Francisco Gómez Maza
• Pero preocupa la persecución a los “enemigos”
• Están a merced de los “dueños de la verdad”
La escandalosa novedad estriba en que, en esta ocasión, interviene un periódico extranjero de gran prestigio en la denuncia de las escuchas ilegales a periodistas, defensores de los derechos humanos y activistas anticorrupción. Lo normal en México es que los sucesivos gobiernos federales practiquen, a través de sus mecanismos de espionaje, la escucha a quienes consideran sus enemigos, o amenazas para lo que ellos llaman seguridad del estado.
El espionaje gubernamental no es nuevo. Muchos periodistas lo hemos sufrido en carne propia. El escándalo de ahora resulta de que el gobierno der Peña ha invertido millones de dólares para hacer más sofisticado el método de los vigías, de los espías en contra de sus enemigos, o de quienes el gobierno considera sus enemigos o ni siquiera enemigos sino personalidades inclusive a modo del gobierno pero que pueden aportarle información en función de sus relaciones profesionales, amistosas o familiares. En última instancia son muchos los espiados en el campo del periodismo, de la defensa de los derechos humanos, de los luchadores anticorrupción, de los políticos de oposición, de los ministros religiosos “peligrosos” como en su momento los desaparecidos obispos Sergio Méndez Arceo y Samuel Ruiz García o el obispo de Saltillo, Raúl Vera López, o el padre Alejandro Solalinde, todos defensores de los derechos humanos.
Es preocupante que los gobiernos sucesivos consideren a los periodistas críticos como enemigos personales y del Estado, aunque también espían e investigan a sus amigos, por ejemplo a los periodistas a modo. Espiar para los gobernantes es como un diabólico deporte o una perversa diversión.
Por supuesto que los espiados se asustan, se preocupan, algunos toman muy en serio esa diversión insana de las policías, de la inteligencia militar, del mismo presidente de la república. Da caché investigar a “los enemigos”, Estos señores del gobierno han visto muchas películas de espías, y envidian a la CIA, al FBI, a la, hasta donde sé, desaparecida KGB, que en serio se dedican a las actividades del spy. Se sienten agentes de esos chorizones fílmicos en los que la espía rusa se acuesta con el espía estadounidenses y revuelven las sábanas de la misma cama para sacarse la sopa.
Pero no porque yo tome a chunga el asunto no deja de ser grave, Y muy grave.
Pero no porque yo tome a chunga el asunto no deja de ser grave, Y muy grave. Quién entonces garantiza la libertad de conciencia, en primer lugar. Quien garantiza la defensa de los derechos humanos, quien garantiza el derecho de los profesionales de la prensa a investigar y a destapar las cloacas en las que se revuelcan los puercos de la gran granja orwelliana.
Los periodistas, cuyo papel es destapar cloacas y denunciar corrupciones, no tienen defensa alguna. Los defensores de los derechos humanos, igual. Y pueden ser asesinados en cualquier momento sin que nadie haga nada por descubrir a los asesinos, como a ocurrido con los asesinatos de periodistas ocurridos en los primeros cinco meses de este año. Parece escucharse un vozarrón cavernícola que dice; mátenlos, mátenlos en caliente. Por qué se meten entre las patas de los caballos, como acostumbraban decir en las guerras intestinas, que no revoluciones.
No entienden estos gobernantes que el papel del periodista es ese. Denunciar lo que está mal hecho. Lo que no se hace. La injusticia, la corrupción de los políticos, la impunidad. Quien no hace este trabajo no es periodista, Puede ser propagandista del gobierno. Pero jamás periodista, Pero resulta que estos periodistas que no son a modo del poder son enemigos del poderoso, del presidente, del gobernador, del alcalde, del cacique político. No dudo que en los asesinatos de periodistas estén ausentes las manos de un político asesino.
Y no nos podemos conformar con que el gobierno diga que no hay pruebas de que espía a quienes considera sus enemigos. Claro que los espía. Todos los periodistas, por lo que a nosotros toca, lo sabemos, tenemos pruebas, hemos sufrido la persecución derivada del espionaje de la perversa inteligencia gubernamental. Con todo, en mi caso puedo concluir: cómo me dan risa los espías de gobernación, de la defensa, de la presidencia. Pero me solidarizo con quienes hoy están padeciendo la persecución gubernamental porque al presidente le enoja que sean críticos de su conducta.
Debo decirles que por lo que toca a mi no me preocupa. Es más, me divierte. Siendo reportero de la Revista Prpceso, allá por el año del 1976, fui encarcelado en la academia de policía de Balbuena, de dónde fui liberado por órdenes del entonces secretario de gobernación, Jesús Reyes Heroles, a instancias de mi director Julio Scherer García. Gobernación tenía archivada toda mi vida profesional e inclusive familiar. Torpes. Un reportero de Proceso podría publicar un reportaje en torno a la corrupción de la policía, pero jamás desestabilizar al gobierno. Torpes. Payasos. Cómo me dan risa los espías con su zapatófono.
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