Claudia Rodríguez
Queda claro, clarísimo, que al presidente Enrique Peña Nieto lo que más le incomoda como jefe del Ejecutivo federal, es que no se le aplauda. Se le olvida a Peña Nieto que constitucionalmente lo que él tiene es un mandato otorgado supuestamente por el pueblo, aunque en este caso más bien, por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Estar al frente del Gobierno federal; no implica de ninguna forma un concurso de belleza o popularidad; aunque todo indica que Peña Nieto fue convencido de que todo se trataba de una cuestión de imagen para atraer sobre todo, el voto de la mujeres.
Es visible, que Peña Nieto no tenía –ni tiene–, los atributos que ahora exige del candidato priista al 2018: “Que ame entrañablemente a México; que tenga una trayectoria en la que pueda acreditar conocimiento y experiencia en el servicio público, y que tenga una propuesta clara, porque en los procesos a veces hay mucha retórica, mucho bla bla bla…”. Tal vez aún no llegue a entender Peña que su ascenso al poder fue el juego de una ficha idónea para la concreción de muchas aspiraciones ajenas personales, que se entretejen en el poder del Grupo Atlacomulco.
Es más, Peña Nieto firmó 266 compromisos de gobierno ante notario de los cuales muchos de manera perversa no se han cumplido y por el contrario, incluso hasta se han volteado en contra de forma implacable contra los gobernados.
Uno de los compromisos notariados sólo por advertir, fue el de bajar el precio de los combustibles y la energía eléctrica de uso doméstico y comercial y con la reforma energética, justo lo que se logró fue lo inverso.
Que tal el compromiso no cumplido de acabar con el crimen que azota a México y que al parecer de lo que se trató fue de dar carta blanca a los criminales, capturando apenas a unos cuantos para simular.
Ahora Peña Nieto se enfurece por los señalamientos que se le imputan por la corrupción rampante que se practica un minuto y otro también, en el grupo que con él, administran los dineros públicos del país, incluso ahora hasta los recursos económicos de las donaciones millonarias para la reconstrucción de distintas zonas en el centro y sur del país, tras los sismos de septiembre.
Y si se descompone un semáforo señor Peña Nieto, como por ejemplo los de acceso al segundo piso construido y administrado por OHL como si estuviera fuera del territorio nacional, créame que tiene que ver con la corrupción que se practica al amparo de su mandato.
Acta Divina… El presidente Enrique Peña Nieto cuestionó que, actualmente, todo lo malo que sucede en México se le endose la culpa a la corrupción, aunque señaló que sí es uno de los grandes problemas que enfrenta México.
Para advertir… Todos los arreglos para beneficiar a una persona física o moral fuera de la legalidad en la Administración tienen el sello de corrupción e impunidad. La suma es enorme.
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