CUENTO
Las hojas de los árboles se movían al compás del viento. Algunas nubes de cuerpo quebradizo impregnaban el azul del cielo. Ella lo contemplaba todo. Sentada en aquella silla de color rojo intenso hacía todo lo posible porque el recuerdo de todo lo perdido no quebrantase su tranquilidad, ésa que muchos años de esfuerzo y sacrificio le había costado conseguir.
Una y otra vez cerraba los ojos para dejarse arrastrar por las notas tristes de aquella canción que sonaba en su grabadora. La canción y la letra misma le hacían recordar el episodio más difícil de su vida. Ella lo había perdido todo; ¡él era su todo! Y ahora ya no sabía cómo hacerle para poder soportar un día más de pura monotonía.
Todo lo que en verdad sentía eran ganas de estar muerta. Y aunque espiritualmente ya lo estaba, ella no sabía cómo estarlo de manera física. Porque por cada día que venía y se iba, su realidad se le volvía más y más pesada, como si esta fuese una piedra gigante, o una montaña inmensa. Era como cargar al mundo sobre su espalda, y ella ya no lo soportaba.
Por razones más que obvias, ella se había convertido en una mujer muy melancólica. Una y otra vez escuchaba aquella canción tristísima. Porque solamente en las notas tristes encontraba un poco de consuelo, un poco de alivio para su corazón hecho trizas.
Sentada frente a la ventana de su casita se la pasaba horas enteras. Miraba con ojos fijos el baile que las hojas hacían, el baile, aquel que ella jamás bailaría abrazado a él, Una, dos; tres horas. El tiempo cronológico había dejado de existir para ella. Emocionalmente ya no estaba viva, por lo tanto le resultaba insoportable, demasiado, seguirlo estando de manera física.
Sus ojos pesaban mucho; miraba todo con desgano y apatía… Luego los volvía a cerrar, tan solo para volver a ver a la persona que más había amado en su vida. Ahora, después de muchos años, el recuerdo de cuando se despedía de él, su último beso y abrazo, era todo que le quedaba vivo en su mente.
Desde el día que él se fue a la guerra para nunca más volver, ella se lo ha pasado todo el tiempo frente a la ventana, mirando a los árboles, escuchando canciones tristes -que la hacen llorar mucho-, y rogando al cielo para que llegue el día que la ayude a reunirse con él: su amor de toda la vida.
FIN
ANTHONY SMART
Noviembre/29/2017