Claudia Rodríguez
Se mentiría si se afirmara que los ejercicios democráticos de México son los más infames. En otras naciones del mundo también se cuecen habas; sólo voltear hacia los Estados Unidos, en donde el mismísimo presidente Donald Trump, enfrenta sospechas respecto a que fue ganador de una elección con intromisión desde Rusia.
Pero aquí no se trata de comparar, y sí de situarnos. También de reconocer que más que ser imperfecta la democracia mexicana por su desarrollo y consolidación en el tiempo; es en realidad una democracia viciada y violentada.
La democracia no sólo se constriñe a la jornada electoral y sus resultados, sino también a la rendición de cuentas, y en su caso, al castigo correspondiente, también al desarrollo nacional y la calidad de vida de todos los habitantes de cualquier país.
Aquí en México, la democracia se tuerce de manera descomunal y pocos son los que enfrentan el escarmiento legal y justo.
Es más, en las democracias poco viciadas, no son los ciudadanos los encargados directos de denunciar actos de ilegalidad o corrupción del partido gobernante, son los otros partidos en el sistema y la competencia, los que hacen esta tarea. En el caso mexicano por el contrario, los partidos políticos son comparsa del partido en el poder, porque quieren acceder al mismo para realizar las mismas prácticas de compadrazgo y enriquecimiento. Por eso no se preocupan en dar seguimiento a las denuncias y mucho menos las documenten de forma frecuente, sólo claro, cuando a sus intereses conviene.
Para muchos nuestra democracia mexicana está en pañales, pero no tanto por sus primeros años –que han sido décadas–, sino por las imprudencias que ha cometido.
La clase política mexicana que se arropa entre sí, requiere la presión de la sociedad civil para madurar, no sólo para crecer.
Porque en la línea en la está desplegándose la democracia nacional, se está gestando como una adulta corrupta, ilegal, prepotente, grosera, intolerante y más, que de no hacer algo la sociedad tomando la tutela de la misma, ésta se consolidará de la peor forma.
Sólo hay que asomarnos a las elecciones del pasado 4 de junio, en las que democracia fue mancillada en el escalón del sufragio ciudadano que día a día, en tiempos de elecciones o no, se deshonra con la tarea de coerción del voto.
Es así la democracia mexicana, la que se vende, la que se prostituye y corrompe todos los ámbitos nacionales.
Acta Divina…”La democracia en riesgo de descarrilarse”: Lorenzo Córdoba, consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE).
Para advertir… ¿O de encontrarse con la izquierda?
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