Joel Hernández Santiago
Mientras nos debatimos en México por el asunto del espionaje a periodistas y promotores de Derechos Humanos, según acusó el lunes pasado el periódico The New York Times, mientras miramos hacia Cancún para ver cómo el gobierno de México no le cumple a Estados Unidos para descalificar al descalificable gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela y mientras el país, todo, se encamina hacia una lucha de máscara contra cabellera en 2018…
… Mientras todo esto y más ocurre en el país que fue Cuerno de la Abundancia, los mexicanos intentamos sobrevivir en este ojo del huracán en el que sin deberla ni temerla nos metió la corrupción, la impunidad, la pobreza, la miseria, el desencanto y el interminable sueño de la democracia y que un día seríamos habitantes felices del paraíso de Milton…
Pues mientras todo esto pasa y mientras seguimos en el ensueño, cada hora en el país mueren tres mexicanos por delito doloso y, según se ve, la cifra irá en aumento en la medida en que el gobierno de México no encuentra soluciones y sí se ha convertido en parte del problema.
En lo que respecta al espionaje que informó el muy influyente rotativo estadounidense, queda claro que la fea costumbre de gobierno de espiar a quienes consideran sus enemigos o posibles enemigos sigue vigente.
Es una vieja costumbre que no se le quita a un gobierno que tiene las piernas débiles y teme caer; es un vicio que los gobiernos mexicanos, desde la Revolución, llevan a cabo para estar seguros de que así controlan a sus adversarios de diversa índole. Pero parece que no pasa el tiempo y aquí no pasa nada, ni siquiera el nacimiento de las rosas, que dijera Pellicer.
Y en esas de andar de metiches, se meten no sólo en la vida profesional o pública, también penetran en la vida íntima, personal, personalísima de personajes que, como todos, tienen una vida con todos sus matices y todas sus aristas. De esta forma supone, el gobierno mexicano, que en cualquier momento tiene en sus manos a tal personaje si éste se pone huraño con el gobierno…
Así, a modo de filtraciones, como ya hemos visto durante las elecciones en el Estado de México, el gobierno federal ocupa un espacio muy parecido al estalinismo soviético cuando los ciudadanos se convertían en enemigos del régimen y, por lo mismo, estaban bajo sospecha permanente.
El informe que envía TNYT es preciso: se espía en México a personajes de ámbitos de influencia pública. Se les sigue. Se les acosa. Se les amenaza. Se les tiene –dicen- bajo control. Y se mira a través de la cerradura para estar seguros de que esa vida propia ya no es de quien la vive: ahora les pertenece a ellos… ¡Vaya forma de entender a la democracia! Y ¡vaya forma de entenderse como gobierno!
Por supuesto la respuesta del gobierno mexicano a TNYT fue débil y escueta, como débil es su posición y como escueta es la información que tienen para garantizar que no lo hace.
Por lo pronto ya surgen voces por aquí o allá reclamando que cese el espionaje, que cese la persecución y que de plano esto ya se está pasando de tueste.
En esas andábamos caminando por ahí, comiendo un helado reflexionando, cuando de pronto el martes 20 de junio, la Secretaría de Gobernación anunció con bombos y platillos que durante los primeros cinco meses de 2017 han ocurrido en México 9,916 homicidios dolosos…
Y, lo peor: que tan sólo en mayo de este año de esos hubo 2,186 muertos, lo que hace que ese mes fuera el más sangriento de los últimos 20 años en el país de la abundancia. Luego, que los estados que más sumaron este tipo de violencia fueron Baja California Sur, Veracruz, Quintana Roo y Sinaloa.
El incremento es de 30 por ciento más del mismo periodo de cinco meses el año pasado, pero se extrema en mayo, cuando según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos consideró a México como el segundo país más violento del mundo, después de Siria y por encima de Afganistán e Irak…
Y todavía se enoja el canciller mexicano cuando su homóloga venezolana Dercy Rodríguez –ahora constituyente en su país-, nos canta esta ranchera acusándonos de lo mismo, de país de violencia, de persecución a periodistas y de Ayotzinapa como ejemplo de impunidad…
Pues eso: que en efecto el problema es: que seguramente las cifras son más altas y la Secretaría de Gobernación da a conocer con recato lo que le es contrario. Que el origen de esta criminalidad, violencia y confrontación entre mexicanos es, precisamente, la impunidad, la corrupción, la complicidad, la pobreza, el desencanto por el saqueo de un gobierno insensible y ajeno y porque ya está surgiendo el México bronco, que presagiara Reyes Heroles.
Encontrar la solución en su raíz es indispensable. Pero esto no será mientras exista en quienes gobiernan o quieren gobernar el síndrome del delincuente constitucional.
En todo caso, el gobierno espía a lo zonzo porque de todos modos lo que se haga o se diga no impacta en las personalísimas decisiones del gobierno federal, de los estatales o municipales, ni en los legislativos o tribunales, porque simple y sencillamente les valemos gorro…
Esto no acaba con la corrupción ni las complicidades. Nada para sacarnos del atolladero en el que estamos los mexicanos y del que saldremos, sí, un día, pero azorados de que todavía existe el sol. Mientras estamos obligados a decir lo que pasa y lo que ocurre. A lo mejor un día cambian las cosas. Quizá. Sí. Ojalá.