* Entre 2013 y 2016 el SAT regresó, por diversos conceptos, la módica cantidad de un billón 345 mil millones de pesos a los contribuyentes. Un poco más que el incremento de la deuda externa. Todo conforme a la ley, pero así las cosas es urgente que la norma cambie y se atrevan a dar el salto a la verdadera reforma fiscal, para sanear las finanzas públicas y aspirar al crecimiento
Gregorio Ortega Molina
La economía es un misterio. Al menos hace seis lustros no siempre hay con que, y cuando hay, pues se acaba más pronto que tarde. Por algún extraño fenómeno nuestros gobernantes fueron incapaces de administrar, para los mexicanos de a pie, la abundancia.
Los medios impresos rescatan -para los lectores- del informe que la Auditoría Superior de la Federación hace al Congreso, el capítulo referente a la deuda externa, en el que se señala que “de acuerdo con los Criterios Generales de Política Económica 2016, la política de endeudamiento interno estuvo dirigida a cubrir las necesidades de financiamiento del gobierno federal por medio de la colocación de valores gubernamentales, así como realizar operaciones de permuta y recompra de valores como una estrategia para el manejo del perfil de amortizaciones.
“Así, <<el saldo de la deuda pública del gobierno federal se incrementó en 952 mil 885 millones de 2015 a 2016, al pasar de 6 billones 495 mil 78 millones a 7 billones 447 mil 963 millones de pesos, lo que representa 14.7 por ciento de aumento>>.
“Mediante el informe del resultado se fiscalizó la gestión financiera para comprobar que la emisión, colocación, contratación, amortización, costo financiero, aplicación de la deuda, así como el registro de las operaciones, su presentación en los estados financieros y en la Cuenta Pública, se efectuaron de conformidad con las disposiciones legales y normativas vigentes”.
Debe quedarnos claro, entonces, que las autoridades hacendarias cumplen con la ley y nada hay fuera de la norma aprobada por el Congreso, lo que de ninguna manera significa que las políticas de administración pública en materia de ingresos y egresos fiscales sea adecuada, porque ocurre lo que en cualquier hogar en el que se gasta más de lo que ingresa.
En este espacio recordamos el lunes que entre 2013 y 2016 el SAT regresó, por diversos conceptos, la módica cantidad de un billón 345 mil millones de pesos a los contribuyentes. Un poco más que el incremento de la deuda externa. Todo conforme a la ley, pero así las cosas es urgente que la norma cambie y se atrevan a dar el salto a la verdadera reforma fiscal, para sanear las finanzas públicas y aspirar al crecimiento.
Insisto, desde mi heterodoxia y poca especialización en asuntos económicos, pero creo en lo aconsejado por el sentido común y la experiencia internacional. Reducir el ISR e incrementar el IVA parejo a todo (salvo para aquellos productos que exceden la capacidad de adquisición de la mayoría, en alguna época conocidos como artículos suntuarios), pues éste es el impuesto igualitario por excelencia.
Pero no lo harán, porque lo que hoy permanece es un residuo de populismo electoral.
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