* Democracia que se vende, es ejercicio de la expresión de la voluntad política que se pierde. Para la población resulta mucho más oneroso vender su voto, que para los políticos adquirirlo
Gregorio Ortega Molina
Hoy es el punto de inflexión del gobierno de EPN. Todo se decidirá durante el desarrollo del Consejo Político. Han demostrado el poder, ¿tienen la autoridad suficiente para imponerse e imponer procedimientos, reglas y nombres para llevar a un nuevo sol a la silla del águila?
Se han dedicado a perseguir el pasado. La palabra Revolución -sin importar que sea la esencia del nombre del partido que los lleva a terciarse la banda presidencial al pecho- les causa erisipela, y las maneras de hacer política con el propósito de incluir a todos los grupos, dejó de parecerles correcta. Hoy y sólo para ellos, el centro del universo -a pesar de Copérnico- está en Atlacomulco, lo demás no existe.
Quienes hoy aspiran a hacerse con el Poder Ejecutivo, deben de recordar que en política y para los genios insuperables del Estado de México, lo importante es mantener en la memoria los agravios, vivos, latentes, porque los favores recibidos nunca contaron en el pasado, y menos pesarán el futuro, de allí que les vaya la vida por imponer a su hombre, como candidato y como Presidente de la República, porque de lo contrario dejarán de ser el centro del universo, y eso es inconcebible para su futuro inmediato.
¿Qué está en juego? El proyecto de nación: libertad y soberanía, o humillación y vasallaje.
Donald Trump no llegó a la Casa Blanca para complacer a todos, sí con un compromiso político establecido y un proyecto gubernamental diseñado por quienes lo sentaron en el Salón Oval, y él, míster Trump, se esforzará por cumplir porque cree que su recompensa será mayúscula, pero nadie de su casa, de sus seguidores ni de sus gobernados se lo agradecerá. ¡Vaya, ni siquiera los constructores del muro!
Todos están tan confundidos, que un sector de panistas y priistas aplaudió a Ernesto Ruffo Appel, aunque ese gobernador nunca debió decir esta boca es mía en referencia a la señora Zavala, porque es su deber acordarse de que sólo es una excrecencia de Carlos Salinas de Gortari, que ganó la gubernatura en una maravillosa concertacesión, porque careció de la estatura para ganarla democráticamente.
Comprar y vender votos, equivale a hacerlo con el futuro
A los corifeos del INE, junto con los especialistas de temas electorales y los columnistas políticos, se les llenan las meninges y paladean su triunfo cuando nos apabullan con sus análisis sobre el costo de la democracia, que se reduce al valor que adquirió cada sufragio después de la elección.
Tarde caigo en la cuenta de que el resultado de sus lucubraciones sobre el costo de las elecciones siempre es incompleto, porque desconocemos cuántos son los votos que se venden y a cómo los tasan las organizaciones civiles, políticas, obreras, campesinas… que convencen a sus agremiados de vender su futuro. ¿Qué solucionan con ello? ¿Les alcanza para comer una semana, un día, un año? ¿Quién se beneficia con la venta de los votos?
Democracia que se vende, es ejercicio de la expresión de la voluntad política que se pierde. Para la población resulta mucho más oneroso vender su voto, que para los políticos adquirirlo. Entregar a otro, o a otros, la libertad de expresarse políticamente, es perder la posibilidad de ser, de devenir un ciudadano cabal y completo. Equivale a la castración.
¿Exagero?
El Universal da cuenta -según una investigación de la Fiscalía- de que la compra de votos lidera los delitos electorales, y se convierte en el ilícito que más persigue la Fepade, al concentrar 20% de las carpetas de investigación.
El resultado de la evaluación de dicho delito está sustentado en el análisis de datos registrados de enero a julio de este año, los que muestran que se iniciaron mil 105 indagatorias por supuesta comisión de delitos electorales, de las cuales 225 fueron por compra del voto; “en menor medida se reportaron la recolección de credenciales para votar, realizar actos de intimidación, condicionar la prestación de servicios públicos, y destinar bienes o servicios en virtud del encargo de funcionarios públicos”.
¿En qué se convierte esta venta de la expresión libre de la voluntad política? El costo real dista mucho de limitarse a lo pecuniario, porque deforma el comportamiento cívico y favorece la corrupción en todo su espectro, lo que se transforma en garantía de impunidad, pues los que no expresan su voluntad se convierten en cómplices de lo que critican o dicen abominar.
“El informe de la Fepade indica que cuatro estados reúnen 47.78% (528) de los expedientes: Estado de México, con 345; Coahuila, 64; Nayarit, 33, y Veracruz, 86. El 4 de junio pasado, en los tres primeros hubo elecciones de gobernador y en el último, comicios locales”.
Ahora podemos empezar a percibir el verdadero costo de la democracia, que además de subsidiada, está condicionada al tráfico de sufragios, sin que puedan determinarse las consecuencias reales de ese comercio electoral.
www.gregorioortega.blog