Francisco Gómez Maza
• ¿Videgaray tiene autoridad moral para decirle a los demás qué es lo tienen que hacer?
• Las broncas de Venezuela son de Venezuela; México sufre las suyas exponencialmente
Hay un adagio muy chiapaneco que dice “Cuida tu casa y deja la ajena”, y muy aplicable a la actitud entrometido (por órdenes superiores) de Luis Videgaray, canciller mexicano, que ab ovum busca hacerle el trabajo sucio a la CIA (Agencia Central de Inteligencia), brazo armado que usan la Casa Blanca y el Pentágono para desestabilizar a los gobiernos que no le convienen al imperio, como es el caso de los países sudamericanos, empezando con El Salvador, Nicaragua, Ecuador, Chile, Bolivia y Venezuela.
Por el momento el objetivo de la Casa Blanca es Venezuela. Donald Trump y su séquito de kukuxklanes no pueden permitir un régimen que no se doblega ante las políticas ultraconservadoras de Washington y financia a los sectores de derecha, que manipulan a todo el que se deje, para exigirle al gobierno local que respete la “democracia”. (Ya les he dicho que democracia es una palabra fantasiosa, utilizada por las clases dominantes, para sojuzgar, aplastar, excluir a los pueblos. Democracia es la libertad que tienen los rubios – siempre la derecha está integrada de güeritos – de joder al resto, a las mayorías de trabajadores pobres, que si tienen empleo apenas si les pagan para medio comer.
No es papel del escribidor defender al gobierno de Nicolás Maduro que no es ni chicha ni limonada y que más bien peca de. Mismo populismo y demagogia que le pone la derecha a su discurso. Pero de ello a que el gobierno de México, olvidando los principios que en lo pasado lo hicieron un país líder en América Latina, como la no intervención en los asuntos de otros países, hay mucho trecho.
Ni Fox, ni Calderón, ni Peña Nieto, ni Videgaray tienen derecho, ni autoridad (calidad) moral para decirle al gobierno de Venezuela qué es lo que tiene que hacer para agradar a los sectores de la derecha, que argumentan con el respeto a la democracia y la libertad, pero cuando llegan al poder hacen todo lo contrario, como ocurre en México desde que los gobiernos neoliberales se agandallaron La Silla presidencial y el Congreso.
México, más como va en los terrenos de la justicia, de la explotación de los trabajadores, de la falta de respeto a los medios de información a los que espía y escucha soterradamente, de las violaciones a los derechos humanos, de la entrega de la economía petrolera a grandes capitalistas extranjeros, traicionando a la para que haga lo que el antidemocrático gobierno mexicano define como democrático como eso de suspender la Asamblea Constituyente, nomás porque no está avalada por un congreso en manos de la oposición.
Por qué no mejor el gobierno de Peña Nieto mira al interior de México y arregla lo que tiene que arreglar como la corrupción de la clase política, hecha socavón en el Paso Exprés de la carretera México Acapulco, caso en el que, sólo por honestidad y dignidad ya debió de haber renunciado Gerardo Ruiz Esparza el responsable de la política de Comunicaciones y Transportes y por tanto de la construcción y mantenimiento de las vías carreteras. Y aquí murieron gratuitamente dos ciudadanos, cuyo vehículo se precipitó en el gran socavón hecho “por la lluvia” y no por la irresponsabilidad de Ruiz Esparza.
No, El gobierno mexicano no tiene ningún derecho de inmiscuirse en los asuntos internos de otros estados, Se lo prohíbe su irresponsabilidad al desgobernar a los mexicanos, cuyo ánimo y corazón hierven de coraje y de rabia en contra del gobierno actual por infinidad de razones ya conocidas por todo el mundo. Por eso están rabiosos y desaprueban mayoritariamente el desempeño del actual gobierno.
Mi madre me lo decía y tenía absolutamente la razón: “Cuida tu casa y deja la ajena”, Lo que tiene que hacer entonces, Videgaray y compañía es rehacer el tejido social muy deshilvanado, roto, de los mexicanos. Pero por lo visto, y disculpe Ivette, a nuestros gobernantes les vale madre México. Lo que les importa son los negocios que procuran estando en donde están. Pero si la justicia humana los deja libres, su conciencia no los dejará vivir en paz por el resto de sus días.
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