* Este calculado error político-judicial, o esta descubierta impostura, va al Senado, donde llega a manos de Emilio Gamboa Patrón, a quien el Presidente de la República debió ayudar con la “renuncia” de Raúl Cervantes, ya que fue incapaz de darlo a luz como Fiscal
Gregorio Ortega Molina
La decadencia de los sistemas políticos inicia con las reformas que no se cumplen, o porque fueron conceptuadas para el enriquecimiento de unos cuantos autóctonos, además de los propietarios del imperio.
Se acelera y convierte en irreversible, cuando, para ocultar la realidad, conciben una impostura política y al implementarla se equivocan, o cuando deciden hacer del error virtud.
El cese de Santiago Nieto tiene ambas posibilidades, lo que pone en un brete la honorabilidad interna del modelo presidencialista y del priismo, justo después de que el presidente EPN solicitara a la sociedad, a la opinión pública, que no todo fuese considerado como corrupción.
Si lo que se pretende es garantizar impunidad, ¡vaya manera de hacerlo! Lo primero que ocurrírsele a la sociedad es que la salida de Santiago Nieto es consecuencia directa del cese, o remoción o decepción causada por la conducta de Raúl Cervantes en su peculiar investigación del caso Odebrecht.
Tirar de la urdimbre que lleva al nombre de Emilio Lozoya Austin quizá equivale a develar la legalidad e ilegitimidad de la elección y la presidencia de Enrique Peña Nieto.
Para completar las posibles observaciones de esta ruinosa salida para la respetabilidad de este gobierno, he de señalar que conocí a Santiago Nieto como amanuense de Mariano Azuela Güitrón en el Consejo de la Judicatura Federal, y después en las mismas funciones con Jaime Manuel Marroquín Zaleta, quien al dejar sus funciones de consejero de la judicatura, fue travestido en Director General del Instituto de la Judicatura Federal, Colegio Judicial.
Puntilloso en cuanto al lenguaje jurisdiccional se refiere, por órdenes superiores debía consultarlo para la redacción de información de prensa, en la que mi obligación era convertirla en legible para el común de los lectores.
Siempre, hasta 2010, encontré a un esmirriado abogado, pulcro en el vestir, pero deseoso de figurar e imponer su punto de vista. Sin embargo, y conocedor de las maneras en el Poder Judicial de la Federación, era virtuoso al cumplir sus funciones y al interpretar puntualmente las instrucciones recibidas. Aprendió a tocar por nota, nunca se desvió.
Lo anterior me obliga a pensar que en su información acerca de las presiones de Emilio Lozoya Austin no actuó por él mismo, sino que fue instruido para que así lo hiciera, con la certeza que debe tener de que el Poder Judicial de la Federación cuida de los suyos.
Fue cesado por una supuesta infidencia. ¿Y la cometida por Lozoya Austin al hacer pública su carta a través de su cuenta de twitter? Dos varas y dos medidas.
Este calculado error político-judicial, o esta descubierta impostura, va al Senado, donde llega a manos de Emilio Gamboa Patrón, a quien el Presidente de la República debió ayudar con la “renuncia” de Raúl Cervantes, ya que fue incapaz de darlo a luz como Fiscal.
Como quiera que sea, se anuncian días interesantes.
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