* El verdadero saldo político de la manera en que Santiago Nieto dejó el cargo, dista mucho de ser riesgo o elemento que propicie el robo de la elección; no, el peligro es que México escora drásticamente a la derecha; de suceder, entonces sí, que Dios nos agarre confesados
Gregorio Ortega Molina
¿Concluyó el descalabro de Santiago Nieto? ¿Será que el Ferrari de Raúl Cervantes pagará puntualmente la tenencia al uso de automóvil? ¿Sucede que el saldo final de ambos sucesos estrictamente políticos huye rápidamente a la basura? ¿Sin consecuencias?
Santiago Nieto olvidó la premisa que debe tener en mente todo aquel que desea enfrentar al Estado encarnado en alguno de sus representantes: para abrir la cloaca del sistema, es necesario tener las asentaderas limpias.
Deduzco que no las tenía. Por eso fue un fácil sujeto de extorsión para que él mismo se echara para atrás, supuestamente avergonzado; por el contrario, si me equivoco y lo empinaron “centaveándolo”, pues ya nada podrá quitarle la rajita de canela a la trusa o bóxer que usa como ropa interior.
Metido en estas cavilaciones sobre la pulcritud profesional en los ámbitos de la justicia electoral, un grupo de amigos se esfuerza por convencerme de que a Santiago Nieto lo extorsionaron, porque durante alguno de sus desempeños profesionales se equivocó y de inmediato olvidó haber metido la pata, y porque en su vida personal, íntima, dejó de conducirse como de él esperaban sus seres queridos.
Extorsionarlo fue un paliativo al grave problema de la corrupción, de ninguna contribuye a resolverlo de manera definitiva. La imagen de Santiago Nieto pronto será olvidada, pero las consecuencias del carpetazo después de su muerte política, y el lastre dejado en las redes sociales, en la prensa y en el ánimo de los electores, incidirá en la manera en que elijan presidente de la República, para bien o para mal, y de acuerdo a la óptica de cada partido, sin dejar de lado que la historia del resultado de la contienda de 2018 la escribirán los vencedores. El resultado en las urnas será irrelevante, la pregunta nos rebasa: podrán gobernar con las leyes, o deberán usar de los instrumentos legales para imponer “su” ley.
En Para combatir esta era Rob Riemen cita de Federico Fellini, del que anotó: “El fascismo siempre surge de un espíritu provinciano, de una falta de conocimiento de los problemas reales y el rechazo de la gente -por pereza, prejuicio, avaricia o arrogancia- a dar un significado más profundo a sus vidas… El fascismo no puede ser combatido si no reconocemos que no es más que el lado estúpido, patético y frustrado de nosotros mismos, y del cual debemos estar avergonzados… Alguna vez ya ganó voz, autoridad y confianza, y puede hacerlo otra vez”.
El verdadero saldo político de la manera en que Santiago Nieto dejó el cargo, dista mucho de ser riesgo o elemento que propicie el robo de la elección; no, el peligro es que México escora drásticamente a la derecha; de suceder, entonces sí, que Dios nos agarre confesados.
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