Francisco Gómez Maza
• El Senado tiene que parar la ley de seguridad interior
• Los mexicanos no merecen vivir aterrorizados por fusiles
Sólo eso nos faltaba. Ya tenemos miles de desapariciones forzadas, miles de muertos, casi toda la geografía nacional es un inmenso cementerio clandestino, muchas mujeres casi niñas son asesinadas por odio (feminicidios), robos, asaltos, secuestros, ejecuciones extrajudiciales, práctica de tortura entre otros males. El otro día dije que sólo nos faltaba que nos meara el perro, Y ahora pretenden las autoridades, con Peña a la cabeza, legalizar y legitimar el estado de sitio, el golpe de estado mediante una ley de seguridad, que ellos llaman interior.
El gravísimo problema de las bandas del narcotráfico lo alimentaron gobiernos deshonestos, corruptos, impunes, tanto federales como estatales. Y lo dejaron crecer, practicando complicidades.
Los gobiernos de México empollaron los cuervos y los criaron y, cuando ya no pudieron controlarlos, cuando llegaron a la mayoría de edad los compinches del estado narco, no supieron qué hacer, quedaron confundidos, sólo lamiendo su propia corrupción, y bajo la presión de los mayores consumidores de cocaína del mundo, por mencionar sólo una droga que pasa por México para llegar a como dé lugar a los mercados negros de Estados Unidos de Norteamérica, tuvieron que sacar a la soldadesca a las calles para enfrentarla con la soldadesca del narco, buena parte de ésta integrada por soldados de élite del ejército federal, como lo comprobó la creación del cartel de los Zetas, el más sanguinario de todos los grupos que se descontrolan por el control de los mercados de las drogas y de otras actividades delictivas.
Los soldados llevan casi dos sexenios que andan de callejeros, con los fusiles de alto poder en las manos, viendo, mirando, persiguiendo a los comerciantes de lo prohibido, que el comercio de las drogas es delito sólo por estar prohibido. Es como cualquier otro comercio, como el de los celulares, que a la larga son cancerígenos, o peor, el del alcohol, que produce en el cerebro una sustancia más fuerte que la morfina.
Pues ahí andan los pobres soldaditos. La mayoría está harta de que la tengan como policías deteniendo a criminales. Estaban acostumbrados a otras actividades, entre ellas la de apoyar a las poblaciones que sufrían gravemente las inclemencias del tiempo, los desastres naturales. Pero ahora hasta parece que ya se acostumbraron a suplir a los cuerpos de policías que las autoridades gubernamentales no han querido profesionalizar para perseguir a narcotraficantes.
Pero una cosa es la suplencia en un trabajo, que perseguir monos con rifles de alto poder es un trabajo, que legalizar, que no legitimar, un virtual estado de sitio en el cual salga gravemente afectada la población que ni la debe ni la teme en este negocio, porque es un negocio para tirios y troyanos, del comercio de las drogas. El presidente estaba decidido a legalizar el papel policiaco de los soldados, que no les toca. Ellos son defensores de la nación, simplemente. Igual que los marinos, pero muchos han entendido que pueden cometer toda clase de atropellos a la gente común, que no tiene que ver con la delincuencia, y violan consuetudinariamente los derechos humanos.
Debo confesar que hizo bien, aunque obligado por las circunstancias, por las protestas sobre todo de organismos internacionales como la ONU, el presidente en ordenarles a los senadores a que suspendieran el proceso de aprobación de la ley y que abrieran un espacio de consulta con la sociedad civil y los gobernadores estatales. Como periodista, creo que tengo derecho a expresar mi opinión: estoy en total desacuerdo con que el Ejército y la Marina sean los dueños de la situación y que estén avalados por la ley. Ya tenemos demasiados infortunios. Un soldado con un rifle de alto poder en las manos es muy peligroso. Como les enseñan principalmente a matar.
Su cerebro es en lo primero que piensa cuando hay algún alboroto social. Recuerden las experiencias del pasado, Recuerden el 68, Cómo los soldados, inmisericordemente, con saña, con odio disparaban contra las multitudes. Y recuerden la guerra sucia de los 70 con los desaparecidos bajo sospecha de ser guerrilleros comunistas. La historia de México no puede estar en manos militares. Los militares son para ayudar, para apoyar, para actividades humanitarias y para defender el territorio de una agresión armada de una potencia extranjera.
Son defensa nacional, No policía nacional.
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