Francisco Gómez Maza
• Una enfermedad terminal que ahuyenta a los inversionistas
• No hay confianza en los mexicanos porque son metemanos
Pareciera que fuésemos maniacocompulsivos y que insistiéramos en lo irremediable, enfermizo, maniaco depresivo, tanático, mortal por necesidad, que es el asunto de la corrupción de la clase política, que no es una cuestión cultural como opina el señor presidente, sino una enfermedad que puede convertirse en terminal si no se extirpa del organismo social y del cuerpo y alma individuales, sobre todo del tánatos de cada uno de los corruptos de esta nación de corruptos.
Y lo peor es que no mata el cuerpo, sino el alma. E imagine a 120 millones de muertos, de cadáveres vivos, deambulando por las calles y los caminos de este que fuera una gran nación de héroes y gente de bien.
Esta enfermedad puede convertirse en un cáncer irreversible que va a convertir en una masa aguada y pestilente el cuerpo de cada individuo y la sociedad y que va a matar a todos, y lo peor es que no los va a llevar a la tumba física, sino al socavón de la miseria humana, en donde los omegas de Aldus Huxley andan como zombies sin ir más que al despeñadero, al vacío, uno por uno. Al infierno, no de Dante, sino de Nadie.
Claro que estamos insistiendo en dos síntomas gravísimos y fatídicos de esta enfermedad individual y social, no cultural por dios: la corrupción y la impunidad. Ya hemos hablado hasta el cansando de estos temas pero los involucrados se hacen sordos, les entra por un oído y les sale por el otro y el mal sigue corroyendo a la república, aunque ellos no tengan ya la capacidad de darse cuenta y crean que lo están haciendo muy bien y que nosotros estamos locos o somos viles subversivos.
Pero lo cierto, lo ciertísimo de toda certedad, de toda certidumbre es que, en la renegociación del TLC, en la que este escribidor no cree porque él vivió las negociaciones del primer tratado que firmó el diablo y lo reviró el Sup Marcos y sus huestes zapatistas, en 1994, hubo muy pocos beneficios para México, pero los otros dos países miembros del Tratado – el país de las barras y las estrellas ahora gobernado por un loco, y Canadá, siempre prudente y progresista, han puesto como una de las prioridades el combate a la corrupción y la impunidad en México, tierra de corruptos que nunca pisan una cárcel, salvo cuando ya el agua ha llegado al río como el caso de los gobernadores ladrones, todos del pri, piden al gobierno de México que estirpe estos graves padecimientos, gravísimos obstáculos, principales obstáculos para que estadounidenses y canadienses puedan hacer negocios con los mexicanos, como lo advirtiera recientemente el vicepresidente de Análisis Económico de Scotiabank, Eduardo Suárez.
Para ser justos, los mexicanos, corruptos y todo, han mejorado su sistema de justicia y transparencia, aunque de dientes para afuera, porque la clase política se resiste a que el Congreso elija a una persona proba para nombrarla fiscal anticorrupción y es aquí donde la puerca está torciendo el rabo. Todos los corruptos, los que le han robado al Erario, los que se han quedado con el dinero que dieron los gobiernos extranjeros para los damnificados de los terremotos de septiembre, le tienen miedo a que el fiscal los descubra y los refunda en el bote, Yo les sugiero que, tambache y todo de dinero, lárguense de este país y váyanse a los países árabes o a Conchinchina pero ya dejen de estar jodiendo a esta nación de pobres, de miserables, de muertos de hambre, que no comen ni se curan por culpa de ustedes, y dejen el camino libre para que los que no son corruptos puedan hacer buenos negocios, incorruptibles, con quien quiera venir del exterior, no a hacerse dueños de Pemex, o de la CFE, o de las Cascadas de Agua Azul, o de Acapulco o Ixcaret, sino negocios en los que todos pongan y todos ganen como en el juego de la perinola.
Hay tantos rubros en México en los que se pueden hacer muy buenos negocios, que beneficien a todos, a inversionistas y a trabajadores y al fisco, salvo que éste se mande cobrando impuestos demás. Entre estos rubros, que deben ser negociados con Estados Unidos y Canadá, si es que a Trump no le agarra la loquera, están; la simplificación de procedimientos aduaneros, el comercio electrónico, el establecimiento de protocolos para tratar las prácticas anticompetitivas y la mejora en las normas regulatorias, así como las laborales y medio ambientales. Arreglados estos asuntos todos saldríamos ganando. Bueno, digo saldríamos hablando en lenguaje figurado. No es que a mi me vaya a tocar ni una pizca de tales bisnes.
No está mal lo que plantean los capitanes del negocio; Hay que darles plena certeza a los inversionistas y usar el TLCAN para impulsar la economía formal, reducir el problema de la dualidad económica en el país, reformar el sistema de seguridad social para que verdaderamente sirva tanto en su renglón médico como en el de seguridad social, jubilaciones y pensiones atractivas para los viejitos.
Pero no todo está escrito en ese tono en las renegociaciones, Los mexicanos y, al decir los mexicanos, me refiero a los funcionarios del gobierno a cargo del diálogo con las contrapartes, no están muy confiados de que Trump vaya a cumplir. Claro que los mexicanos, medio pendejitos, siguen lo que hace Trump – a dónde va la gente, a donde va Vicente – y, como lo advirtió el joven Trump Videgaray, México dejará la negociación del TLCAN si se sale EU. Como dicen en mi tierra, y no está mal dicho, “qué vergas”.
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