Francisco Gómez Maza
• Asamblea priista, mito genial
• Las apariencias que engañan
Exagerada atención mediática a un partido político que es fuente de corrupción e impunidad y que está en el ojo del huracán del odio popular. Mantendría la presidencia de la república sólo mediante la trampa, el chanchullo, la compra de votos, la corrupción de los pobres y de los hambrientos, el rebase de los topes de gastos de campaña para comprar conciencia. Igualito que como acaba de suceder en el Estado de México en donde “aiga sido como aiga sido”, y no por el voto mayoritario, el gobernador declarado por el Instituto Electoral es el muy cuestionable Alfredo del Mazo (y no le pongo su segundo apellido porque me da vergüenza que lo lleve).
En torno a la asamblea ordinaria del PRI, la inmensa mayoría de los medios a modo se han volcado a cubrir tales actividades no como medios de información sino como instrumentos de propaganda política del oficialismo que usa y desusa el Erario del pueblo, que no es priista, a su antojo en un desesperado intento porque los ciudadanos olviden lo negro del gobierno y privilegien bondades que nunca existieron ni existirán a fin de que, como dice el tabasqueño, ahora si con justa razón, permanezca en La Silla un representante de la “Mafia del poder”.
La lucha es intensa. A como dé lugar pretende Peña prolongar la vida del PRI en Los Pinos y Palacio Nacional, a pesar de que su actuación, la de él, personalmente, ha contribuido a ganarse el odio de las mayorías que se hay ido con el ex priista Andrés Manuel López Obrador, que encabeza por mucho las preferencias electorales para el 2018. La popularidad del PRI está por los suelos y sólo es apoyada por acarreados e ignorantes, y por oportunistas que le apuestan, porque buscan un hueso o hacer negocios sucios con la política, como lo han acostumbrado siempre, especialmente en el actual sexenio.
Con todo, la atención de los medios a la asamblea priista, de no ser generosamente recompensada con cuantiosos emolumentos, es incomprensiblemente desproporcionada, como si el país dependiera de lo que los acarreados a ese evento van a votar por consigna, como ese asunto de las condiciones para designar a sus candidatos y especialmente al presidencial que, ya sabemos, en contra de lo que decidan los acarrados a la asamblea, será quien decida el gran elector del partido, que es el presidente de la república, quien además es el jefe nacional de ese negocio, porque como partido es inexistente y sólo llena auditorios y plazas con invitados con una torta y una gaseosa.
Estamos ya en los dinteles de las campañas para las elecciones dl 2018 cuando dejará la presidencia el mexiquense Enrique Peña Nieto- Pero 2018 será la prueba de ácido para el Departamento de Estado en el caso de México ya que los partidos satélites de Washington – el PRI y el PAN – tendrán que ser dejados solos a ver si de verdad tienen fuerza para ganar elecciones federales. Si no fuese así y siguieRa “ganando el PRI, esto querría decir que los mexicanos estaríamos condenados de por vida a ser esclavos de la corrupción, de la impunidad y del cinismo.
Dudo mucho que no ocurra eso, a pesar de que las propias encuestas que manda a levantar la presidencia de la república indican que el candidato que lleva las de ganar en el 18 es el dirigente del Movimiento de Regeneración Nacional, Andrés Manuel López Obrador.
Pero pobres los mexicanos tan alejados de la mano de dios y tan acogotados de la dictadura perfecta, que no dejo el poder ni aun cuando gobernaron los panistas, porque estos hicieron lo mismo que habría hecho un presidente tricolor. Da pena este país. Como dicen los lugares comunes, duele México. Y más las complicidades con el crimen organizado.
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