Joel Hernández Santiago
En unos cuantos días la atención popular se fijó en asuntos de familia. Por un lado, a la muerte del artista plástico mexicano, José Luis Cuevas, volvió a surgir la confrontación que vivían las tres hijas del pintor con su ahora viuda; y por otro lado que el señor que defiende los principios de familia, el respeto y la tolerancia, Juan Dabdoub, le tapó la boca con la mano a una mujer que cuestionó sus respuestas al tema del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Todo en menos de una semana. En primer lugar el pleito de la familia del pintor es un asunto privado que han hecho público dada la importancia del personaje, como la magnitud del escándalo ocurrido el 5 de julio, día de su homenaje en el Palacio de las Bellas Artes de la Ciudad de México.
Reunida ahí una importante concurrencia se evidenció la distancia entre las hijas Ximena, Mariana y María José Cuevas con la viuda y heredera universal de los bienes del artista, Beatriz del Carmen Bazán. Éstas acusaron públicamente que durante un largo periodo no se les permitió ver y visitar a su padre; que no supieron cómo fueron sus días finales y cuál fue la razón de su muerte.
Lo público fue aún más notorio porque el escritor y ambientalista Homero Aridjis reclamó ante el micrófono la falta de información sobre el estado de salud de Cuevas durante años, que se le haya cremado inmediato impidiendo que su familia y amigos pudieran despedirse de él en cuerpo presente y acuso, incluso, que el último de los integrantes de la Generación del Rompimiento había sido secuestrado. Sin hacer alusión a la viuda, se refería a ella.
El público presente, integrado por artistas mexicanos, políticos, periodistas y amigos de Cuevas aplaudieron estas palabras mientras gritaban el nombre de la primera esposa: Bertha.
El tema que no debiera pasar más que al anecdotario de asuntos de familia, trasciende porque pone en la mesa de las discusiones los valores de un espacio mexicano: el de la creación, el del arte y el de la trascendencia. Pero ventilar de tal forma estos asuntos nos hace ver que los artistas como todo ser humano son eso, humanos, y que sus vidas son tan intrascendentes en lo cotidiano como trascendentes en la obra y que, por lo mismo, lo privado no deberá dejar de ser privado. El arte debe mantenerse en su espacio que da brillo y color a la esencia mexicana.
La otra parte del tema familiar, ocurrió sí, de una forma insospechada. El hombre que preside una organización que dice que defiende los valores de la familia, que dice que el Consejo Mexicano de la Familia es un concepto innovador que constituye: “La primera asociación de familias de México, de personas pro-familia; La primera especializada en el entorno que incide en las familias y La primera cuyo centro de actividad es la opinión pública” y que:
“ConFamilia es una institución De cobertura nacional y alto nivel de representatividad entre la población. Sin compromiso con iglesia o partido político alguno. Pluri-religiosa. Con un actuar sustentado en una ética sólida. Con un alto nivel de credibilidad. De un sólido nivel argumentativo basado en la ciencia y la razón. Con gran capacidad de comunicación y de influencia en la opinión pública. Que sea un referente nacional sobre temas del entorno que afecten a la familia.”
Casi siempre estos defensores de “los valores de la familia” son organizaciones de ultraderecha. En México y fuera. Son mecanismos de contradicción a los avances sociales y al punto de encuentro entre distintos puntos de vista de lo que ya es la sociedad mundial y en este caso nacional; y hacia un futuro de mejor convivencia y respeto.
Así que el señor que impulsó el Autobús de la Libertad, pregonando sus valores y criterios sobre la estructura y moral familiar, este señor Juan Dabdoub, impide la libertad de expresión, porque mientras respondía a preguntas de reporteros en Tepatitlán, Jalisco de pronto se opuso a la intervención de una dama que le refería sobre el tema homosexual…
Así que, como si nada, simple y sencillamente él decidió taparle la boca con la mano, para impedir que hablara. El hecho es a ojos vista una agresión y es, sobre todo, un ejemplo de machismo, intolerancia y de falta de respeto a la libertad de expresión.
El hombre dice que fue un accidente y que se debe a que tiene las manos largas. Seguramente que así es. Seguramente todos los que vimos el video nos equivocamos. Somos torpes, primitivos y sin cepillar y no vemos lo que se ve.
Y pues eso, que la semana nacional de tan grandes temas en lo político, social y de intensidades criminales a diestra y siniestra, dan también para lo que parece que no existe exista y esté ahí, como parte de nuestra conciencia moral, ética y libertades, y para distraer y para recordar que las cosas de familia son y serán siempre eso: cosas de familia. Y nadie, mucho menos un señor Dabdoub, tiene derecho a meterse en sábanas ajenas.