CUENTO
Un día, mientras un niño desayunaba, le preguntó a su madre por su padre, y ella le contestó:
-Hijo, tu padre se ha ido de viaje.
-¿Y cuándo volverá, ma?
-En veinte años -ella mintió.
-Ah, ¡eso es mucho tiempo, pero lo esperaré! -dijo el niño, y se fue corriendo a su cuarto. Después volvió a la cocina y le dijo a su mamá:
-¡Mira! ¡Esto me servirá para contar los días que hacen falta para su regreso! -El niño sostenía en una de sus manos el calendario que estaba colgado en la pared de su cuarto, luego lo puso sobre la mesa, y con un crayón que sacó de la bolsa de su camisa tachó el día que estaba transcurriendo. Luego dijo:
-Hoy es un día más que se va, mañana mi espera estará un poco más cerca de su final…
Y así es como se la pasó el niño desde aquel día, tachando en el calendario los días que venían y se iban, hasta que cumplió doce años. Todos los niños de su calle se burlaban de él, porque no tenía padre, pero él se defendía diciéndoles:
-¡Claro que sí tengo!
-Entonces ¿dónde está?
-¡Está de viaje1 -Al escucharlo decir esto todos los niños prorrumpían en risas y carcajadas.
-De viaje. Sí, ¡cómo no!
-¿Por qué no me creen? -se preguntaba el niño, mientras se alejaba de ellos-. ¿Acaso no será cierto?
Los años pasaron, y el joven seguía esperando. En unos días más iba a cumplir veinte años, y se sentía muy feliz por ver que solamente le faltaban cinco años de espera. Todo lo único que deseaba era ver de regreso a su padre, y abrazarlo, ¡decirle lo mucho que lo había extrañado durante tantos años!
“Ya he esperado quince años. Cinco años más parecen mucho tiempo, pero no puedo darme por vencido”.
“¡Lo seguiré esperando…!”
Un día, cuando la mamá del joven revisaba unos papeles, dejó por descuido unos cuantos sobre la mesa de la cocina. Cuando entonces el joven vino a buscar agua, los vio y enseguida se acercó para mirar de qué se trataban. Los agarró todos, y uno por uno los fue revisando…, hasta que leyó uno que le rompió su corazón en miles de pedazos. Lo leyó y lo volvió a releer, detenidamente. Le costó mucho trabajo creerlo. No podía ser cierto lo que decía ese papel. ¡Era una acta de defunción, era el de su padre! Leyó la fecha de su muerte, y al instante comprendió que su madre le había mentido. Su padre jamás volvería de ningún viaje, porque no había tal cosa.
-¿Por qué me mintió? -se preguntó, mientras sentía que le mundo se le derrumbaba encima-. ¡Por qué…!
Su madre lo había llenado de ilusiones falsas, y esto a él le dolía muchísimo. Tantos años de espera para luego al final descubrir que todo había sido un engaño. El joven hizo todo lo posible por no recordar todos los días que había esperado, y cómo su deseo se iba haciendo más fuerte conforme pasaban los años, años que para él habían parecido siglos enteros.
Ella se había ido a comprar al mercado, y antes de regresara él decidió ponerle fin a su espera. Cuando entonces regresó y entró al cuarto de su hijo, encontró que su cuerpo estaba apagado. La habían dejado. Junto a su cuerpo se encontraba el calendario con los días tachados, y junto a éste un papel que decía: “Madre… Siento mucho abandonarte, pero me has mentido. Así que he decidido ir a reunirme con mi padre. No llores por mí, que contigo he pasado muchos muchos años. Ahora me toca pasar unos cuantos junto a él, JUNTO A SU LADO. Te ama, tu hijo.
FIN.
ANTHONY SMART
Junio/04/2017