-El doctor le dijo-: “No. Pero si te tocas mucho puedes quedar embarazado.” -Ah, ahora entiendo. ¡Es eso!… -Chico Avispa tenia varicela.
Nueve meses después Chico Avispa daba a luz a su hijito, el cual era feo, ¡pero feo!…, pero también muy inteligente. Así que decidió mudarse de casa, para que nadie se burlara de él. En el primer día en su nuevo vecindario conoció a su nuevo vecino, que era un elotero y se llamaba Abel. Cuando éste lo vio, como ya sabía la historia de su embarazo, empezó a hacerle mofa. Todas las mañanas, cuando se lo encontraba, siempre le decía-: “¡Ahí está la Chica Avispa!” Al escuchar esto, Chico Avispa se encabronaba muchísimo. Entonces corría a golpear a Abel, pero nunca le atinaba. En cambio Abel sí. Siempre le surtía dos o tres fuertes golpes, para luego enseguida arrancaba a correr…
Meses después, Abel, al prosperar muchísimo con sus elotes, decidió irse a vivir a otra parte. Kevina y Dancas, de tan pequeño que es el mundo, vinieron a vivir en el nuevo barrio de Chico Avispa. Pero él nunca más los volvió a hablar -cómo iba a hacerlo-. Desde entonces vive feliz con su hijo feo, solo ¡pero feliz!
FIN.
ANTHONY SMART
Junio/07/2017
Nota: Este cuento se escribió en colaboración con: Abel de Jesús Hernández Flores, Ángel de Jesús Kú Cauich, Daniel de Jesús Balam Herrera, Kevin Acereto Tun y Gamaliel Hernández López; todos ellos son alumnos del primer grado grupo E, de la escuela secundaria Núm. 16 “Dr. Jaime Torres Bodet”.
Este cuento fue presentado a los alumnos de esta escuela, el día 16 de Junio del año 2017.
Muna, Yucatán, México.