Diario de un Reportero
Ramsés Ancira
Premio INBA Carlos Montemayor de Literatura Testimonial 2016
De lo poco que tengo, te daré una limosna, porque en cosas de sismos tú no cuentas conmigo. Esta es la versión de la canción Una limosna, de Indalecio Ramírez, cuando la cámara de diputados dice que donará 60 millones de pesos para los afectados por los sismos y la reconstrucción, cuando desde hace por lo menos una década se sabe que esa cantidad equivale a menos del 15 por ciento de lo que recibe al año para gastos discrecionales, cada uno de los coordinadores parlamentarios de los mayores partidos políticos.
Esto equivale al 0.42 por ciento del presupuesto de 14 mil millones de pesos que tiene el Congreso de la Unión para el 2017. O en otras palabras, los daños de los sismos que han acaparado durante semanas los principales titulares de los medios de comunicación en México y en el planeta entero, tienen un valor del 0.42 por ciento del presupuesto legislativo.
Podemos verlo en otra perspectiva, artistas, deportistas, escritoras como JK Rowling organismos extranjeros y trasnacionales donaron a México en una primera etapa alrededor de 37 millones de dólares, que a una equivalencia de 18 pesos, significan un total de 666 millones de pesos. Si este dinero se repartiera a partes iguales entre 110 millones de mexicanos alcanzarían, a cada uno de nosotros, alrededor de seis pesos, el precio de un pan de dulce.
Sin embargo, para fortuna de México, no son 110 millones de personas las damnificadas, al menos por los terremotos. El número de muertos en todo el país fue de 362, de manera que si se indemnizara a las familias, cada una recibiría, solo de las donaciones del extranjero un millón 839 mil 799 pesos.
Afortunadamente ese dinero no necesariamente tiene que ser aportado con los recursos que donaron activistas como Ronaldo, Salma Hayek o Diego Luna y Gael García, porque muchas de estas indemnizaciones deben ser pagadas por las inmobiliarias que construyeron los condominios, escuelas privadas o edificios de oficinas, y empresas, como las ubicadas en Bolivar y Chimalpopoca donde por cierto, aún la Secretaría de Gobernación y el Instituto Nacional de Migración, aun no nos explican la calidad migratoria en la que estaban varias de las víctimas extranjeras.
De manera que cuando la Secretaría de Hacienda dice que dará “créditos preferenciales” para que las víctimas del terremoto puedan reconstruir sus casas habría que cuestionar porque si sumamos los 150 mil dólares del Papa Francisco, un millón de dólares del gobierno de China; 200 mil dólares enviados en conjunto por Thalía y Salma Hayek, 700 mil dólares recabados en principio por Gael García y Diego Luna; 500 mil dólares de Kathy Perry; 100 mil dólares del cantante canadiense Shawn Méndez, 297 mil dólares de los futbolistas Layún y Chicharito; a los 166 mil 666 dólares que donó el corredor de autos “Checo” Pérez se suman otros 833 mil dólares, – ya que lo hizo a través de la fundación Carlos Slim, quien se comprometió a quintuplicar los donativos- ; un millón 111 mil 111 dólares de Samsung; 277 mil 277 dólares de UBER; Un millón de dólares del joven Mark Zuckerberg, fundador de Facebook; un millón de dólares de Google y así por el estilo llegaríamos a casi 40 millones de dólares, esto es más de 720 millones de pesos.
De manera que sin contar los 110 millones de pesos aportados por el Movimiento de Regeneración Nacional y otros partidos políticos, tan solo con las donaciones hechas llegar por mexicanos, gobiernos y empresas desde el extranjero alcanzaría para construir por lo menos 1, 500 casas derruidas en Oaxaca, Chiapas y Xochimilco, algunas de las zonas más afectadas del país, sin que los beneficiarios tuvieran que destinar ni cinco centavos para pagar intereses por “blandos” que sean.
Esta va para Mancera
Entre los beneficiados por los sismos de 1985 estuvieron bancos trasnacionales que compraron baratos, terrenos estratégicamente ubicados, en los que hubo que limpiar escombros.
Esta vez, pese al terremoto del 19 de septiembre de 2017, casi todas las zonas donde se derrumbaron los inmuebles seguirán siendo de alta plusvalía por encontrarse en el centro y el sur de la Ciudad de México.
Una política que se aplica, por ejemplo en Japón, es que ya no se vuelva a construir nada donde cayó un edificio a consecuencia de un terremoto.
¿No es de sentido común que no se vuelva a edificar donde por una razón u otra ya hubo un derrumbe? A la Ciudad de México nunca le son suficientes más áreas verdes, ya sea que se usen para jardines, invernaderos o recolección de agua de lluvias.
Una de las acusaciones que se le han hecho al gobierno de Miguel Ángel Mancera es la de privatizar áreas comunes, como estaciones de metro o paraderos de colectivos, para beneficio de grandes empresas y desalojo de pequeños comerciantes.
Pues bien, antes de renunciar para aspirar a una campaña presidencial, Miguel Ángel Mancera debe expropiar para beneficio de la ciudad todos los terrenos donde hubo derrumbes y convertirlos en áreas públicas, ya sea para captar agua de lluvia o zonas verdes o usos similares.
Y esta para el PRI…
No es cierto que no tengamos memoria y no importa que una mayoría de la población mexicana esté representada por personas nacidas después de 1985.
Aún recordamos que tras el terremoto de 1985 se produjo el que quizá haya sido el fraude electoral más escandaloso de la historia en México para imponer a Carlos Salinas de Gortari, una decisión que según le confió a este reportero el presidente Miguel de la Madrid Hurtado, fue uno de sus peores errores.
Por eso no es casual que en 2017 la sociedad mexicana se esté organizando, como lo hizo para salir a remover escombros y donar alimentos y dinero para los damnificados, ahora para vigilar el escrupuloso uso de los recursos que aportó no el gobierno, sino ciudadanos comprometidos y empresas solidarias con el país que les aporta algunas de sus mayores ganancias del planeta.
Al menos en la Ciudad de México, a partir de las elecciones de 1988, el partido tricolor no ha vuelto a ganar una elección de la capital de la República. Quizá por eso hoy la sociedad está más desconfiada y exigente que nunca. Los terremotos nos hirieron, pero también nos sacudieron la conciencia..
Los edificios se fracturaron, pero nuestro cuerpo social se está cohesionando como pocas veces en la historia de los mexicanos.