Francisco Gómez Maza
• Guardadas las proporciones, Meade no prende como Colosio
• Mal candidato y mal preparado para ser el señor presidente
La campaña de José Antonio Meade me trae a la memoria la corta y estéril campaña de Luis Donaldo Colosio, priísta de cepa, envuelta en una supina mediocridad, como lo estuvo la del sonorense, cuya figura se engrandeció por su asesinato, en condiciones sumamente extrañas e inexplicables hasta ahora, en Lomas Taurinas, uno de los más lúgubres tugurios de Tijuana, a donde fue descubierto, por lo que el asesino material pudo colarse hasta muy cerca del candidato y plantarle un tiro en la cabeza que lo dejó muerto de inmediato, aunque el gobierno de Salinas montó un teatro acerca de que podía ser salvado en un hospital de la capital bajacaliforniana. Pero ya sabíamos los periodistas que eso era mentira; que Luis Donaldo quedó bien muerto ipso facto en Lomas Taurinas.
Pero su recorrido por el país fue opacado por el levantamiento armado de los indígenas de Chiapas, por la figura de Manuel Camacho Solís y por el nulo interés del gobierno priista en que llegara a ser presidente. Carlos Salinas de Gortari lo designo y Carlos Salinas de Gortari lo quería sustituir porque se dio cuenta de que no convenía a sus intereses y al cuidado de sus espaldas cuando ya fuera ex.
Mucho muy parecida es la actividad electoral del ex secretario del panista, Felipe Calderón, y ex secretario del priista (¿priista? O ¿peñista?) Enrique Peña Nieto. Un personaje sólo movido por la ideología, como concibo yo la ideología, un modus cogitandis al estilo de los filósofos de la destrucción encabezados por los aristotélicos y por los tomistas, y los goebelianos de la comunicación, que influyeron determinantemente en los gobiernos ultraconservadores, como los que los mexicanos han padecido desde que el PRI se empanizó y el PAN se epriizó y el PRD, de formación democrática y revolucionaria, se arrimó y se mimetizó con ambos tanto que ahora es un fiel patiño, porque no puede ser aliado, pues para fines electorales no existe¸ con el ultraconservador albiceleste, integrando los tres una ensalada informe con olor a fetidez de excusados público, de esos que, a la entrada, tienen un letrero que dice: 5 pesos, cague o no cague.
Pero lo que nadie se ha dado cuenta y menos lo van a decir los corifeos disfrazados de publicistas que contrata el PRI, es que Meade Kuribreña no tiene madera ni de candidato en campaña ni menos de gobernante que cumpla con esos arranques populistas como de que va a acabar con la desigualdad en sus eventuales seis años de estar mamando de las tetas del presupuesto nacional. Pero más que nada, su perfil emocional no le ayuda para levantar el ánimo de las multitudes y menos de los priistas, la mayoría de los cuales está molesta porque Peña rompió con el ritual, con la liturgia, con el dogma tricolor, de que el candidato debía ser un probado miembro del priismo nacional y meade no es ni priista, ni panista, ni nada.
Simplemente es un técnico, y malo por cierto, a quien lo que le han encargado lo ha destrozado, como destrozó las finanzas públicas, incrementó la deuda pública, y descuido la marcha de la economía nacional que está viviendo sus peores momentos desde aquellos de las arcas vacías, cuando la Perla Negra de Jesús Silva Herzog Flores se quedó sin siquiera un dinerito para comprar los boletos de avión y viajar a las reuniones internacionales en el exterior y menos para el servicio de la deuda externa.
Todo lo demás ya lo sabemos. Lo han dado a conocer con profusión los corifeos del peñismo. Anque, en honor a la verdad, el actual Tlatoani no encontró un mejor amigo para que le cuide las espaldas ahora que ya no tenga el fuero de presidente de la república.
Pero hay que decir la verdad. Nadie sabe ni siquiera pronunciar los apellidos de este prócer que sería del total beneplácito del Club Bilderberg si le ganara la presidencia, por las buenas, sin chanchullos, sin trampas, sin fraude, sin compra de conciencias y votos, a Andrés Manuel López Obrador. ¿Meade, Midi? Qui lo sat.
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