* La voz, la imagen, la presencia de María de Jesús Patricio Martínez adquirirá relevancia en la medida en que los intelectuales, los medios, los reporteros y columnistas, asuman, con responsabilidad, el desafío de empezar la recuperación de esa esencia del ser del mexicano
Gregorio Ortega Molina
En algunos aspectos la globalización nos despoja de todo sin posibilidad de reconstruir lo perdido, porque atañe al orden de los sentimientos (de la Nación, diría Morelos), las ideas, los valores cívicos, éticos y morales. Corresponden a la esencia de ser del mexicano. Estorba para la integración a América del Norte.
De allí que resulta trascendente el hecho de que se aspire, se pretenda rescatar un nacionalismo que va más allá del espacio territorial y del petróleo y la soberanía; rescatar también conceptos como el sentido de pertenencia y esa idea de PATRIA que sobrevivió en el carruaje de Benito Juárez durante el muy breve Imperio Mexicano de Maximiliano de Habsburgo.
Naturalmente no faltarán quienes ridiculicen la presencia nacional y la candidatura de María de Jesús Patricio Martínez, mujer indígena nahua de Tuxpan, Jalisco, que “representará la voz de los pueblos originarios del CIG en el proceso electoral del año 2018”, como lo indicó el Congreso Nacional, en un comunicado emitido a fines de mayo último.
Incluso los supuestamente articulados en su inteligencia, sus emociones y sus ambiciones políticas, como lo es el dirigente de Morena, Andrés Manuel López, tenderán a minimizar -como lo hizo desde octubre de 2016- la candidatura presidencial anunciada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN); la calificó como una maniobra para “hacerle el juego al gobierno”.
También en octubre pasado, durante un evento en Huejutla, Hidalgo, el señor López criticó al movimiento zapatista por las diferentes posturas que ha asumido en los procesos electorales cuando él ha sido candidato a la presidencia.
Supongo que piensa que el mundo está en su contra.
La voz, la imagen, la presencia de María de Jesús Patricio Martínez adquirirá relevancia en la medida en que los intelectuales, los medios, los reporteros y columnistas, asuman, con responsabilidad, el desafío de empezar la recuperación de la esencia de ser del mexicanos, tan denostada por los mirreyes, tan aborrecida por esos mismos estadounidenses que llevaron al poder a Donald Trump, y tan despreciada por esos globalizadores que ven en la inteligencia y en el pensar un riesgo, un peligro para imponer ese feroz colonialismo disfrazado de desarrollo armónico e incluyente.
Lástima que falleció Luis Villoro, que tan bien articuló en las ideas la presencia del indigenismo neozapatista. Espero que su hijo Juan y otros destacados hombres de letras y de luz retomen su trabajo, porque de otra manera lo poco que queda del ser del mexicano, será absorbido por la globalización.
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