-Empinaditos les va ir mejor.
-¡Sí mi general!
No hace falta ser un gurú para saber que las cosas por donde las vicentiemos se van a poner de la jodida. Lo anticiparon en el 2012; nos lo mandaron cantadita y con dedicatoria muy personal durante el 14 y el 15, y ahora en el 2017 se ven bien formaditos los nubarrones: negros, espesos y cargados de mierda pa que nos salpique y nos las traguemos toditititita.
No nos va a valer ni gárgaras ni escupitajos; ni aceititos ni salivita, nos la van a dejar ir tan de golpe que hasta la mollera nos van a hundir. Vamos andar con el culo escaldado y ni pio vamos decir. Nos los merecemos por agachados y pendejos, por valemadristas y desunidos. Nos los merecemos por no dejar que los que realmente tienen huevos, levanten la voz y les valgamadres lo que les digan y les hagan.
Vemos que el cangrejo visionario quiere salir de la palangana y lo apabullamos con choros, agresiones y marrullerías. No dejamos ser al valiente, al que encara, al que empuja, al que convoca, al que propone, al que insiste e insiste. Lo tildamos de loco mesiánico y continuamos el eterno apachurramiento de botoncitos, dando likes o RT´s y peleándonos con quién sabe qué cabrón, que no piensa como nosotros pensamos. Ese es el activista promedio del México moderno, que pretende equiparar lo que de la yema de sus dedos estila, con las proezas de Villa, Zapata, o el que sea. No estoy de acuerdo contigo, entonces eres un pendejo y te exhibo como tal. Para eso tengo “el poder” de las redes sociales. Una palabra mal empleada es como una bala disparada al aire: tarde o temprano mata o te mata.
Como dijo la abuela: “culo nos va hacer falta”.
Si antes nos revoloteaban las maletas con sus manos puñeteras y ensalivadas, ahora nos van a revolotear los dentros. A ti, a mí, a mi hija, a tu esposa, a la chingada madre que nos parió. No se van a detener. Todo está orquestado al mejor estilo de la vecindad de las pandillas mexiquenses; el tambor no deja de sonar y llama a toque de queda. Los guachos van a tener ya no solo el fusil en la mano, sino el sartén por el mango. Un fusil que saben cómo usar a la perfección y un sarten que creen sirve para lo mismo. ¿Cuándo se había visto?
248 diputados dijeron: ¡sí mi general, general, señor, sí señor! y los augurios de ríos de sangre derramandose saltaron a las redes sociales, el pánico y el horror aun no cesan de mojar la entrepierna de quienes sabemos lo que eso significa. Pocos lo sabemos y a muchos debería de interesarles. Recordamos las décadas de terror que vivieron nuestros vecinos de Chile, Argentina, Colombia. A tooodos nos la van a dejar ir sin cremita y sin pedir permiso. Nos van espolear la garganta y silenciar hasta la última sílaba. ¡No!
La aprobación de la Ley de Seguridad Interior es una mentada de madre para un país que durante décadas ha sufrido los embates de la naturaleza, de la naturaleza voraz y asesina de políticos carroñeros que se sienten dueños de lo que no les corresponde. Se han apropiado de la educación, de la salud, de la alimentación, del petróleo, de los bosques, de los mares de este desvencijado país al que ahora quieren arropar con una cobija de lumbre y plomo y con la que pretenden cubrir sus fechorías y marranerías. Hacen cómplice a la bala para que les asegure su perpetuidad. Sus claques están comprometidos y deben pagar la factura con su voto, al fin que ya están en el año de Carranza.
Eeehhh puto… pueblo cobarde.
La historia no perdona, y ahí estarán sus apellidos que no podrán borrar, como borran ahora las fotos que los comprometen y las cuentas bancarias que los incriminan. La historia sigue su cauce y un día ellos también pagaran con la misma moneda: el que a hierro mata, a hierro muere. Y ese hierro no distinguirá título alguno: presidente, diputado, senador, secretario, candidato, perro, gato, eeh putooo, eehhh puta.
Esto es una rueda de la fortuna, dice mi amigo el general retirado. “Me tocó ganar unas cuantas, pero las que perdí todavía no sé cuándo me las cobrarán”. “Pero este pinche puto pueblo mexicano es muy agachado, muy cobarde, me voy a morir y seguirán pelándomela”.
Los políticos quieren tener de su lado al del fusil, por eso los empoderan, aunque después los dedeen y les remuevan las entrañas. Es su naturaleza.
“Mañana será otro día, de momento venga pa´ca mi aguinaldo y ay se ven, pinches perros sarnosos y cobardes”. “La Ley Salvadora está firmada y se la pelan.”
El pito del águila.
No capacitaron en su tiempo a las policías civiles, no las equiparon, no las remuneraron y las convirtieron a modo en el motivo que impulsó esta “ley Salvadora”. Un plan muy bien fraguado para perpetuarse en el joder. Joder a México se convirtió en todo este sexenio en el principal oficio de los mercachifles pandilleros que nos dirigen. Crearon bandas de criminales a los que les montaron oficinas, dieron gastos de representación, sueldos exorbitantes, compensaciones, seguros, aguinaldos, secretarias, asesores, choferes y lamepitos a montón.
Pero no se lame cualquier pito, ni el pito esta para ser lamido por cualquiera, perrdoneme aste, porque hay niveles…haaay niveeles. El mejor pito a lamer es aquel que represente poder y protección: el de quien porta el águila y el fusil. Y el mejor lamedor es fácil de identificar: el que ostenta ser el jefe supremo del águila y el fusil.
-Pero apúnteme mi general, no vaya a pensar que me gusta.
-Empinadito, pues, pa´que a todos les vaya mejor.
-Sí mi general.
¡Tierrita volada!
René A. Rosas Islas
Lic. en Admon. De Empresas
Productor Agropecuario
Ensenada, BC