Joel Hernández Santiago
Así que de pronto los partidos políticos y sus políticos se volvieron buenos; gente noble y honorable, generosos y hasta espléndidos. Y de pronto se descubren a sí como San Francisco de Asís: ‘el varón que tiene corazón de lis, alma de querube…’. Todo eso después de los sismos y después de que se presagia el repudio electoral para 2018…
Por desgracia tuvieron que ocurrir los temblores y causar tragedias muy dolorosas para todos los mexicanos, y así dar otra vuelta de tuerca al tema de la política nacional, de los políticos nacionales, de las instituciones de lo electoral, de los tribunales de lo electoral y de esas carretadas de dinero público con que se bañan ‘para salvar a la patria’.
Son 25 mil millones de pesos en un año. No es moco de pavo. O más, si se considera que cada político y cada partido, en sus estados de origen, reciben apoyos, encomiendas, contratitos por acá o por allá: todo sumado da cifras pavorosas, inimaginables para los mexicanos de a pie, los del salario mínimo de 80 pesotes diarios, los de las monedas contaditas para el transporte público, los de carne una vez a la semana…
Resulta que mucho del dinero que genera el país con sus recursos y el sudor de la frente de millones de mexicanos, no repercuten en su vida: el país sigue a la deriva económica, hay 120 millones de mexicanos, de éstos casi 60 millones son pobres y de éstos son casi 20 millones que viven en la miseria, sin dinero para hoy ni para mañana… Sin recursos y sin trabajo: ese también es México y “eso también cuenta”.
Luego de la andanada de críticas surgidas de la sociedad civil que vio y vivió los sismos de septiembre de 2017; luego de conocer el alcance de las tragedias tanto en Oaxaca –en particular el Istmo de Tehuantepec–, como en Morelos, Puebla, Chiapas y la Ciudad de México y luego de que ya tenían el agua hasta los aparejos…
… De pronto surgió el PRI para lanzar su cuarto a espadas y decir que propone al Congreso llevar a cabo reformas en materia de financiamiento público para partidos políticos en el sentido de anularlos en adelante; dijo que ‘donaría’ los 258 millones que aún le quedaban por gastarse el último trimestre de 2017 y, aprovechando el viaje, recuperó su vieja ambición: cancelar las legislaturas plurinominales.
Esta reacción se conecta con la promesa de Andrés Manuel López Obrador –Morena-, luego del sismo del 7 de septiembre, de entregar el 20 por ciento de sus prerrogativas a los damnificados de Oaxaca. Pero no procedió porque el INE dijo entonces que no-no y no. Luego el mismo INE dijo sí cuando el PRI hizo su propuesta. En todo caso era un plan con maña.
El Partido de la Revolución Democrática (PRD) –o lo que queda de él–, dijo que sí ‘aportaría’ de su financiamiento, pero que… Pausa… El PAN se hace el interesante, aunque tendrá que ceder, aunque antes le dará un pellizco al PRI y a Morena…
En todo caso esto del financiamiento público ha causado una gran polémica: que si se privatizarán las elecciones; que si podría ingresar dinero ‘mal habido’; que si el dinero se saldría de control y daría acceso a malandrines a partidos… Todo junto.
En todo caso el INE lo único que tendrá que hacer es cuidar exacta-puntual-definitivamente de dónde proviene cada peso y cada centavo que recibirían los partidos y a en qué lo gastarán. En cuanto a que se abren las puertas a los malandrines con este formato de recursos externos, pues no es una novedad que muchos candidatos y partidos se han financiado de esos malandros. Eso lo tendría que cuidar el INE que para eso nos cuesta todo el oro de Fausto.
Y luego lo de los plurinominales. El viejo sueño priista. Su plan con maña. Quiere quitase de encima la monserga de repartirse el Congreso y quiere ser mayoría. Pues eso tendrá que estudiarse detenidamente a fin de evitar mayorías insufladas para tener mayorías democráticas…
Y, bueno. Esto nos dejaron los sismos: mucho dolor; una gran tragedia; mucho desencanto… Y también la recuperación de la voz de la sociedad civil que exige cuentas claras, chocolate espeso; que quiere que su dinero sea utilizado para reconstruir México y que los partidos políticos y sus instituciones de lo electoral: que es lo mismo, dejen de medrar, dejen de obstaculizar, dejen de generar más rencor social por la andanada de recursos con las que se enriquecen en nombre de la famosísima democracia que nunca-nunca-nunca termina por consolidarse en México.
Los muchachos ya salieron a la calle y será muy difícil que la dejen. Esta es otra lección porque ningún partido político ha conseguido atraerlos hacia sus filas. Pero ya están ahí y son, en sí mismos, una fuerza política irremediable, justa y social. Ellos tienen la palabra.