Liberándome de una serie de compromisos y obstáculos que consumieron la totalidad de mi tiempo para escribir en este espacio tan generosamente dispensado por Don Francisco Rodríguez, al fin he retomado esta parte fundamental de mi vida cotidiana, a mi reingreso encuentro con poca sorpresa que nada ha cambiado en la realidad que literalmente nos “golpea y asalta”, que continuamos inmersos en las mismas circunstancias, con los los mismos protagonismos, pero eso sí, en diferente periodo, en consecuencia resalta en mi mente la frase “Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia” de Aldoux Huxley.
Para el mexicano promedio, adoctrinado por el sistema (religioso, educativo y “acultural”), las sorpresivas noticias que se ponderan a cada hora en medios de difusión como televisión, radio, diarios y redes sociales parecen las señales claras e inequívocas de que un cambio se está gestando, que por fin estamos encaminados, incluso pisando el quicio de la entrada a un nuevo México pletórico de grandeza y pundonor, hay voces triunfalistas, mensajes llenos de optimismo… pareciera nos encontramos en un diplomado de “coaching motivacional” o ante la más reciente publicación de “¿Cómo emular al país de las oportunidades? para Dummies”.
Igualmente las voces de quienes antes mamaban alegremente y sin reparo de los falos del poder hoy se redescubren conscientes, valientes y líderes ideológicos del, curiosa y convenientemente, publicitado nuevo despertar social.
Aún así, lamento mucho decirle a más de uno que la cornucopia de la promesa y salvación es el placebo más recetado y dosificado en la historia de México y del mundo, basta dar un breve vistazo al incalculable beneficio focalizado, financiero y de poder que tal estrategia le ha redituado a las altas jerarquías de la iglesia cristiana durante ya casi dos mil años, y si no me creen busquen en la red el breve ejemplo del “Banco Ambrosiano” y luego charlamos.
Sin olvidar tampoco los miles de billones de pesos que durante décadas han rebosado las bóvedas del crimen organizado legal e ilegal gracias a campañas y promesas de “candigatos” de la cremocracia, bajo la engañifa del voto ciudadano, la voluntad del pueblo mediante el sistema electoral y la falaz democracia, eso sin descuidar mención e importancia a los candidatos eternos que en mi tierra llaman “calientabraguetas” y que igualmente juegan a la estratagema del “te lo doy, no te lo doy, te lo doy, no te lo doy…”
Y francamente ya no puedo más que esbozar una mueca de sorna al atestiguar la capacidad de inocencia evidenciada y fundamentada en la impaciencia e ignorancia de los mexicanos, rememoro aquella imagen del niño al cual se le ofrenda la misma paleta una y otra vez gracias a que al intentar tomarla con sus pequeñas e inexpertas manos el “hijoeputa” que se la ofrece inmediatamente la retira con mayor rapidez y agilidad a carcajada batiente, sin embargo el inocente infante no pierde la esperanza de en algún momento arrebatar el dulce codiciado sin tener en cuenta que es sólo eso, una miserable piruleta de colores llamativos que tendrá asegurada una existencia efímera de minutos en cuanto sus deditos y paladar la hagan propia… eso ya sin tomar en cuenta la mezquindad y alevosía de quien ofrece tan suculento pero fugaz distractor.
Así, literalmente, se encuentran los mexicanos, intentando arrebatar una y otra vez la paleta de la fe creyendo que cada intento es más cercano al éxito sin querer ver más allá de tal situación, es decir, seguimos siendo una sociedad infantil, ignorante e impaciente como conejos lampareados en los colores y sabores que promete esa golosina que nos ofrecen y quitan una caterva de ojetes malparidos para mantenernos “apendejados” bajo el disfraz de una supuesta lucha de grandilocuencia cívica, pero que en realidad siempre es, ha sido y seguirá siendo en el mejor de los casos, y tiernamente definida, como una batalla pírrica.
Ante lo anterior no causa alarma alguna atestiguar que existan quienes defienden a capa y espada el “modelito” neoliberal, las reformas energéticas, educativas y demás engendros de los sueños húmedos de Milton Friedman.
Por ejemplo; me encuentro con la desagradable locución de un personaje llamado D. Páramo que de manera retórica se cuestiona y responde “¿cuál crisis?..¡yo no veo la crisis!, las reformas actuales están generando hasta el momento ¡¡¡78 mil millones de dólares!!!” (sic), evidente que prestar atención a las palabras de semejante cantamañanas para otra cosa que no implique encabronarse, reír o medir la magnitud del servilismo es, como dicen en mi terruño, “hacerse una puñeta mental”, y es por ello me atrevo a mencionarlo, por la intensidad de la oligarquía por seguirnos ofreciendo paletitas de deliciosa esperanza multicolor.
La última cosa, lo más inútil, la más estúltica motivación para esta sociedad quebrantada es un pirulí de colores, sabores, con promesas publicitadas como lo hacen los grandes emporios mediáticos. Esta sociedad necesita dar inicio internamente a la concientización de cada individuo, comenzando por nuestros hijos y nietos, está sociedad necesita reconstruir los basamentos, ya no del cacaredado futuro sino de un presente de apremiante reconocimiento a tan lacerante realidad y acción consecuente.
Los confites multicolores seguirán existiendo, los tíos y tías “cabrones” que se regodean en su crapulencia engañando a los inocentes pequeñines continuarán calentando caprichos, y las expresiones repetidas de asombro, deseo y desilusión adornarán las caritas de seres imberbes ávidos de un intrascendente y frívolo placer inmediato.
Cuando de entre esos seres maravillados con una golosina, millones de adultos reaccionen y sean conscientes de su responsabilidad, del hecho inocultable de igualmente ostentar abundante vello púbico y sendas gónadas, tal vez y sólo tal vez la imagen de una “pinche” paletita tornasolada les sea realmente tan diáfana como la relevancia misma del tan mentado caramelo en la importantísima existencia futura de su descendencia.
Entretanto esto ocurre millones de mexicanos seguirán maravillados con la promesa de “puñeteras” paletitas que mas les valía fueran coloridos supositorios arropados con la misma sonrisa de satisfacción y positivismo.
Oh, por cierto, para aquellos patriotas desvelados y desmañanados que se están rasgando las vestiduras por la prepotente y majadera actitud del ególatra del peluquín naranja, me permito sugerir revisen la historia de las relaciones México-USA desde al menos 1823 hasta la fecha y de paso evitar consumir aguacate o chocolate por aquello del coraje al descubrir que nunca, repito, nunca hemos tenido la fuerza ni autonomía para otra cosa que suplicar, eso si con mucha diplomacia, que el imperio del norte use vaselina cada que se le da la gana violar nuestra perforada soberanía. Porque eso si, a muchos de la “Mexican high society” se les llena la boca hablando de soberanía y respeto a la dignidad nacional pero a la primera oportunidad se culiempinan raudos para vivir, invertir, negociar, transar con cualquier gringo “son of a bitch” sin importar condiciones, poniendo de manifiesto que la doctrina de Mr.Trump es el fin que justifica todo, “I mean, It´s nothing personal, business is business.”
Victor Roccas.